Afganistán

EEUU ataca con un dron un vehículo con explosivos del Estado Islámico que se dirigía al aeropuerto de Kabul

Cinco personas, tres de ellas niños, mueren en una explosión cerca del aeropuerto de la capital afgana en la recta final de la evacuación. Los talibanes culpan a Washington

Al menos cinco personas, tres de ellas niños, perdieron este domingo la vida en la explosión registrada cerca del aeropuerto internacional deKabul mientras las fuerzas internacionales se empleaban en la fase final de las evacuaciones. Acertó de nuevo -esta vez sí-, el Pentágono cuando avisaba de “amenazas creíbles” contra las últimas jornadas de su misión en Afganistán. Por ahora se desconoce la autoría del atentado, pero todo apunta a un nuevo zarpazo terrorista del Estado Islámico Gran Jorasán (ISIKP) tras el atentado a la entrada del aeropuerto.

Al tiempo que se producía el atentado, Estados Unidos volvía, como ocurrió tras el ataque del jueves pasado –que se saldó con un balance de al menos 170 muertos, 13 de ellos estadounidenses, y decenas de heridos-, a golpear con drones a los yihadistas. Esta vez la ofensiva estadounidense se producía en la misma capital.

Según el portavoz del Comando Central estadounidense Bill Urban, el ataque fue dirigido contra un vehículo sospechoso que transitaba por los alrededores del aeropuerto y en el que viajaban “múltiples suicidas”. “Las significativas explosiones secundarias del vehículo indicaban las presencia de una substancial cantidad de material explosivo”, confirmó el citado portavoz.

La versión ofrecida por los talibanes difirió de la estadounidense. “Cerca del aeropuerto de Kabul un automóvil fue objetivo de una operación de las fuerzas estadounidenses y, como resultado, el conductor murió”, relató el portavoz talibán Bilal Karimi. Los fundamentalistas aseveraron que la explosión registrada en la zona residencial aledaña al aeropuerto fue también obra de las fuerzas estadounidenses.

La alerta de seguridad es máxima, pues el Pentágono ha advertido que se pueden producir más ataques en las próximas horas, los cuales serían “los más peligrosos hasta la fecha”. Tampoco el ataque contra el vehículo que supuestamente se disponía a cometer otra masacre en el aeropuerto será a buen seguro el último que lleven a cabo las fuerzas estadounidenses. “Continuaremos nuestra caza de cada individuo implicado en el odioso ataque [en referencia al atentado suicida del jueves] y les haremos pagar”, había advertido el sábado el presidente estadounidense Joe Biden. Horas después de la masacre del aeropuerto, Estados Unidos abatía con un dron a dos mandos del Estado Islámico que viajaban en un vehículo en un punto que no se ha precisado de la provincia de Nangarhar, feudo afgano de Daesh.

Lo cierto es que quedan menos de 48 horas para que venza el plazo exigido por los talibanes para que las fuerzas extranjeras abandonen definitivamente Afganistán sin que se conozca con exactitud si habrá presencia militar estadounidense más allá del 31 de agosto en razón de la actual situación. Según el secretario de Estado Anthony Blinken solo quedan en suelo afgano como máximo 300 ciudadanos estadounidenses tratando de evacuar al mayor número de colaboradores locales posible.

Los talibanes siguen sin formar gobierno

Entretanto continúa el caos y la muerte en el entorno del aeropuerto, los talibanes continúan enfrascados en la formación del gobierno “inclusivo” que prometieron tras tomar el poder el pasado día 15. “En estos momentos los líderes talibanes están manteniendo consultas con diferentes grupos étnicos, partidos políticos y figuras del interior del Emirato Islámico para la formación de un gobierno que sea aceptado y reconocido dentro y fuera de Afganistán”, aseguraba el veterano mando talibán Mohammad Abbas Stanizkai en declaraciones recogidas por el medio afgano Tolo News. El citado líder talibán llamaba también al pueblo afgano a trabajar conjuntamente para la reconstrucción del país, asegurando que los fundamentalistas no interferirán en la vida personal de los ciudadanos.

Por su parte, este domingo, la cadena Al Yazira reportaba que en las conversaciones participan antiguos señores de la guerra y mandos del Ejército afgano. El hijo del histórico Atta Mohammad Noor, Khalid Boor, avanzó que entre el grupo de opositores a los talibanes que trabajan ahora en la formación del nuevo gabinete se encuentra el veterano señor de la guerra Abdul Rashid Dostum. Tanto Atta Mohammad Noor como Dostum escaparon de Afganistán tras la toma de la ciudad Mazar-i-Sharif, en el norte del país y cerca de la frontera con Uzbekistán.

“Es importante para el conjunto de la política del país que se impliquen los líderes tradicionales, aquellos que tienen poder y apoyo social”, aseguró Noor hijo. “En estos momentos los talibanes son extremadamente arrogantes porque acaban de ganar militarmente. Pero lo que asumimos es que conocen el riesgo de gobernar como lo hicieron antes”, avisó el hijo del antiguo gobernador de la provincia de Balj.

Mientras tanto, otra guerra, la de la información y las redes –que la nueva generación talibán parece perfectamente preparada para librar- continúa. Este sábado los fundamentalistas aseguraban haber penetrado en la provincia de Panjshir, último feudo rebelde en Afganistán, sin oposición. Los seguidores de Ahmad Massoud, hijo del ‘León de Panjshir’ y principal figura de la resistencia, desmintieron la presencia talibán en el valle. Lo cierto es que el pasado 25 de agosto una delegación del Frente de Resistencia y los talibanes mantuvieron un encuentro y que habrá nuevas citas de manera inminente. La violencia, en cambio, sí volvió a la frontera entre Pakistán y Afganistán este domingo. Al menos dos soldados pakistaníes y entre dos y tres insurgentes –todo apunta que militantes de la rama pakistaní de los talibanes, Tehrik-e-Taliban- murieron en un intercambio de disparos.

Los talibanes son conscientes, en fin, de la necesidad de alcanzar el mayor grado de consenso para lograr con éxito la tarea de la pacificación y el gobierno de Afganistán. A diferencia de su anterior experiencia en el poder –desde 1996 a 2001-, los talibanes han trabajado en los últimos meses con minorías como los uzbekos y los tayikos para ampliar su base de apoyos y ahora negocian con la aparentemente exigua resistencia en Panjshir. Además, se han esforzado por presentarse ante la sociedad afgana y el exterior con un discurso moderado y conciliador en espera de obtener el reconocimiento internacional. Pero el caos y la violencia en el aeropuerto de Kabul –el sistema de seguridad talibán ha hecho aguas desde el primer día- en las últimas fechas avanza los problemas de orden público que tendrán que afrontar los talibanes en la consolidación del nuevo emirato islámico.