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Norman Foster lo gana todo
El Premio Príncipe de Asturias de las Artes distingue «al arquitecto de la era global» por su «original dominio del espacio, la luz y la materia»
Norman Foster sigue acaparando hitos, encargos y premios. Ayer consiguió el Príncipe de Asturias de las Artes, un galardón que se suma al Pritzker y al Mies van der Rohe, por citar dos de los más importantes reconocimientos de la profesión. El arquitecto y urbanista británico (Manchester, 1935) ha sido distinguido en esta ocasión por haber desarrollado «una obra de alcance universal» que «conjuga la calidad estética, la reflexión intelectual y el diálogo entre territorio y ciudadanía a través de un original dominio del espacio, la luz y la materia», según el fallo del jurado.
En España ha firmado varios proyectos, entre los que destaca una de las cuatro torres del complejo de la antigua ciudad deportiva del Real Madrid, el metro de Bilbao, el centro de congresos de Valencia y la torre de comunicación Collserola en Barcelona, donde también intervendrá en la remodelación del Camp Nou. También es suyo el diseño de las gasolineras Repsol y uno de los futuros edificios del Campus de la Justicia de Madrid.
Las cifras que mueve Foster son mastodónticas. En su estudio, Foster+Partners, trabajan mil personas (aunque la crisis le ha llevado a anunciar despidos) y ha construido en los cinco continentes. Es autor del aeropuerto más grande del mundo, el de Pekín, y también del viaducto Millau, el puente más alto, con 343 metros. Obras emblemáticas fueron la cúpula de cristal del Reichstag, el edificio Hearst de Nueva York y la sede del banco de Hong-Kong y Shangai en 1985. Uno de sus planes más ambiciosos es el diseño de la primera ciudad sostenible en Abu Dabhi.
Lord Foster, casado con la española Elena Ochoa, es un genuino representante de la arquitectura «high tech», pero defiende la sostenibilidad como un pilar irrenunciable de su trabajo. Es la cabeza más visible de ese grupo de arquitectos estrella que han conseguido impactar al mundo entero con el diseño de edificios sorprendentes y audaces. Para el británico, la ciudad ideal es un lugar de encuentro, con una amplia variedad de gente, gran mezcla de actividades, que aprende de la ciudad tradicional. «En ella hay mucho espacio verde, se puede ir muy rápido de un lugar a otro, tiene una alta densidad de infraestructuras, increíbles conexiones, excelente transporte público y coches limpios, más seguros y más ecológicos». Ayer, después de almorzar con la reina Isabel II en el palacio de Buckingham, agradeció el galardón y dijo a Efe que «España tiene una tradición arquitectónica extraordinaria».
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