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Irak

De aquí al 20-N acentuará su oferta de Gobierno para todos

El debate del lunes era el último obstáculo que Mariano Rajoy veía en su camino al Palacio de la Moncloa y el martes de madrugada se fue a dormir con la tranquilidad de pensar que había cruzado el último puerto de montaña y ya solo le queda aguantar la bajada siendo más fiel que nunca a sí mismo.

La Razón La Razón

Madrid- El mantra de «economía, economía y economía» lo completan en el PP con un nuevo eslogan, el de que «nosotros no somos como ellos y no haremos una campaña de insidias». Pero en lo que afecta a Rajoy su guión se alterará solo para acentuar aún más su oferta de un Gobierno para todos, que «dé cobijo a todos», porque cree que ése es el camino que le ayudará a consolidar la mayoría que le auguran las encuestas. Uno de los «errores» de Alfredo Pérez Rubalcaba que el PP aspira a rentabilizar es el de que el candidato socialista obviara el «empleo con mayúsculas», es decir, que se olvidara de que «los indecisos a los que pretende movilizar son en su mayoría votantes de izquierdas que están en el paro o que tienen a familiares sin trabajo». Si Rajoy evitó los anzuelos que Rubalcaba le lanzó en el cuerpo a cuerpo televisivo, por mucho que éste le pinchó ante las cámaras, de aquí al 20-N está descartado que el presidente del PP rompa por algún flanco su perfil de presidente del Gobierno «in pectore», con un discurso del «cambio» que trasciende las siglas de su partido. «El objetivo es convencer a los españoles de que haremos de sus prioridades las prioridades del Gobierno», sostiene uno de sus estrategas. La conclusión en la dirección popular es que el debate no sirvió para nada, y que eso suma más para ellos que para el PSOE. «Rajoy no tenía nada que ganar, y sí asumía un mínimo riesgo, pero no perdió nada», concluyen. Ese mínimo riesgo pasaba porque al final se apartase de su camino y surgiese algún imprevisto que se convirtiese en noticia, es decir, que su candidato embistiese algunos de los «trapos» que le agitó delante Rubalcaba, como le ocurrió en 2008 con José Luis Rodríguez Zapatero por ejemplo con Irak. Sobre el resultado del primer bloque, el económico y de empleo, hay más matices en los balances de los dirigentes del PP, y es mayor la unanimidad en el juicio optimista de los otros dos. Al terminar el «duelo», a Rajoy le esperaban en Génova los «cachorros» del partido –que habían hecho de «clá» tan entregada como el equipo de Comunicación que dirigió el «bombardeo» de SMS con el argumentario–, y también una parte del equipo que había hecho guardia durante el debate, entre ellos, el coordinador de Presidencia, Jorge Moragas; el director del Gabinete de Presidencia y responsable de la redes sociales, Alfonso de Senillosa; el coordinador del programa electoral, Baudilio Tomé; y otros responsables sectoriales como Carlos Floriano, Comunicación, o José Antonio Bermúdez de Castro, de Electoral. Con este grupo y con la delegación que le acompañó al Palacio de Congresos –Esteban González Pons, Carmen Martínez Castro, Pedro Arriola, Ana Mato, Jorge Rábago y su amigo Tomás Iribarren– celebró el resultado con una cerveza en su despacho ya entrada la madrugada. Entre las curiosidades del debate que se quedaron detrás de las cámaras está la imagen del Rajoy que en el descanso del primer bloque, en la soledad con sus asesores, siguió repasando papeles y datos de manera exhaustiva y en tensión ante un regate del balón por parte de su adversario que sólo le había sorprendido por la rotundidad con la que desde el primer momento se colocó en la oposición y al él, sin embargo, le situó de hecho al frente de la Presidencia del Gobierno. Al apagarse los focos, sus «soldados» invadieron precipitadamente el plató para felicitarle con efusividad por el resultado, mientras que un Rubalcaba, solo, se despidió uno a uno con un apretón de manos. Los suyos fueron más disciplinados o no tenían tanta necesidad de mostrar su alegría.