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Historia

Barcelona

Bravo Luis

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He colaborado con Luis Del Olmo un saco de años. Y los recuerdos son formidables. «El Debate del Estado de la Nación», las tertulias, los viajes… Aquel en autobús, rumbo a Ponferrada, con María Dolores Pradera cantando acompañada de Los Gemelos resultó insuperable. Luis no es fácil, como todos los grandes, y Del Olmo lo es no sólo por su estatura física. Tiene genio, carácter y cuando algo sale mal vuelan los papeles por el estudio. «El Debate» lo dirigía magistralmente, con un sentido del tiempo y la oportunidad admirables. Se han ido muchos.

Quedamos Antonio Mingote, Luis Del Olmo y el que escribe. «Tip», Antonio Ozores, Chumy Chúmez, Manolo Summers, Gila… Y de los tertulianos, fundamentalmente para mí, Juan Antonio Vallejo-Nágera y Alberto Closas, con los que compartí centenares de las mañanas de los martes.

Luis no se casaba con nadie. Su actitud ante el terrorismo etarra durante los años más sangrientos le puso en el disparadero. Contribuyó a ello su entrevista a Jon Idígoras, que éste último, cobarde como todos los cómplices de la muerte, no pudo soportar. Luis le llamó «asesino», si mal no recuerdo. Años más tarde, un guardia municipal de Barcelona murió tiroteado por el comando de la ETA que se dirigía a asesinar a Luis Del Olmo.

Si alguien me preguntara por la inclinación ideológica de Luis, mi respuesta sería que de centro-izquierda. Es un juicio de valor. Pero su independencia profesional ha sobrevolado siempre sus ideas y hasta sus compromisos. Se ponía un poco pesado con los de la inmersión lingüística de Cataluña, y cuando los tertulianos le concedimos el «Premio Tarugo» a Jordi Pujol, no lo pasó bien.

Justo es reconocer que el entonces Presidente de la Generalidad recibió con gran sentido del humor el «Tarugo» –que era de plata, quizá por ello–, reuniéndonos en el Club del Liceo, salvado milagrosamente del fuego que destruyó el gran teatro, y conservando su maravillosa galería con los cuadros de Ramón Casas y Carbó. Aquel día, Javier Tusell, entusiasmado con Pujol, a punto estuvo de besar al Presidente de la Generalidad entre el regocijo de sus colegas.

Luis, que fue el pilar de Radio Nacional, la COPE y Onda Cero, se mantiene en la radio, su vida y su droga, en la cadena Punto Radio de Vocento. Se trata de una cadena más modesta, pero la calidad de su trabajo, su genialidad radiofónica y su magisterio se concentran en su programa. Y su valentía. Pocos días atrás entrevistó al Hijo Predilecto de Gijón con los votos del Partido Popular, Santiago Carrillo. Y cuando no se lo esperaba, Luis le lanzó esta pregunta: «¿ Usted ya ha dicho todo lo que tenía que decir a propósito de Paracuellos?». La respuesta del responsable de cinco mil asesinatos –niños incluídos–, se convirtió en un acta de autoacusación: «Luis, váyase usted al infierno. Me ha hecho esta pregunta cada vez que me ha interrogado. Estoy hasta el copete de escucharle preguntarme lo mismo. Ya me duelen los colgajos de oírle».

Pregunta directa y respuesta grosera. No podía ser de otra manera. Una respuesta de enfado evasivo, de hartazgo molesto, de huída. No ha perdido Luis Del Olmo su coraje, y desde aquí le envió mi felicitación y le recuerdo mi orgullo de ser su amigo. Y respecto al infierno, poco que objetar, salvo que su inquilino no será Luis Del Olmo, como Carrillo apunta, sino el Hijo Predilecto de Gijón con los votos del Partido Popular.