Cumbre virtual

El G-7 no disuade a un Biden derrotado

El presidente de EE UU mantiene la retirada el 31 de agosto. Las potencias exigen a los talibanes pasos seguros para la evacuación

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, en la reunión telemática con el resto del G-7
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, en la reunión telemática con el resto del G-7Sarah MeyssonnierAgencia AP

Los talibanes han tomado Afganistán. Los civiles se apresuran a abandonar el país, no solo acudiendo en masa al aeropuerto de Kabul, sino desplazándose ya sea en coche o a pie a las fronteras hacia Pakistán e Irán. La economía está al borde del colapso. Y muchos informes de ONGs ya advierten que han empezado las matanzas y torturas. En definitiva, Afganistán es un país sin ley y la comunidad internacional debe ahora apostar por nuevas estrategias al desmoronarse en apenas unos días los logros que habían conseguido las fuerzas aliadas en los últimos 20 años. En este contexto, no se puede decir que la reunión telemática celebrada ayer por el G7 fuera fácil.

Los representantes de las siete democracias más ricas del mundo - EEUU, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Japón, Canadá, junto con la UE- se habían dado cita hace apenas tres meses en Cornualles (oeste de Inglaterra). Nada hacía presagiar entonces que iban a tener que reunirse de nuevo en unas circunstancias tan distintas.

En mayo, Joe Biden fue recibido cual salvador tras la turbulenta etapa de Donald Trump. Los líderes internacionales se congratulaban y se hacían fotos con él. Ahora sin embargo le reprochan haber cometido uno de los errores más graves de la historia reciente, que no sólo ha llevado al abismo a Afganistán sino que ha puesto en peligro la seguridad de Occidente.

Tras presidir la reunión, el premier Boris Johnson, en calidad de presidente de turno del G7, explicó que se había acordado una hoja de ruta tanto para las evacuaciones como para la manera en la que se tiene que actuar ahora con el futuro gobierno de Kabul. Eso sí, matizó que “la condición número uno” es que los talibanes tienen que asegurar un “paso seguro” para que todos aquellos que quieran salir del país “tanto para el 31 de agosto como más allá” puedan hacerlo sin correr riesgos.

“Algunos dicen que esto será complicado, pero el G7 cuenta con considerables mecanismos económicos, diplomáticos y políticos para respaldar esa exigencia”, señaló Johnson dejando ver entre líneas que estaban preparados para imponer sanciones.

De hecho, Estados Unidos ya ha congelado casi 9,5 billones de dólares (unos 8.100 millones de euros) en activos pertenecientes al Banco Central de Afganistán para evitar que caigan en manos de los talibanes.

Con todo, a priori, no parece que los radicales estén por la labor de cooperar. El principal portavoz insurgente, Zabihullah Mujahid, anunció ayer en rueda de prensa que los ciudadanos afganos ya no podrán ir al aeropuerto de Kabul, desde donde se están llevando a cabo las evacuaciones. “El Emirato Islámico está tratando realmente de controlar la situación. Ahora el camino al aeropuerto ha sido cerrado. Los afganos no están autorizados a ir allí, (sólo) los extranjeros pueden ir”, matizó, negando que tengan una lista negra. “No perseguimos a nadie. Nos hemos olvidado de todo. Estamos tratando de traer la paz. Nuestro único objetivo es construir nuestro país”, sentenció.

El portavoz aseguró que han impedido a los afganos ir porque la multitud cada vez es mayor y “existe el peligro de que la gente pierda la vida, puede haber una estampida”, y además culpó a los estadounidenses de algunas de las muertes en la zona. “Les pedimos a los estadounidenses que cambien su política y no alienten a los afganos a que se vayan, no alienten a nuestros ingenieros, médicos, militares... Los necesitamos, necesitamos su talento, no los lleven a otros países. En lugar de que trabajen para vosotros en empleos ordinarios, déjenlos trabajar aquí”, subrayó.

Uno de los grandes objetivos del G7 era convencer a los Estados Unidos para que retrasara la retirada de sus tropas más allá del 31 de agosto para poder evacuar a la mayor gente posible. En las últimas semanas se han evacuado a alrededor de 50.000 personas, pero aún quedan muchos afganos que cooperaron con las fuerzas aliadas en los últimos años y ahora están amenazados de muerte.

Pese a las presiones hacia Biden, el G7 fracasó en su intento. La CIA se reunió con los talibanes y la prensa adelantaba ayer que Biden ya ha tomado una decisión de no ampliar el calendario. Al cierre de esta edición, no había confirmación oficial. Aunque es más que probable que Washington no lo comunique hasta finales de esta semana cuando está previsto la reunión de los cinco miembros permanentes del consejo de seguridad de la ONU (Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, China y Francia).

El jefe del Kremlin, Vladímir Putin, adelantó ayer que Rusia no tiene intención de repetir el mismo error que la Unión Soviética e intervenir militarmente en Afganistán. “Evidentemente, no tenemos intención de inmiscuirnos en los asuntos internos de Afganistán, menos aún arrastrar a nuestras Fuerzas Armadas a un conflicto de todos contra todos”, recalcó recordando así la invasión de la URSS en 1979. El repliegue luego en 1989 fue considerado uno de los factores desencadenantes de la desintegración soviética.

Por su parte, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, afirmó que Moscú está dispuesta a que el Consejo de Seguridad de la ONU aborde la situación en Afganistán, si no dominan las “fobias ideológicas” en las discusiones. “Por ejemplo, Josep Borrell (alto representante de Asuntos Exteriores de la Unión Europea), ha dicho que no se debería dejar que Afganistán quede ahora bajo control de Rusia o China. Esta es la política de ‘o con Rusia o con Occidente’ y esto es triste. Es triste que estas personas elaboren la política exterior de la UE”, agregó.

Ante la crisis afgana, la UE incrementará la ayuda humanitaria en 2021 al país asiático hasta los 200 millones de euros, lo que supone cuatro veces más que lo previsto hasta ahora, mientras mantiene suspendido el presupuesto de ayuda al desarrollo, sujeto al respeto de los Derechos Humanos por parte de los radicales. Así lo explicó ayer la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien, tras la reunión del G7, recalcó que el reconocimiento del régimen talibán en Afganistán “no está sobre la mesa”. “Hay conversaciones operacionales que son necesarias para los procedimientos diarios en torno a Kabul y el aeropuerto, pero esto está completamente separado de negociaciones políticas o cualquier cuestión de reconocimiento”, matizó.