Golpe de Estado
La impactante imagen de la monja Ann frente al Ejército birmano
El gesto heroico de la religiosa birmana evitó un baño de sangre en Kachin. Un centenar de jóvenes pudieron refugiarse en su convento
A la hermana Ann Nu Thawng nada se le pone por delante. Más bien todo lo contrario. El pasado domingo, fue ella quien armándose de coraje se apostó frente a un nutrido grupo de policías armados en las calles de Myitkyina, la capital del estado birmano de Kachin. De rodillas y con las manos entrelazadas, la hermana Ann les rogó que no dispararan a la multitud de jóvenes que protestaban pacíficamente contra el golpe de Estado que el Ejército perpetró hace ya más de un mes. Y lo consiguió.
Gracias a su valentía, un centenar de jóvenes lograron escapar y encontrar refugio en el convento donde vive esta monja de la congregación de San Francisco Javier. Según su relato, aquella jornada –una de las más sangrientas registradas en el país desde la asonada–, se encontraba trabajando en la clínica que administra su orden religiosa cuando comenzó a escuchar cómo la situación en las calles empeoraba. Al salir, se encontró a numerosos jóvenes corriendo tratando de escapar de la Policía y los soldados mientras estos les disparaban.
«Cuando vi ese escenario, sentí que era como una zona de batalla», explicó. Fue entonces cuando decidió interponerse para defenderlos y tras recibir golpes en la pierna y en el pecho, pidió a los uniformados que dejaran de usar la violencia contra los ciudadanos. La imagen con la valiente intervención de la profesa, que dio la vuelta al mundo gracias a que fue compartida en las redes sociales, ha sido equiparada a la del hombre frente al tanque en Tiananmen en el año 1989. Si en aquel entonces su gesto fue más simbólico, en esta ocasión su bravura sí logro impedir un mal mayor en esa ciudad, en un día en el que el país registró 18 muertos a manos de los militares. La represión continúa y el miércoles se sumaron 38 nuevas vídas segadas por la Junta.
«Soy monja pero también soy ciudadana. Como monja, rezo con mis hermanas por el regreso de la paz y la libertad a nuestro país. Pero, como ciudadana, sé que la oración no es suficiente y que también debemos actuar; así que si esta foto puede ayudarnos a recuperar nuestros derechos, y si puede crear conciencia en otros países y ayudarnos, creo que es algo bueno», afirmó al diario «Le Figaro» tras conocer el alcance de su acción en el exterior.
Razones para querer que el país regrese a la senda democrática que el levantamiento desterró no le faltan. «Tengo la edad suficiente para conocer la realidad de la dictadura y la ausencia de elección, de libertades. Pienso en los jóvenes de mi país: tienen razón en resistir, no quiero que sepan las atrocidades que hemos vivido en el pasado», explica la religiosa que vivió en su juventud bajo el mando militar y sufrió en primera persona la brutalidad de los uniformados. «Cuando era joven, en mi pueblo, vi a muchos soldados atacando a la multitud. Estábamos acostumbrados a la represión y las heridas. Sé de lo que son capaces», añade.
El estado de Kachin es un bastión cristiano en esta nación de mayoría budista. Allí, sus habitantes han luchado por la autodeterminación y la autonomía desde 1961, pero como la mayoría de las minorías étnicas siempre han salido malparados y sus derechos han quedado desatendidos. Sin embargo, el pasado no ha impedido que en esta ocasión sacerdotes, monjas y laicos hayan rezado y cantado canciones evangélicas por la paz y se hayan movilizado frente a iglesias y conventos sosteniendo carteles para mostrar su solidaridad con el resto del pueblo birmano mientras cientos de manifestantes antigolpistas marchan a diario por las calles. Movilizaciones como las que el país volvió a vivir ayer en numerosos rincones del país.
En ellas, los manifestantes trataron de honrar la memoria de las 38 personas que murieron el miércoles en la jornada más sangrienta vivida en el país desde el pasado 1 de febrero. Además, más de 100 personas resultaron heridas por la violencia policial. Pero ayer, una vez más, las calles se llenaron de indignación y rabia mientras se celebraron funerales y ceremonias en honor a algunos de los manifestantes fallecidos por disparos de las Fuerzas de Seguridad. La Policía respondió con gases lacrimógenos, pelotas de goma, cañones de agua y munición real, aunque a última hora de ayer no se habían registrado víctimas mortales. Hasta la fecha, los militares han segado la vida de medio centenar de personas y detenido a unas 1.200.
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