Aragón
«Las sanciones que marca la Ley del cine deben cumplirse»
«Intentaré flexibilizar que la cuota de películas en catalán no sea del 50%»
- La Ley del cine, con su controvertido artículo 18 que obliga a doblar al catalán la mitad de las copias extranjeras, entra hoy en vigor con la total oposición de los exhibidores. ¿Ha empezado a hablar con exhibidores y «majors»?
–Creo que el camino bueno es el siguiente. Primero, a Cataluña le conviene buen cine en catalán y que la gente tenga la posibilidad de ver estas películas; segundo, a Cataluña le conviene un proceso en el que poco a poco la versión original sea lo dominante. Un buen cine en catalán y en versión original es la realidad que me gusta imaginar. Entre medio, hay un proceso y una constatación que es obvia: existe muy poco cine doblado en lengua catalana y sí hay mucho en lengua castellana. ¿Qué debemos conseguir? Pues que las cuotas de doblaje al catalán se parezcan al estándar medio. No puede ser que eso exista para el teatro y los diarios y, en cambio, en cine estemos tan lejos de estos estándares.
– ¿Cómo quiere poner en marcha esto?
– Como saben, ahora hay un reglamento por hacer. La anterior conselleria hizo un borrador y en estos momentos estamos trabajando. La ley ya determinaba una demora de cinco años en este proceso de aplicación y un reglamento que debía establecer cómo se haría. Miraré de pactar este reglamento con las fuerzas políticas catalanas y después con las propias «majors». Estamos en proceso de arranque.
–¿Son necesarias las sanciones si no se doblan al catalán la mitad de copias de filmes extranjeros que se exhiban?
–El cumplimiento de la ley lo dice y la legislación está para que se aplique. Pero insisto en no perder de vista que me remito a realizar un reglamento que determinará cómo funcionan estas sanciones.
–Estos estándares a los que se refiere, ¿son del 50 por ciento?
–Me refería a los que hay en los otros ámbitos y que no están tipificados. Todos tienen unos procesos de evolución y, por tanto, no soy partidario de unos estándares tan cerrados. Con voluntad positiva de todos, alguna cosa se puede hacer y estoy convencido de que las «majors» lo verán así.
–Otro de los grandes temas que persigue a la conselleria es la polémica con las obras de arte sacro en el Museo de Lleida. ¿Ha tenido tiempo de hablar con el gobierno aragonés?
–Todavía no, pese a que con la consejera Almunia y con el presidente Iglesias tengo una muy buena relación personal. Por eso, en el momento que toque hablar, hablaremos. Ahora estoy en la fase de ver en qué estado están todos los procesos, todas las resoluciones y los ámbitos judiciales.
–Hace poco el obispo de Lleida renunciaba a seguir pleiteando. ¿El camino de estas piezas es regresar a Aragón?
–De momento, están aquí y espero que aquí continúen. Espero que la solución sea un pacto que permita a unos y a otros hacer aquello que toda persona con sentido común tiene en la cabeza: que las obras puedan ser disfrutadas con satisfacción por los catalanes y por los ciudadanos de la Franja.
–¿Un consenso?
–Tendrá que ser así. A los ciudadanos no nos gustan las batallas culturales en cosas que tienen fácil solución. Se debe agradecer lo que hizo el obispo Messeguer por las obras que conservó, logrando que no se dispersaran por medio mundo. Únicamente por eso la ciudad de Lleida tiene derecho a seguir disfrutando de estas piezas, igual que sería relativamente sencillo que en Barbastro también se pudieran ver de una manera concertada.
–¿Qué papel debe tener el Institut Ramon Llull en esta etapa?
–La clave es internacionalizar. La cultura catalana tiene mucho talento y mucha capacidad de producción, pero con la dificultad de ir más allá del propio país. ¿La labor del Llull? Multiplicar todo lo que se pueda la capacidad de estar y tener presencia en otras comunidades culturales.
–¿Esto quiere decir a través de las «embajadas» catalanas?
–No, he dicho muchas veces que una cultura se internacionaliza yendo sector a sector y viendo cómo puede penetrar en otros territorios. Aquello de organizar el día o la semana cultural de Cataluña no es buen modelo.
– ¿Son cultura los toros?
–Desde un punto de vista antropológico, sí podrían serlo.
– ¿Está de acuerdo con la prohibición de la Fiesta?
– Soy poco partidario de la prohibición. Creo que las corridas de toros están en proceso de acabarse en Cataluña porque una mayoría ha dejado de asistir.
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