Estados Unidos
Se cumplen 20 años del inicio de la guerra de Afganistán
Dos décadas después, poco ha cambiado el contexto social afgano, aunque el político es radicalmente distinto
El 7 de octubre de 2001, hace hoy exactamente veinte años,Estados Unidos dio oficialmente por iniciada la guerra de Afganistán como venganza por los atentados terroristas del 11 de septiembre de ese mismo año. La Administración Bush no lo hizo sola, sino que libró el conflicto bélico con el apoyo de la OTAN y una coalición internacional de países aliados como el Reino Unido, Australia y Alemania.
Dos décadas después, poco ha cambiado el contexto social afgano, aunque el político es radicalmente distinto. En 2001, los talibanes habían ido ganado terreno sobre el gobierno y otros grupos políticos y militares, dejando que terroristas y extremistas radicales camparan a sus anchas por el país. Refugio de Osama Bin Laden mientras perpetraba los mayores ataques sufridos por EEUU, el mayor objetivo de Bush fue capturar y desmantelar la red terrorista Al Qaeda junto a su líder y derrocar al gobierno talibán.
Diez años necesitó Washington para cumplir esa misión. Ya bajo la Administración Obama, el 2 de mayo de 2011 se anunció la muerte de Bin Laden, cuando fuerzas militares de EEUU abrieron al líder de AlQaeda en Abbottabad, Pakistán. Aunque la presencia militar estadounidense se mantuvo más allá del objetivo inicial. El 28 de diciembre de 2014, Obama dio por finalizada la misión ISAF-OTAN poniendo simbólicamente fin a los combates en una ceremonia militar en Kabul, pero la presencia de 12.500 tropas estadounidenses y otros 12.000 soldados de la OTAN permanecieron en Afganistán para ayudar a 350.000 efectivos de las fuerzas de seguridad afanas que actuaban en solitario contra la insurrección talibán.
La guerra más larga de la historia de Estados Unidos se convirtió también en la más cara, dejando un balance de más 2,3 billones de dólares gastados en tierra afgana: una media de 300 millones al día. Parte de la inversión se destinó a transporte y equipo militar de guerra, con el que las tropas estadounidense entrenaron al gobierno afgano y que, tras la invasión talibán, cayó en manos de los insurgentes.
Aunque el precio más alto, a lo largo de cuatro presidencias de EEUU distintas (George W. Bush, Barack Obama, Donald Trump y Joe Biden), lo pagaron los 2.465 soldados estadounidenses que murieron en combate, incluyendo 12 agentes de la CIA, y cerca de 23.000 militares heridos.
Veinte años de presencia militar ininterrumpida culminaron, hace apenas unas semanas, coincidiendo con el simbólico vigésimo aniversario de los atentados de las Torres Gemelas y el Pentágono, pero la operación de la retirada definitiva de las tropas estadounidenses en Afganistán terminó siendo un fracaso con sabor amargo a veinte años de conflicto bélico.
El presidente de EEUU, Joe Biden, mantuvo la decisión tomada por su predecesor, Donald Trump, y el pacto sellado por este último con los talibanes para poner fin a la presencia militar casi sin condiciones. Decisión que acabó provocando la mayor operación de evacuación para rescatar al máximo número de personas en el menor tiempo posible.
Una retirada aparentemente progresiva cuya fecha límite de mayo asignada por Trump, Biden decidió ampliar unos meses, hasta septiembre, para garantizar el orden en la salida. Pero, lejos de sus intenciones, el fin de la presencia de las tropas estadounidense en Kabul se recordará como uno de los mayores fracasos de la Casa Blanca al derivar, en cuestión de semanas, en el colapso de un indefenso gobierno afgano a manos de la fulminante toma de control de los talibanes.
Caótica y frustrada salida que forzó una operación militar de evacuación sin precedentes para rescatar a cientos de miles de personas que intentaron abandonar Afganistán en cuestión de días. EEUU y sus aliados movilizaron todos los recursos a su alcance, incluyendo flotas comerciales de sus principales compañías aéreas, para evacuar de emergencia a más de 240.000 personas, extranjeros y colaboradores afganos, que temían por su vida tras el dominio de los insurgentes.
Con la fecha límite del 31 de agosto encima y tras un ataque suicida en pleno centro de operaciones de las labores de evacuación, el Aeropuerto Internacional de Kabul, que mató a 13 marines estadounidenses y 170 ciudadanos afganos, EEUU se vio obligado a poner fin al apurado rescate dejando atrás a cerca de 200 estadounidenses y miles de afganos que no pudieron llegar a la capital para ser evacuados.
Los intereses de Estados Unidos, tal y como confirmó Biden desde la Casa Blanca, ya no están en el Oriente Medio y, por tanto, son otros, veinte años después. La creciente amenaza de China por el liderazgo mundial ha obligado a la Administración estadounidense a mirar en otra dirección, dando prioridad a otros desafíos que dejan al margen el riesgo al terrorismo internacional que justificó el inicio de la guerra más larga.
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