Hamás rentabilizó el factor sorpresa como lo hicieron hace cincuenta años y un día el Egipto de Anwar el Sadat y la Siria de Hafez el Asad. La comparación con la guerra del Yom Kippur es inevitable. Los militantes palestinos penetraron en la madrugada del sábado en territorio israelí en un ataque sin precedentes, aprovechando la brecha de seguridad que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) habían dejado en el sur del país.

Utilizaron todos los medios a su alcance. Entraron por tierra, mar y aire. «Los terroristas se infiltraron en territorio israelí en varios lugares diferentes», confirmó a primera hora de la mañana el Ejército israelí en un comunicado. Tumbaron una valla fronteriza con una excavadora. Pero sorprendieron especialmente las imágenes de militantes palestinos atravesando la frontera de Gaza en motocicletas y surcando los cielos con alas delta motorizadas.

«Suelen lanzarnos cohetes y, por desgracia, ya nos hemos acostumbrado a esta situación, pero cruzar las fronteras de Israel es cruzar todas las líneas rojas posibles en lo que a mí respecta. Y no me lo esperaba en absoluto», traslada a LA RAZÓN un residente de la ciudad israelí de Netivot.

Hubo incursiones en Sederot y en los kibutz de Re'im y Magen, entre otros puntos. Las FDI instaron a los residentes de la zona sur a permanecer en refugios antiaéreos y otros lugares seguros. «Estuvieron aquí en Netivot, invadieron una comisaría, se apoderaron de ella y asesinaron a varios policías. Los ejecutaron», asegura este ciudadano israelí, que prefiere no revelar su identidad por motivos de seguridad. «Entonces nuestro Ejército los detuvo, y todavía hay avisos de que hay terroristas paseando por la ciudad y está prohibido salir de casa. Y las alarmas continúan hasta ahora».