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Crimea

La batalla entre Rusia y la OTAN por el control del Mar Negro

La desconfianza entre Rusia y la Alianza se agudiza en las aguas de Crimea. Para el Kremlin la flota de la península, con cerca de 50 buques y 42.000 soldados, es intocable

El Kremlin aseguró haber hecho disparos de advertencia al destructor británico «HMS Defender» cuando éste se adentró tres kilómetros en aguas de Crimea. AP larazonAP

La desconfianza entre la OTAN y Rusia en zona del mar Negro sufrió una nueva escalada de tensión hace unas semanas a raíz de la versión divulgada por Moscú sobre un incidente que involucra a Londres y las fuerzas militares rusas.

El Kremlin aseguró haber hecho disparos de advertencia al destructor de la Armada Real británica «HMS Defender» cuando éste se adentró tres kilómetros en aguas que ellos consideran como propias en el cabo de Fiolent, en Crimea, península que Rusia reclama como propia desde 2014, pero que Reino Unido y la comunidad internacional siguen reconociendo como parte de Ucrania. Londres, con el apoyo de Kiev, aseguró haber realizado un trayecto de «paso inocente», un concepto avalado por la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y que define como la ruta de un barco extranjero por aguas territoriales de otro Estado con una razón justificada y sin perturbar el «orden ni la paz».

La embarcación había salido del puerto ucraniano de Odesa con destino a Batumi (Georgia). Reino Unido niega la existencia de disparos y de bombardeos. «Creo que fue totalmente apropiado usar aguas internacionales y, por cierto, el punto importante es que no reconocemos la anexión rusa de Crimea», dijo entonces «premier» británico, Boris Johnson.

Si bien este hecho es el más notorio desde el fin de la Guerra Fría, por la utilización de munición, Reino Unido y Rusia examinan constantemente su capacidad de respuesta en otros escenarios. Los aviones rusos vuelan con regularidad cerca del espacio aéreo británico y sus buques de guerra navegan por la costa sur del canal de la Mancha y el mar del Norte. En el campo diplomático, Moscú llamó a consultas a la embajadora británica en Rusia, Deborah Bronnert, para presentar una protesta formal. Ambas potencias mantienen estancadas sus relaciones desde el envenenamiento de Sergei Skripal en 2018, un espía doble que reveló la identidad de cientos de agentes rusos mientras estuvo al servicio de espionaje exterior británico, el MI6.

La fuerte respuesta del Kremlin en el mar Negro, incluso advirtiendo con disparar contra barcos extranjeros para afirmar el control de Rusia sobre Crimea y sus aguas costeras, es la replica de una superpotencia cercada por países que considera hostiles a sus intereses y donde un movimiento fuera del esquema diario es visto como una amenaza. Crimea es clave para el Kremlin porque alberga la flota del mar Negro del Ejército ruso con cerca de 50 buques de guerra y 42.000 militares. Moscú mantiene el control del transporte de gas y petróleo en la zona, del que dependen en mayor o menor medida países del entorno. Su extensa presencia asegura un acceso al Mediterraneo por los estrechos del Bósforo y Dardanelo, controlados por Turquía; por aquí transitan al día 2,9 millones de barriles de crudo y 5.500 petroleros.

La rivalidad en la región se remonta a 1991, mientras la OTAN y la UE llenaban el vacío de poder dejado por la desintegración de la URSS, Moscú tuvo que lidiar con la posterior integración de Rumanía y Bulgaria en la OTAN y la UE, con Turquía como parte de la Alianza y con Ucrania, Georgia y Moldavia en estrecha colaboración con Europa. En 2016, la OTAN decidió aumentar la presencia de los aliados en el mar Negro. Las fuerzas terrestres suman 21.000 militares con sede en Craiova (Rumania) y los grupos de mar y aire repartidos en puertos rumanos y búlgaros. Turquía, con la costa más extensa, cuenta con 50.000 soldados (15.000 en activo y 34.000 en la reserva).

En este escenario, el Kremlin vio una oportunidad en el flanco este tirando mano de recursos políticos, económicos y militares. Llevó a cabo una estrategia que se aleja de lo que se conoce como invasión y que en su lugar opta por explotar conflictos étnicos en países que solían estar en su órbita. De esta manera gana influencia en países del antiguo bloque soviético y los mantiene alejados de Occidente. Al final de la Guerra Fría, Rusia se encontró con 25 millones de sus ciudadanos desplazados en el Cáucaso y el mar Negro, población que ha utilizado como punto de lanza para involucrarse en disputas externas. Con una base militar en Armenia, el Kremlin se mantuvo activo en el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán por Nagorno Karabaj. Cuando Georgia emergió como país en 1991, las guerras en Abjasia y Osetia del Sur llevaron al país al límite.