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Buenos Aires

El nuevo método de Viggo Mortensen

El actor estadounidense criado en Buenos Aires Viggo Mortensen se convierte en "Un método peligroso", la última película de David Cronenberg, en el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, un hombre al que define como un "bon vivant"y del que dice haber aprendido a "no tomarse las cosas tan en serio".

Viggo Mortensen aprende de Freud que «no hay que tomarse en serio» larazon

Viggo Mortensen es un actor con método, más que de método. Un actor concienciado con los preliminares. En el trabajo previo es donde encuentra las sombras del personaje. Las lecturas, los viajes y los escenario reales que conserva la Historia le han ido proporcionando las claves y la profundidad necesarias para interpretar a Sigmund Freud. Ha visitado el domicilio del filósofo. Fumado sus puros. Ahondado en sus libros, que son muchos, diferentes y que abrieron las puertas a una manera novedosa de entender la psique. Los muchachos del «atrezzo» le proporcionarían más tarde el vestuario, porque un hombre también es cómo viste y se desenvuelve con las medidas del traje.

Todo para trabajar de nuevo con David Cronenberg. Es su tercera colaboración con él. Le han precedido «Una historia de violencia» y «Promesas del Este». Y ahora regresan juntos con «Un método peligroso», una incursión por los meandros del psicoanálisis con un reparto trufado de estrellas: Keira Knightley, Michael Fassbender y Vincent Cassel. Una cinta, basada en hechos reales, que oscila entre la relación pasional que Jung, por un lado, establece con una de sus pacientes y, por otro, la que sostendrá con Freud, y que derivará en un duelo intelectual y también de egos. «Esta película es un desafío diferente. El más grande. Más que "Promesas del Este". Incorpora una manera de ser distinta a la de ese personaje ruso». Viggo Mortensen incide en los aspectos más «humanos»: «Son personas frágiles, que sienten miedo, que compiten entre ellos. Que comparten la amistad y su desencuentro final». Pero, sobre todo, defiende el personaje que encarna: «No era un tipo serio. Era familiar. Le gustaba la arquitectura, la música y un montón de cosas. Tenía un gran apetito por la vida. No era sólo el puro y el vino. Era inteligente. Un gran conversador y muy divertido. Podía hablar dos o tres horas seguidas y entretenía a los que le escuchaban. Además tenía una manera propia de incluir a los que le rodeaban en la conversación. Les hacía partícipes de sus ideas. Le gustaba compartir los conocimientos». Mortensen, en este aspecto, ha partido de una experiencia pasada que le ha ayudado a tejer el traje de su interpretación: «De los papeles siempre se aprende algo. Hace más de veinte años fui por unos meses a ver a un psicoanalista. Para mí es muy positivo. Hablar sin ser juzgado por un profesional, alguien que te escucha, te ayuda a entener por qué haces lo que hacer o por qué dices lo que dices. Todos tenemos amigos con los que hablamos. Pero está bien tener a un experto al que puedas contar lo que quieras sin que tenga prejuicios. Creo que si no existe un vínculo familiar o de amistad en este asunto es más útil y beneficioso mentalmente».

El humor de Cronenberg
Mortensen comenta un detalle de la cinta que muchas veces pasa desapercibido. El humor. Sobre todo el humor de Cronenberg. Para él existe. Aunque sea leve, apenas se aprecie o distinga. Pero está ahí. «No hay chistes. Pero está ahí. Lo puedes ver. Así sorprende más. Freud jugaba con las palabras. Le gustaba mucho. Y lo hacía en una época de censura. Cuando no podías hablar de determinadas cosas, como el sexo. Freud disfruta al aludir a ciertos asuntos sin nombrarlos directamente. Ese humor era constante en él. Jung era más reprimido al hablar de estos asuntos. Freud, más claro».

 

«La vida es corta»
Mortensen reconoce que su devenir artístico es extraño. A veces toma decisiones que sorprenden a sus representantes. Ellos, en ocasiones, no deben de comprender por qué rueda una película de bajo presupuesto en Argentina, como hizo el año pasado, o por qué decide participar en una obra de teatro en Madrid. «Si sigo así, no sé, a lo mejor dentro de unos años...», comenta, dejando unos puntos suspensivos para que completen la frase el buen entendedor. Luego añade un matiz, que es una reflexión propia y que traza el perfil de su pensamiento. Su manera de afrontar la vida: «La vida es corta. Por eso me centro en cuentos que me resulten interesantes, que me den miedo, a lo mejor, a la hora de interpretar y que sean difíciles de construir. Puede que salgan mal, pero, al menos, lo hemos intentado. Es muy importante el trabajo preparativo. Y muy duro».