España

España, casa común de la Hispanidad

El rey Felipe VI posa a bordo del buque escuela de la Armada "Juan Sebastián Elcano". EFE/ Francisco Gómez/Casa Real
El rey Felipe VI posa a bordo del buque escuela de la Armada "Juan Sebastián Elcano". EFE/ Francisco Gómez/Casa RealFrancisco Gómez/Casa RealCASA REAL/EFE

En este año en el que recordamos el V centenario de la gesta española que supuso la primera vuelta al mundo, culminada por Elcano y sus hombres en 1522, es importante que en nuestro país se festeje como merece la Hispanidad, al tiempo que se recuerda la aportación de España a la Humanidad. Tenemos las condiciones y la obligación histórica de hacerlo.

Aquel viaje de Elcano fue el preludio de la primera globalización. Me refiero al Galeón de Manila que desde 1565, y hasta principios del s. XIX, conectó el puerto de Sevilla con el de Manila, a través de Nueva España (hoy México), por mar y por tierra. Desde Manila se comerciaba con el resto del Lejano Oriente. Aquello fue una gesta de nuestro país durante siglos, una más. Recordamos esta ruta en la Casa de América, cuando en 2013 celebramos con el Museo Naval la llegada cinco siglos antes del extremeño Vasco Núñez de Balboa al Pacífico, también conocido durante siglos como el Lago Español.

El historiador inglés Arnold J. Toynbee (1889 - 1975) no lo definió así en el extenso estudio que elaboró acerca de las civilizaciones (A Study of History, 1934–61), pero me atrevo a afirmar que españoles y americanos conformamos una nueva civilización, extensa en población y territorio. Compartimos lengua, tradiciones, religión y una cultura diversa. Bajo la Corona compartimos también instituciones durante más de tres siglos, hasta principios del s. XIX. En este siglo, mi buen amigo el Dr. Álvaro Durantez ha teorizado con tino acerca del “paniberismo” y la “iberofonía”, subrayando la idea principal de la contribución y el impacto global de España a partir de 1492; hito que contó con el respaldo imprescindible de Isabel la Católica.

Son todas estas razones suficiente para celebrar como merece nuestro pasado y presente común.

Ya en nuestro tiempo, Madrid destaca como capital iberoamericana en lo institucional, social, cultural, empresarial y académico. Madrid alberga las instituciones de la Comunidad Iberoamericana de Naciones que son su espina dorsal: la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), etc. El Museo de América, la Casa de América que cumple 30 años desde su apertura en 1992, durante la II Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno.

Asimismo cabe resaltar la contribución de las multinacionales españolas al desarrollo y a la modernización del continente hermano en las últimas décadas. Sin ir más lejos, una organización empresarial como CEAPI -a la que contribuí a su fundación desde la Casa de América- nos ha convocado el próximo 17 de octubre en Madrid a una cumbre de propietarios de empresas y directivos españoles y americanos, en la que debatiremos acerca de las bondades de establecer sedes de empresas americanas en nuestro país, de canalizar inversiones a España, ahora que pintan bastos en Iberoamérica.

En el reforzamiento del nexo con América miembros destacados del Gobierno de la Comunidad de Madrid, como el consejero Fernández-Lasquetty, han viajado al continente. En Chile, Colombia, Ayuso con acierto también en Estados Unidos, han animado a los empresarios americanos a instalarse en Madrid, a invertir y a contribuir a una Comunidad en la que la libertad y la búsqueda de la prosperidad forman parte de nuestras señas de identidad. Esta acertada estrategia se está complementando por otras CCAA. Me refiero al Gobierno de Juan Moreno en Andalucía; Comunidad que destaca en ámbitos como las energías renovables, el turismo, el sector agroindustrial, logístico y también cabe resaltar el eje tecnológico que se está consolidando en Málaga y Granada.

Y es que si echamos un rápido vistazo a América, nos percatamos de la avalancha de gobiernos populistas y de extrema izquierda -muy apreciados por Sánchez y sus acólitos- que asolan la región. Gobiernos que impulsan una nueva “revolución” cultural inspirada en Mao: tienen la finalidad de eliminar a voces disidentes, al tiempo que hacen tabla rasa con el acervo sociocultural de sus propios países; buena parte de aquellos elementos de aquí y de allá que nos unen. Un claro ejemplo son las tropelías recientes perpetradas en mi querida Nicaragua por el sátrapa Ortega, alumno aventajado de la dictadura cubana: mi solidaridad para todos los encarcelados políticos, mención especial para nuestra familia Chamorro, también por el asalto del régimen al periódico La Prensa. Y mientras tanto en nuestro país, el Gobierno ha decidido enterrar la Escuela de Estudios Hispano-Americanos sita en Sevilla, con una trayectoria intachable de 80 años de contribución al estudio y al pensamiento de nuestra comunidad hispana.

En la Cumbre Iberoamericana de Cádiz de 2012 -celebrada bajo el impulso del ministro García-Margallo-, y a lo largo de ese año, renovamos el vínculo iberoamericano. Recordamos que dos siglos antes, y en el mismo lugar, la Constitución de 1812 solemnizó en su art.1: “La Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios”. Y es en estas circunstancias históricas cuando nuestro país emerge una vez más como casa común de los hispanoamericanos, a los que no hace falta darles la bienvenida porque España también es su casa desde hace cinco siglos.

Por todo lo esgrimido es deseable que la celebración de la Hispanidad se renueve, se extienda por España y en el espacio iberoamericano. Y a todo ello contribuye la conmemoración permanente que estamos promoviendo desde la sociedad civil a ambos lados del Atlántico. Porque si ciertos gobiernos y gobernantes quieren diluir el acervo de la Hispanidad, es nuestra obligación moral, la de líderes de empresa, de la academia, del pensamiento, de la cultura, etc. de trabajar en pos de nuestro legado común, que nos permitirá ser más fuertes ante el presente y futuro complejo al que nos enfrentamos.

Tomás Poveda es empresario, fue director de la Casa de América y director general de Diplomacia Pública del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación.