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Los Grimaldi amplían temporada en Ibiza por Jesús MARIÑAS
Allí no hay crsisis que valga, Ibiza marca pautas tal si aún estuviéramos en los floridos años 70 que Ricardo Urgell y Carlos Martotell aligeraron de olor a neftalina y melancolía en Pachá, el escenario imperecedero. La mítica discoteca da nombre actualmente a la ligera embarcación de los Grimaldi, el yate Pacha III, en sus prospecciones mediterráneas siempre animadas por la juerga pese a la introspección del príncipe Alberto. Andrea, siempre jaranero, la bellísima Carlota y su novieta Beatrice Barromeo se apuntan al cerrojazo ibicenco disfrutando por primera vez en solitario del yate principesco, tan evocador de fastos en pos de alguna cala virgen. Aún puede encontrarse y lupa en mano también las rastrean los miles de fans que estos días abarrotan aquello prolongando la temporada para decir adiós a la locura estival del combate entre disc-jockeys.
El ambiente se respira en lugares como el atestado hotel Ushuaïa Ibiza Beach de Abel Matutes, que se ha convertido en lo más y aún conserva el recuerdo juvenil de un Jesús Vázquez, que animó aquello en tiempos de dislocada soltería. El hotel está en voga y hace cuatro noches recibió hasta seis mil espectadores ante el remate veraniego que acentúa la melancolía de estos días, donde el mar tiene reflejos plateados, casi inéditos.
A esta ampliación del «dolce far niente» –que en nada se asemeja a la asfixiante Ibiza agosteña–, se une el gobierno de Vicente Serra que, con su esposa Ruth, presidió en la noche del miércoles el desfile Aires Adlib, que recuperó estilo, modos, producción casi artesanal y pasarela, con Laura Sánchez, Elizabeth Reyes y una desmelenada Mireia Canalda. La gala se celebró en el marco también único del Ca Na Xica, que ofrece tan sólo seis habitaciones donde apartarse del mundanal ruido. Volvieron por sus fueros, tradición y trabajos de siempre, salvo algunos excesos fuera de lugar protagonizados por el argentino Rubén Perlotti, que parece no haberse enterado de los planes restablecedores de la indumentaria tan patente de trajes blancos. Sus diseños parecen ideados para Evita Perón y «cantaron» en una noche mágica.
También se vieron animadas sonrisas en las multitudinarias jugadas del European Poker Tour montado en el Casino ibicenco. Novecientos participantes entre los que destacó Mark Vanderloo, enfrascado en el juego para ver quién se llevaba los cien mil euros del premio. Amadrinó el encuentro la luminosidad de Ivonne Reyes, vestida de gala con brillantes, y Jaime Martínez Bordiú paseó sin ningún tipo de nostalgias con su entrañable novia Marta, mientras contaba que este verano supuso «un trago ver el Pazo de Meirás sin intimidad familiar, al estar atestado de curiosos en pos de la Historia de España».
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