Coronavirus

España e Italia se plantan ante la falta de ambición de la UE contra el coronavirus

Pedro Sánchez y Giuseppe Conte piden un plan de acción económico contundente en un plazo de 15 días para hacer frente a la pandemia

España pide en G20 una acción global que transmita confianza en los mercados
Pedro Sánchez, participa en la cumbre virtual de líderes del G20 que se celebra este juevesBorja Puig de la BellacasaAgencia EFE

Las palomas dicen Nein (“no” en alemán). Ante el veto perseverante de los países del Norte a apoyar mecanismos de solidaridad para lidiar con la crisis del coronavirus, Italia y España amenazaron durante la cumbre celebrada durante este jueves con no firmar el texto de conclusiones de la cumbre europea. Al final, como modo de sellar la paz entre halcones y palomas, Roma y Madrid consiguieron que prosperase un ultimátum de 15 días. En ese lapso de tiempo, los ministros de economía y finanzas del Eurogrupo deben presentar una nueva batería de propuestas que según reza el texto de conclusiones, “tenga en cuenta la naturaleza sin precedentes del COVID-19”. Además, los Veintisiete invitan a la presidenta del ejecutivo comunitario, Úrsula von der Leyen y al presidente del Consejo, Charles Michel a que preparen un plan de recuperación y una estrategia de salida -en consultas con el Banco Central Europeo y otras instituciones- para cuándo la UE vuelva a la normalidad.

El club comunitario vuelve a verse atenazado por la parálisis a la hora de afrontar los retos de una nueva crisis de consecuencias devastadoras. Los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete se volvieron a reunir ayer con el Norte y el Sur más enfrentados que nunca, escenificando -casi sin matices nuevos- los personajes y los libretos de los peores momentos de la crisis de deuda. En esta ocasión, ni las escalofriantes cifras de muertos ni los estragos económicos consiguen que las capitales se muevan a al celeridad requerida. Los Veintisiete vuelven a encontrarse sobrepasados por las circunstancias y actuando a rebufo de unos acontecimientos que se suceden a velocidad de vértigo.

Consciente de las diferencias, el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, utilizó su autoridad moral como gran héroe de las crisis económica para pedir a las cancillerías una respuesta rápida y eficaz a través de las páginas del rotativo británico Financial Times, en un artículo publicado antes de la celebración la cumbre: “Enfrentados a circunstancias imprevistas, un cambio de mentalidad es tan necesaria en esta crisis como lo sería en tiempos de guerra. El shock al que nos enfrentamos no es cíclico. La pérdida de ingresos no es el fallo de ninguno de los que lo sufren. El coste de la vacilación puede ser irreversible. La memoria del sufrimiento de los europeos durante los años Veinte del pasado siglo es suficiente como relato admonitorio”. En el mismo texto Draghi también asegura que el endeudamiento de los Estados resulta inevitable y apuesta también por la cancelación de la deuda pública.

Un mensaje que contiene varios dardos envenenados al grupo de los halcones en el que se encuentran capitales como la Haya, Berlín y Helsinki, partidarios de parapetarse tras la artillería pesada del Banco Central Europeo y de retrasar cualquier decisión de calado que suponga compartir riesgos con los países del Sur y arrimar el hombro. Vuelve a imponerse el dogma de que ayudar a los países con unas cuentas precarias supone un “riesgo moral” ya que alienta comportamientos irresponsables. “Nein” vuelve a convertirse en el monosílabo preferido de la canciller alemana Ángela Merkel, aunque ahora comience a ser proferido por Pedro Sánchez y Giuseppe Conte. Se desconoce hasta cuándo continuará esta estrategia.

La presidenta del ejecutivo comunitario, Úrsula von der Leyen, también utilizó ayer el debate en el Parlamento Europeo- reunido en sesión extraordinaria- para erigirse en Pepito Grillo. “Parte de lo acontecido las últimas semanas resulta doloroso de relatar. Cuando Europa realmente necesitaba apoyo mutuo, hubo demasiados que solo miraron por su propio interés en un primer momento. Cuando Europa necesitaba un afán de ‘todos para uno’, hubo demasiados que optaron por responder que ‘todo para mí’ en un primer momento”, aseguró la política alemana hablando en pasado, pero refiriéndose claramente también a la situación presente. Por si había dudas, Von der Leyen se preguntó si “¿Nos dividirá este virus definitivamente entre ricos y pobres? ¿Entre los que tienen mucho y los que no tienen nada o nos mantendremos como un continente sólido?” para después pedir a las capitales que actuasen “con un corazón grande, no con Veintisiete pequeños”.

Antes de esta reunión, un grupo liderado por Francia Italia y España quiso dejar claro mediante una misiva firmada por un total de nueve países y que incluye también a Bélgica, Grecia, Portugal, Luxemburgo, Eslovenia e Irlanda la necesidad de trabajar “en un instrumento de deuda común emitido por una institución europea para recaudar fondos en el mercado sobre la misma base y en beneficio de todos los Estados miembros, asegurando así una financiación estable a largo plazo para las políticas requeridas para contrarrestar los daños causados por esta pandemia”. Una alusión directa a la emisión de eurobonos – bautizados ahora como coronabonos, ya que estarían limitados a la respuesta a esta crisis- por parte de mecanismos como el fondo de rescate (MEDE) o el Banco Europeo de Inversiones (BEI)” Una opción que sigue levantando ampollas en el otro bando partidario de la ortodoxia.

A pesar lo imperioso de este requerimiento, el último borrador de las conclusiones pulido por los embajadores de los Veintisiete en la mañana de ayer no menciona ningún tipo de iniciativa concreta ni a largo ni a corto plazo. En la pasada reunión de este martes, los ministros de Economía y Finanzas de la UE llegaron a un un amplio consenso para que el fondo de rescate europeo (MEDE) pudiese activar una de sus líneas de liquidez a corto plazo, disponible para los países que se enfrentasen a problemas de financiación en los mercados, tras el aumento del gasto público. La unanimidad no fue posible ya que capitales como París, Roma y Madrid temen que este auxilio venga aparejado a un rescate más o menos encubierto, en forma de drásticos recortes en el medio y largo plazo y necesitan aclarar este punto antes de dar luz verde.

Si bien el primer borrador de conclusiones de esta cumbre aludía a la utilización de este fondo sin detalles concretos, el nuevo texto elimina cualquier alusión al MEDE.