Afganistán

Miedo entre los afganos a volver a la Edad Media con el nuevo Emirato islámico

La implantación de la sharía (o ley islámica) amenaza los avances entre las mujeres y las minorías. En 1996 les prohibieron trabajar y escolarizarse

Situación en Kandahar
Situación en KandaharSTRINGERAgencia EFE

Culminada la ofensiva militar fundamentalista con la conquista de Kabul, la comunidad internacional, pero, sobre todo, la sociedad afgana, se preparan para el regreso de formas de gobierno y justicia basadas en la ley islámica o sharía, como ya se han encargado de anticipar los propios talibanes en las últimas horas. Los talibanes, nacidos de la insurgencia que derrotó con apoyo estadounidense a las fuerzas soviéticas, están de regreso. El Emirato ha vuelto. «El pueblo afgano es el principal perdedor y no creo que se vea un fin al conflicto. Los afganos ya vieron cómo quienes cometieron crímenes de guerra en los 90 y destruyeron Kabul acabaron entrando en política y en el Parlamento afgano sin que se hiciera ningún tipo de justicia. Ello genera hastío y, al final, lo que quieren los afganos es que les dejen vivir tranquilos», explica la especialista española en temas de Afganistán y Pakistán, Ana Ballesteros Peiró.

Respecto a las razones del fracaso del Gobierno afgano a la hora de controlar el avance talibán, Ballesteros apunta a varios factores. «La corrupción es obvia, la división y el egoísmo de este liderazgo han arruinado las posibilidades de un renacimiento de la política afgana. Aunque hay generaciones nuevas que participan en la política comprometidos y con ganas de hacer cosas. Creo que el Gobierno de Kabul no acabó de creerse que las tropas extranjeras se retiraban de verdad y eso ha perjudicado su posición», estima a LA RAZÓN la investigadora del Taller de Estudios Internacionales Mediterráneos de la Universidad Autónoma de Madrid.

Ahorcamientos en público

Especialmente difícil será la vida que aguarda a las mujeres, a pesar de que los portavoces talibanes hayan asegurado que «vivirán libremente». En los años en que los talibanes dominaron Afganistán (1996-2001), las mujeres no podían ni trabajar ni recibir educación después de los ocho años. Eran víctimas de flagelaciones, lapidaciones y ahorcamientos en público si la justicia fundamentalista las declaraba adúlteras. Las mujeres tenían que cubrir su rostro y ser acompañadas por familiares masculinos para salir a casa o para ir al médico. La música, la televisión, la literatura y el cine estaban prohibidos. «Observamos en ‘’shock’' completo cómo los talibanes toman el control de Afganistán. Estoy profundamente preocupada por las mujeres, las minorías y los defensores de los derechos humanos», afirmaba este domingo en un tuit la activista paquistaní Malala Yousafzai, premio Nobel 2014 y víctima de los talibanes.

Para los expertos nada hacer indicar que el nuevo poder talibán vaya a diferir de manera significativa del que ejercieron en sus cinco años de dominio. Los portavoces de los fundamentalistas ya avanzan el regreso de la sharía y la segregación por sexos en la educación. A juicio de Ballesteros, «los talibanes son cada vez más vengativos y sus crímenes de guerra se suceden a diario sin que haya reacción internacional».

¿Qué puede hacer ahora la comunidad internacional para evitar la tragedia del pueblo afgano y evitar que el país se convierta en un santuario mundial del yihadismo? «Sancionar a Pakistán. Cuando se apoya de esa manera a unos criminales de guerra y a diferentes grupos terroristas que operan tanto desde su territorio como desde el afgano, hacen falta medidas claras. Se hace con Irán, no conviene seleccionar a quien se le aplica la ley y a quien no en función de nuestros intereses. Hay que ser claros».