Nueva York
Susana Fortes novela el trágico amor de Robert Capa
La escritora ganó ayer el Premio Fernando Lara con una novela sobre la relación entre el gran fotoperiodista Robert Capa y la fotógrafa Gerda Taro en la Guerra Civil.
Esta es una historia de amor, acción y misterio. Es la historia de los fotógrafos Robert Capa (1913-1954) y Gerda Taro (1910-1937), de la relación sentimental que mantuvieron durante algo más de dos años y del tiempo que ambos pasaron en España fotografiando los desastres de la Guerra Civil. Puede que suene a historia ya enterrada, a pasado. Nada más lejos de la realidad. El destino, el azar y el trabajo minucioso de un hombre llamado Emérico Chiki Weisz han propiciado que este episodio vuelva al primer plano de la actualidad gracias a la aparición, hace algo más de un año, de una maleta con 3.500 negativos de Capa, Taro y David Chim Seymour sobre la contienda española, hallada en México y que ahora se encuentra en el Intertional Center of Photography (ICP) de Nueva York. Cuando la escritora Susana Fortes (Pontevedra, 1959) leyó la noticia del hallazgo de la maleta, considerado un botín de incalculable valor histórico, supo que tenía entre las manos un material de primera para hacer una novela. Así que se puso manos a la obra hasta que logró terminar la historia. Este libro se titula «Esperando a Robert Capa» y anoche se alzó con el XIV Premio de Novela Fernando Lara, convocado por la editorial Planeta y la Fundación José Manuel Lara y dotado con 120.000 euros. El libro se presentó con el título «Flores de magnesio» y aparecía firmado por Victor Laszlo, pseudónimo que escondía el nombre de Susana Fortes, quien ayer recibió el galardón en el transcurso de una cena en el Real Alcázar de Sevilla. Hasta ahora, la relación de Robert Capa con la malograda Gerda Taro había sido objeto de estudio para historiadores. Ambos fueron grandes fotógrafos (a pesar de que la historia la ha relegado a ella a un segundo plano) que eligieron la aventura y el compromiso como modo de vida. «Eran guapos valientes y asilvestrados», dijo Fortes tras agradecer el premio a los miembros del jurado. «Los dos personajes crearon su propia leyenda, se la creyeron y fueron fieles a ella hasta el final», añadió.Él era un húngaro nómada que se había marchado de su país a los 18 años. En Francia trabajaba como reportero gráfico en la revista «Regards» cubriendo las movilizaciones del Frente Popular. Ella había nacido en la ciudad alemana de Stuttgart en una familia de origen judío y, cuando el nazismo se hizo fuerte, tuvo que huir a París. Allí conoció a Capa y se hicieron novios. Él la enseñó todo lo que sabía sobre fotografía. Una vez curtida, decidieron sellar una alianza. Con el fin de evitar la extradición a la Alemania nazi (a los periodistas se les concedía permiso de residencia), ambos decidieron inventarse el nombre del fotógrafo norteamericano Robert Capa, seudónimo que usaron al principio para firmar sus trabajos. En realidad, él se llamaba Ernest Friedmann y ella Gerta Pohorylle y compartían, entre otras cosas, una conciencia social y un antifascismo militante que les llevó a cruzar la frontera española en agosto de 1936, después del estallido de la Guerra Civil. Él venía «armado» con una cámara Leica y ella con una Rolleiflex.Juntos fotografiaron el drama humano desde el frente republicano con un estilo directo y sin concesiones. Su imagen más famosa fue «Muerte de un miliciano». Hasta que la mala suerte se cebó con ella. En 1937, Gerda fue aplastada accidentalmente por un tanque republicano. La trasladaron al hospital de El Escorial, donde murió pocas horas después. Su cuerpo fue llevado a París y allí recibió honores de heroína. Tenía 27 años y el mito acababa de nacer. En «Esperando a Robert Capa», Susana Fortes ha novelado la historia de amor entre los dos fotógrafos en un «mundo de situaciones y pasiones límites» y con «clima moral muy parecido al de "Casablanca"», apostilló. «El arranque está inspirado en una fotografía en la que se ve a Gerda en pijama esperando a Capa en una habitación de hotel», avanzó Fortes, quien añadió que el amor, la guerra y la fotografía marcaron sus vidas. «El suyo fue un amor difícil, distinto a las pautas habituales de las relaciones de entonces».Aún quedan rincones oscuros por descubrir en toda esta historia. Quizá ayude algo la investigación de los negativos que aparecieron en enero de 2008. Hace unas semanas el ICP de Nueva York concluyó la digitalización de todos ellos. Este tesoro había estado perdido casi setenta años. Fue Emérico Chiki Weisz, ayudante y amigo de Capa, quien en 1940 se la entregó a un general mexicano para que la salvara de las garras nazis. Detrás hay una historia de misterio.
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