Presentación
«Hemos pasado de la represión sexual al pornocapitalismo»
A David Barba le van los retos bizarros. Como convivir un año con Nacho Vidal para publicar después un libro. O reunirse con un centenar de famosos, desde Víctor Manuel a Santiago Carrillo, de Francisco Umbral a Lorena Berdún, para escribir «100 españoles y el sexo» (Plaza & Janés), que publica ahora. Barcelonés del 73, le cunde el tiempo: es sociólogo, escritor y periodista. Dirige la programación de Getafe Negro, coordina el Fórum Mistérico FNAC y da clases de Meditación en la UAB.
-Publica el libro «100 españoles y el sexo». ¿Nos da una idea de cómo somos los otros 47 millones?
-Por supuesto. Nos muestra cómo España es un país bipolar: ha pasado, sin solución de continuidad, del nacionalcatolicismo a la postmodernidad, de las misas en familia del padre Peyton al «edredoning» de «Gran Hermano».
-Entonces, ¿somos ya mayores de edad, al menos en el sexo?
-Sí, aunque sigue existiendo represión sexual. Es cierto que el hombre español es un tigre en la cama, hablando desde el tópico. Pero hemos visto mucho porno y ese modelo de sexualidad se ha instalado en nuestros dormitorios.
-¿Quién le ha sorprendido más?
-Fraga. Bueno, no, porque cuando le pregunté si veía películas porno dio un puñetazo sobre la mesa y casi me echa. Lo sorprendente es que Alfredo Landa me invitó a pimplarme con él dos botellas de Rioja y me contó su vida; que Boris Izaguirre, tras narrarme miles de anécdotas sobre orgasmos vertiginosos, me confesó que es un adicto al matrimonio y a la fidelidad; y las aventuras sexuales y la curiosidad de Verónica Echegui, junto a su inteligencia y profundidad...
-Y, después de pasar un año con Nacho Vidal, ¿aún le choca algo?
-Estoy curado de espanto. Aquel libro fue el origen de éste. Quería saber cómo es posible que España viva un segundo destape. Estamos todos continuamente pendientes del sexo: los creativos publicitarios, el mundo de la moda, el de la la cirugía estética, los programadores de televisión...
-O sea, hemos cambiado a las suecas por nuevas obsesiones.
-Sí. Hemos sustituido la represión sexual del franquismo por otra más sutil en manos de creativos, diseñadores, tertulianos del corazón... Hemos pasado al hiperconsumismo; vivimos en la era del pornocapitalismo.
-Dice una vieja frase que el nacionalismo es un mal que se cura viajando. ¿También se curaría...?
-Por supuesto: el nacionalismo se cura en la cama. Y el carlismo, muy presente en este país, se cura leyendo «100 españoles y el sexo».
-Al final, en qué quedamos, ¿el tamaño importa o no?
-Importa: las mujeres hablan cada vez más de eso. No importa sólo si eres Nacho Vidal. Lo más duro de esta sociedad es que han triunfado los «frikis». Se lo dice Berlusconi a Lazarov: «Valerio, en la tele ponme a gente muy guapa o muy fea. Los normales no nos interesan».
-¿Por qué los escándalos políticos aquí son de dinero y casi nunca de liguero, como en Inglaterra?
-Por dos razones. Una, porque la doble moral española está tan arraigada que todo el mundo es cómplice. Da igual lo que hagas, siempre que sea en la intimidad. Segundo, tenemos una prensa que se acoquina fácilmente.
-¿Le recetaría viagra al Gobierno para salir adelante?
-Sería bueno que la clase política se retirara al burdel y le financiáramos una vida de ocio para que no siga molestando.
-¿No da pavor que nos dirijamos hacia un mundo de sexo virtual?
-Sí, vamos hacia una escisión entre cuerpo y mente y entre el yo y el tú, hacia un mundo de sucedáneos. «Matrix» ha llegado a la cama.
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