China
Guerra de sanciones entre Estados Unidos y China
Máxima tensión en el mar de China Meriodional. Pompeo acusa a las autoridades de hacer «bullying» y Pekín castiga a una empresa militar de EE UU por vender armas a Taiwán
Como ya venía avisando tiempo atrás, Pekín no va a dejar sin réplica el más mínimo desafío a su soberanía. El gigante asiático anunció ayer que impondrá sanciones a la empresa norteamericana Lockheed Martin después de que esta haya acordado venderle armas a Taiwán, un estado independiente de facto que, por el contrario, China considera parte inalienable de su territorio.
El acuerdo entre Taipéi y la compañía estadounidense convertía de nuevo al archipiélago asiático en un punto de fricción entre las dos mayores economías del planeta, que mantienen una relación cada vez más tensa consecuencia de este tipo de acciones.
“Para salvaguardar los intereses del país, China ha decidido tomar los pasos necesarios y aplicar sanciones al principal proveedor de esta venta”, afirmó el portavoz del Ministerio de Exteriores, Zhao Lijian. Con sus palabras, Zhao apuntaba a Washington y le advertía de que no debería venderle armas a Taiwán para “evitar que se dañen más las relaciones entre China y EE UU”.
Sin embargo, Lockheed Martin ya es desde la semana una de las beneficiarias de las ventas militares aprobadas por Washington para modernizar el arsenal de misiles tierra-aire Patriot de Taiwán por valor de 620 millones de dólares. Por eso, aunque todavía no se han especificado las sanciones, China no ha dudado en castigar a una empresa que con su acción armará a un territorio que parece querer alejarse cada vez más de Pekín.
Con ello ha quedado de manifiesto la maltrecha relación entre EE UU y China, que a los continuos enfrentamientos derivados de la guerra comercial, el coronavirus o las situaciones en Xinjinag o Hong Kong, ahora también suma esta controvertida venta de armas y la oposición de Estados Unidos a los intereses de Pekín en el mar de China Meridional.
El pasado lunes, el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, expresó el rechazo de EEUU a la mayor parte de las reclamaciones de soberanía china. “Son completamente ilegales, como lo es su campaña de coerción para controlarlos. El mundo no permitirá que Pekín trate el mar de China Meridional como su imperio marítimo”, declaró.
Sus palabras rompían la neutralidad abanderada por el país norteamericano, que hasta la fecha tan solo había enviado a la zona -para enfado de Pekín- algún buque con el fin de mostrar su apuesta por la libertad de navegación.
El conflicto reside en que China se atribuye la soberanía del 80% de las aguas del mar de China Meridional que, a su vez, otros cinco países de la región (Vietnam, Filipinas, Taiwán, Malasia y Brunei) también reclaman. La zona es de vital importancia para estas naciones tanto por su valor estratégico –por allí circulan cinco billones de euros anuales en mercancías-, como por los recursos minerales y pesqueros que existen.
Por eso, tras las declaraciones de Pompeo, la respuesta desde la capital china no se hizo esperar. El portavoz del Ministerio de Exteriores, Zhao Lijian, no dudó en asegurar que su país no tiene esas pretensiones y acusó a Washington de tratar de estropear la relación entre los países asiáticos.
“China trata a sus vecinos de igual a igual y ejerce la mayor contención posible”, agregó.
Sin embargo, la realidad es que la nación comunista lleva tiempo apuntalando allí sus intereses. Además de construir una polémica cadena de islas artificiales con instalaciones militares incluidas, ha establecido dos distritos administrativos en la región dando por sentado que son parte de su territorio. Ambas acciones se han encontrado con la oposición del resto de contendientes e incluso del tribunal de La Haya, que cuatro años atrás se pronunció para mostrar su rechazo a la mayoría de las reclamaciones de Pekín en esa zona.
Muchos frentes abiertos para un país que no ha dejado de estar en el candelero en los últimos meses. Si bien India, Australia, Reino Unido o Canadá han tenido encontronazos con China recientemente, ahora le ha tocado a Estados Unidos y a Japón, cuyo primer ministro, Shinzo Abe, expresó ayer su “gran preocupación” por las reclamaciones de soberanía de Pekín en el mar del Sur y en el mar del Este de China, donde también mantiene una disputa con Pekín por las islas Sensaku o Diaoyu, según se lean en japonés o mandarín.
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