Balón de Oro
El delantero que nunca se rinde
«Fue un error no fichar a Drogba por 110.000 euros», reconocía Arsene Wenger hace unas semanas. El entrenador del Arsenal observó a Drogba hace siete años, cuando todavía jugaba en el Le Mans, de la Segunda División francesa, pero no se atrevió a ficharlo. «No estaba preparado», asegura el técnico francés. «Además, ya teníamos a Henry». Unos años después, Mourinho debió ver en el delantero marfileño algo que Wenger no había visto y se lo llevó al Chelsea por 37 millones y medio de euros en el verano de 2004. Pero la culpa de que Drogba sea uno de los delanteros que más miedo provocan en cualquier defensa la tiene su tío, Michel Goba, que también fue futbolista. «¿Qué haces ahí? Vete para arriba, que la gente sólo mira a los delanteros», le dijo cuando sólo tenía doce años. Y el pequeño Didier se convenció de que debía dejar de jugar de lateral derecho. Le costó, porque sus padres querían que estudiara antes de dedicarse al fútbol. Un año se quedó sin jugar por culpa de las malas notas, pero Drogba no se rinde. Ni ante las lesiones ni ante la desconfianza de los entrenadores. Como le ocurrió en su última temporada en el Le Mans antes de ser traspasado al Guingamp. Thierry Goudet, su entrenador, prefería a Daniel Cousin, un voluntarioso delantero que ahora se gana la vida en el Hull City. Tardó en llegar a la Primera División. No se estrenó hasta los 24 años, pero desde entonces no ha parado de crecer. En parte por su fútbol y en parte por su orgullo de ganador. El mismo que le hizo no colgarse del cuello la medalla de subcampeón de la Copa de la UEFA en 2004 cuando jugaba en el Marsella y perdió la final contra el Valencia de Benítez. El que le hace tener grabada en la memoria la final de la Liga de Campeones del año pasado, que perdió el Chelsea contra el Manchester. «Desde que estoy en el Chelsea, hay recuerdos que no puedo olvidar, como la final ante el United. Pero creo que lo mejor está por llegar», advierte antes de enfrentarse al Barcelona. Con el equipo de Abramovich lo ha ganado todo menos la Copa de Europa y esta noche, contra el Barcelona, empieza su carrera para olvidar frustraciones pasadas. «Sé que es una competición que todos los simpatizantes del Chelsea desean ganar y eso lo voy a recordar siempre. La última temporada estuvimos muy cerca de ganarla y ahora queremos repetir. Será difícil, pero no imposible», asegura. Y si la gana, la dedicatoria será para las 19 víctimas de la avalancha en el estadio de Abiyán antes del Costa de Marfil-Malawi. Él, como todos sus compañeros de selección, sólo se enteró de la tragedia después del partido que ganaron por 5-0. El otro recordatorio será para su tío, que a los doce años le dijo que se fuera hacia delante y desde entonces no ha parado de avanzar.
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