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Medioambiente

El chavismo entrega los tesoros naturales a una élite depredadora

Escándalo en Venezuela por una fiesta ilegal celebrada en la cima del Tepuy Kusari del parque natural de Canaima

Invitados a la fiesta ilegal en Canaima el 4 de febrero Edicion7La Razón

El único que no ha hablado del asunto es Nicolás Maduro, y poco le conviene. Esta semana, la ONG SOS Orinoco, dedicada a visibilizar y documentar los problemas de la Amazonía, Orinoquia y la Guayana venezolana, denunció que un grupo de personas llevaron a cabo una fiesta de lujo en la cima de uno de los tepuyes del Parque Nacional Canaima, reconocido por la Unesco como un «Sitio de Patrimonio Mundial Natural» desde 1994.

La celebración en lo alto del tepuy Kusari festejaba el 50º cumpleaños del empresario Rafael Oliveros, presidente del Grupo La Marea y operador turístico de Canaima consentido por el régimen chavista. Al jolgorio acudieron una veinte personas, en nueve viajes de helicóptero desde la posada campamento de Oliveros hasta la montaña, valorados en 2.000 dólares cada despegue.

La ocasión incluyó trajes de gala y carpas acondicionadas para pasar la noche del 4 de febrero, con baños portátiles y hasta una fogata donde se compartió la cena de fondue y sopa goulash, así como el brindis con champán.

Las imágenes de la fiesta no se conocieron por una filtración, sino porque buena parte de los asistentes las divulgaron en sus propias redes sociales, orgullosos de formar parte de la “crema y nata” de la sociedad más pudiente en un país empobrecido y profundamente desigual.

El asunto ha sido también escaparate de los privilegios del poder y de cómo la élite económica creada bajo la sombra del chavismo se ha fusionado con la de abolengo de otros tiempos, porque entre los asistentes hubo personas de la “vieja godarria” nacional, como Osmel Souza, conocido como “el zar” de la belleza emblemático por haber conducido el Miss Venezuela por casi cuatro décadas; o Titina Penzini, integrante de un clan familiar de abolengo anterior a la revolución bolivariana.

Todos fueron invitados por Oliveros, quien promueve paquetes turísticos para las elites, que incluyen visita y estadía en la cima del Tepuy Kusari, uno de los más emblemáticos de la Gran Sabana. Su empresa orece la experiencia «Kusari Under The Stars» (Kusari bajo las estrellas).

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El empresario es también el dueño de posadas de lujo en las islas Margarita y La Tortuga y juró ante Maduro como miembro del Consejo Nacional de Economía, en calidad de coordinador del llamado «Motor Turístico», uno de los llamados nueve motores con los cuales Maduro planeaba recuperar la economía en 2016, y que no produjo ningún resultado.

Según el portal “Primer Informe”, que fue el primero en develar el escándalo, Oliveros obtuvo las autorizaciones necesarias para operar en la Gran Sabana cuando Marleny Cabello, esposa de Diosdado Cabello, ejercía como ministra de Turismo.

Otro de sus negocios es el elegante restaurante White Comedor instalado dentro de la base aérea de La Carlota, en Caracas, que es una zona de seguridad militar que depende del Ministerio de la Defensa. Allí también se registran “parties” de la socialité caraqueña, y es sitio de reunión de varios asistentes a la polémica fiesta.

La ONG SOS Orinoco recordó que la legislación solo permite realizar aquellas actividades que no perjudiquen los espacios naturales o el paisaje de la zona. Incluso, establece que «tal autorización podría estar condicionada a la realización de un estudio previo de impacto ambiental», por lo que esta fiesta se puede considerar como una actividad prohibida por ser «una actividad de recreación masiva, que convoca y aglutina a una gran cantidad de personas en una pequeña superficie». Eso sin contar que, según las imágenes, se “limpiaron” zonas verdes para instalar la fogata y las sillas, en un ecosistema frágil donde hasta los tipos de calzado pueden afectar el equilibrio natural.

El fiscal chavista Tarek William Saab anunció una investigación penal por presunto daño ambiental, y el Ministerio de Ecosocialismo envió una misión para “verificar” el estado del tepuy, aunque el propio ministro se ha mantenido en silencio. Una consecuencia ante el revuelo en las redes.

Entretanto, quienes asistieron y publicaron fotos y videos de la fiesta las borraron de sus redes, excepto Osmel Souza, que este viernes replicó con un video: “Cuando a mí me invitaron no dudé en decir que sí. Yo amo Canaima y sería incapaz de hacer nada que lo destruya. Siempre va mucha gente a hacer turismo ecológico sin dañar la naturaleza, y nosotros hicimos lo mismo. Lo único que le da rabia a la gente es que fuimos en smoking y traje largo, pero ahí no pasó nada. Me rayaron mi pobre traje de Dolce & Gabbana verde que me lo puse en honor a la naturaleza. Si me vuelven a invitar, vuelvo a ir”, dijo el también empresario.

Otros ecocidios

Ni la Fiscalía, ni ningún ministerio ni las autoridades del área ambiental han iniciado averiguaciones por otros atentados a la ecología del país por parte de poderosos, pues no han tenido tanto revuelo en redes sociales.

Uno de los casos más sonados es el del Archipiélago Los Roques, donde se han construido auténticas mansiones modificando líneas costeras y destruyendo manglares de coral, para generar puertos privados que benefician a aliados del régimen. Hasta ahora, se contabilizan ocho nuevas estructuras.

Quizás la construcción que más lujosa es la de Julio Luis Borges Riquesez, a donde asisten “artistas, muchos invitados extranjeros y también gente poderosa de la política”, según reveló un extrabajador suyo al portal de investigación Armando.info. Pero allí también se cuentan las de Anselmo Alvarado, padre de Orlando Alvarado, uno de los señalados como corresponsables de un desfalco a la nación con Derwick Associates.

Tales construcciones violan leyes ambientales y transgreden el Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso (PORU) del parque nacional, que estipula incluso cuál es el estilo y la altura que deben mantener todas las edificaciones.

Otros cercanos al chavismo, supuestamente incluyendo al “querubín” de una alta funcionaria, han impulsado también la modificación del PORU del Parque Nacional El Ávila, en Caracas para permitir organizar competencias ciclísticas montañeras por ahora prohibidas. La actividad igual se realiza de forma clandestina y sin castigo, aunque ha podido ser documentada y denunciada por los efectos que tiene en los suelos. Pero el Instituto Nacional de Parque h guardado silencio al respecto, así como también ante los “permisos” que se otorga a poderosos para que puedan pasear sus mascotas dentro de la montaña, actividad prohibida para el resto de las personas.

El Parque Nacional Morrocoy también ha sido tomado por la elite codeada con la revolución. En pandemia, sus playas permanecieron cerradas por la cuarentena, excepto para quienes llegaban en lanchas o vehículos terrestres de lujo apadrinados por contactos gubernamentales.

Así también ocurrió durante en el Teleférico de Mérida, el más alto del mundo desde su construcción previa al chavismo, que fue usado por privilegiados antes de su apertura comercial luego de un largo proceso de remodelación.

Queda por ver si el escándalo surgido a raíz de la “rumba” del tepuy acaba con la agenda socialité del Grupo La Marea en aquellas montañas, un calendario supuestamente abultado para 2022 que incluía en marzo la boda de una modelo venezolana a realizarse en el Auyantepuy, donde está el majetuoso Salto Ángel, según el portal Primer Informe. “La producción del evento está a cargo del mismo equipo dirigido por Olivares. La información ya encendió las alarmas de las organizaciones ambientalistas ante lo que podría representar, además de un ecocidio, un irrespeto a las comunidades autóctonas indígenas de la zona”, cierra la publicación