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Armas

Putin amenaza con una escalada a Occidente

Rusia advierte de que el suministro de armas pesadas a Ucrania «eleva el conflicto, lo que no augura nada bueno para la seguridad global»

El presidente ruso, Vladimir Putin, con la polémica "Z" detrás Ilya PitalevAP

El Kremlin advirtió ayer a Occidente de que el suministro de armas pesadas a Ucrania que anunciará hoy «eleva el conflicto a un nuevo nivel cualitativo». «Eso significa que el conflicto se eleva a un nuevo nivel cualitativo, lo que no augura nada bueno para la seguridad global y europea», indicó el portavoz del presidente ruso, Dimitri Peskov. El portavoz del Kremlin hizo estas declaraciones la víspera de la reunión del Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania, el llamado formato Ramstein, donde se abordará el suministro de carros de combate a Kyiv.

En opinión de Peskov, la discusión misma sobre la entrega a Ucrania de armas que pueden alcanzar el territorio ruso «es extremadamente peligrosa». Sus declaraciones se suman a las numerosas advertencias que ya han realizado durante esta semana las autoridades rusas.

Cambio de estrategia militar

El transcurso de esta operación militar, sin precedentes en la historia reciente de Rusia, posiblemente no haya sido el esperado en el momento en que se inició la ofensiva, hace casi un año ya. La ayuda prestada a Ucrania por Occidente era algo con lo que no contaban los expertos en Moscú, y eso ha provocado el cambio de estrategia en no pocas ocasiones en los últimos diez meses y medio de contienda. La incorporación a la ofensiva rusa del Grupo militar Wagner, creado en 2014 por Evgueni Prigozhin (íntimo confidente del presidente ruso, Vladimir Putin) ha sido de vital importancia, habiendo liderado la conquista de la localidad de Soledar.

Alrededor de las 17:30 horas (hora local) del domingo, unidades de asalto rusas lograron finalmente ocupar la zona industrial de la localidad, según detalló en Telegram el comandante de la unidad de aviones no tripulados ucranianos Robert Brovdy. «A partir de ahora, el frente estará cerca, pero fuera de los límites de la ciudad. Una guerra posicional estaba ocurriendo en esta dirección», detalló el comandante ucraniano, confirmando lo que los rusos venían anhelando desde hacía semanas. A partir de ese momento, los esfuerzos del Ejército ruso volvieron a centrarse en la conquista de Bajmut. La caída de Soledar, además de ser un gran paso para el control de la zona, ha supuesto una dosis de autoestima para las fuerzas de Moscú, que de seguir así darían un golpe de timón a la ofensiva, acelerando el avance de sus posiciones.

Soledar UcraniaTania Nieto

El Ejército ruso sigue apostado a las afueras de Bajmut, al sur de Soledar, lanzando un ataque sin precedentes, sabedor de que su conquista allanará el camino rumbo a las localidades de Sloviansk y Kramatorsk, cruciales para el control del Donbás, objetivo principal del Kremlin, que se aseguraría la integración en Rusia de las cuatro regiones anexionadas oficialmente a finales de septiembre del año pasado, Donetsk y Lugansk, en el este, y Jersón y Zaporiyia, en el sur.

Parece que la ayuda prestada por el grupo Wagner no ha sido del todo reconocida desde las filas del Ejército ruso, según las declaraciones de su líder, Prigozhin, quien ha denunciado, nada más culminarse la toma de Soledar, que «tratan de robar la victoria a mercenarios de Wagner» solo «para menospreciar sus méritos».

Demostrando así, que la desconfianza viene directamente desde Moscú, en donde no gusta demasiado el protagonismo alcanzado por esta formación desde que empezara la guerra. Wagner, incorporado a la campaña del Donbás nada más comenzar, no ha ocultado su desacuerdo con la manera en la que se ha planificado la ofensiva rusa. En numerosas ocasiones, responsables de este grupo han querido poner de manifiesto que, de no ser por sus intervenciones, la marcha de Rusia en el país vecino habría sufrido más retrocesos que avances. Muchos expertos señalan que han podido ser estos desacuerdos y roces los motivos por los que, desde Moscú han apartado del mando en la contienda al general Sergei Surovikin, que ha sido sustituido por Valeri Guerasimov, que a partir de ahora y hasta nuevo aviso estará al frente de las tropas que combaten en Ucrania.

El grupo, que nació como un pequeño ejército fiel al presidente ruso, Vladimir Putin, se ha movido como pez en el agua en los numerosos conflictos internacionales en los que ha participado. Poco se sabe sobre su funcionamiento. Esta semana, Andrei Medvedev, excomandante del grupo de mercenarios, desertó huyendo a Noruega para pedir asilo político. Allí denunció el trato dado a los componentes del mismo declarando que los “lanzaron a luchar como carne de cañón” al frente y que últimamente se han añadido integrantes llegados desde las prisiones de todo el país, creando un clima de malestar generalizado entre sus integrantes.

El conflicto continúa sin una salida clara y atrás quedan las numerosas pérdidas humanas, de las que nadie quiere dar cifras oficiales y que se han incrementado de manera indiscutible durante las últimas semanas. El jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, el general Mark Milley, aseguraba en la BBC que según sus estimaciones habrían muerto ya en el conflicto no menos de 200.000 militares, más o menos repartidos al 50% entre Rusia y Ucrania.

Por su parte, la oficina de la ONU para los Derechos Humanos ya ha confirmado más de 7.000 muertes solo de civiles desde el inicio de la guerra, consciente de que la cifra real de víctimas será «considerablemente mayor». Naciones Unidas continúa elaborando su propio recuento al margen de las comunicaciones oficiales dadas por los gobiernos de Moscú y de Kyiv, trabajando a partir de informaciones contrastadas y hasta el momento tiene constancia de 7.031 muertos, entre ellos 433 menores de edad. Solo durante las dos últimas semanas han perdido la vida al menos 388 civiles.

La gran mayoría de las víctimas habrían fallecido al este del país, que concentra el grueso de la guerra -solo en las regiones de Donetsk y Lugansk hay 9.853 muertos o heridos-, mientras que la mayoría de los daños infligidos sobre civiles habría sido provocado por el uso de armamento explosivo de amplio alcance, por ejemplo, lanzamientos de misiles o de proyectiles de artillería.