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Ciclismo
La Farrapona elige a Wiggins
Chris Froome entró en meta señalando a Brad Wiggins, su jefe en el equipo Sky, el líder de la Vuelta. Froome, el hombre más cercano al maillot rojo por sentimiento y por tiempos traducía con su dedo las palabras de la carretera, que ha elegido al británico como el dueño de la Vuelta.
Queda tiempo, hay que subir hoy el Angliru y el miércoles Peña Cabarga, pero Wiggins ofrece cada vez más muestras de solidez. Ayer se esperaba que fallara, no resistiría los ataques de Purito Rodríguez ni el ritmo constante de Nibali. Pero fueron ellos dos los que se quedaron por el camino, derrotados por la poderosa arrancada de Juanjo Cobo, el mejor español en la clasificación, el hombre que ha dado la vuelta a la carrera.
Fue su ataque el único que removió a los favoritos. Tenía por delante a su compañero David de la Fuente y a Taaramae. Y se fue a por ellos, con la etapa en las piernas y el podio en la cabeza. No llegó a tiempo. Matxin, su director, ordenó parar a De la Fuente, buscaba la general. «Vamos a luchar por ganar la Vuelta», reconoció después. Y en ese esfuerzo dejó la etapa en las manos de Taaramae. El estonio del Cofidis se marchó solo hacia la victoria. Era su compensación, el premio recibido con dos años de retraso después de que en 2009 se quedara clavado en las rampas del Xorret de Catí cuando estaba escapado.
Ayer no le paró nadie. Cobo no llegó y los de atrás bastante tenían con resistir. Se descolgaron Purito y Nibali, también Kessiakoff, y el Sky convirtió los últimos kilómetros del ascenso a La Farrapona en una carrera de relevos. Wiggins no dejó que todo el esfuerzo fuera de su compañero Froom y se animó a ponerse en cabeza para alejar más a los que parecían sus enemigos más peligrosos. Aunque allí seguía Mollema. El holandés del Rabobank, que ya fue líder después de ascender La Covatilla, se ha educado en la cultura del sufrimiento y la resistencia, en el mountain bike. Es extraño verlo atacar, casi imposible, pero más raro es verle desfallecer. Allí estaba también Menchov, convertido en gregario cualificado de Cobo para completar la exhibición del Geox. Y todavía espera su oportunidad.
Wiggins y Froome consiguieron que la diferencia de Cobo en la etapa se limitara a 20 segundos. Pero consiguieron 1:21 de ventaja sobre Purito y Nibali. «He tenido una crisis de hambre», se justificaba Nibali en la meta. Una pájara como la que sufrió Purito en La Covatilla. El catalán no encontraba excusas. «Estoy muerto», afirmó después de que su equipo lo intentara todo. Dos veces atacó Dani Moreno con la esperanza de que su líder llegara a su altura. Pero no pudo. Cuando Purito se quedó, Dani miraba para atrás, con la duda de quedarse a ayudar o proteger su clasificación. Eligió lo segundo, consciente de que Joaquín Rodríguez ya se ha olvidado del triunfo final. Después, él también sufrió hasta quedarse descolgado.
«No se puede hacer nada más. Hemos intentado mover la carrera, pero no se puede hacer otra cosa», se lamenta. «No he tenido mi mejor día, pero mañana volveremos a ser valientes», amenaza. No tiene otra solución. Como Nibali. Aunque Wiggins se siente confiado. «Sé que en el Angliru voy a sufrir, pero los demás también van a sufrir», afirma. Pero sólo a él le basta con resistir.
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