Historia

Nueva York

La batalla que liberó a los esclavos por César Vidal

Hace ciento cincuenta años, Lincoln firmó la Proclama de Emancipación de los Esclavos gracias a un triunfo militar: la batalla de Antietam Creek

Allan Pinkerton, Abraham Lincoln y el general McClernand en Antietam
Allan Pinkerton, Abraham Lincoln y el general McClernand en Antietamlarazon

En septiembre de 1862, la Confederación invadió Maryland, en territorio de la Unión, con la intención de conseguir el reconocimiento de Gran Bretaña. El 7 de septiembre, el sureño Lee se encontraba en Frederick, Maryland, a unos sesenta y cinco kilómetros al noroeste de Washington. Sin embargo, las órdenes de Lee fueron utilizadas por un oficial confederado para envolver sus cigarros, que – ironías de la Historia – fueron olvidados en Frederick y cayeron en manos de unos soldados de la Unión. Los documentos permitieron al general unionista McClellan saber por dónde marchaban las peligrosamente divididas fuerzas de Lee.

El choque se produjo el 17 de septiembre en el Antietam, un arroyo que desaguaba en el Potomac. McClellan, que disponía de setenta mil hombres frente a los treinta y nueve mil confederados, cometió un error militar tras otro y, cuando llegó la noche, Lee había conseguido detenerlo. Con todo, el coste había sido extraordinario. En el curso de la jornada más cruenta de toda la guerra civil, Lee perdió trece mil setecientos hombres frente a las doce mil trescientas cincuenta bajas de la Unión. Proporcionalmente, los confederados habían tenido el doble de pérdidas que sus adversarios y Lee se vio obligado a retirarse hacia Virginia. Lincoln aprovechó el fracaso de la invasión para dar uno de los pasos más trascendentales de todo el conflicto.

El sábado 21 de septiembre, convocó a su gabinete y anunció que iba a promulgar la Proclama de Emancipación de los Esclavos. Según explicó, cuando se enteró de que Lee había invadido Maryland, se había dirigido en oración a Dios para comprometerse con Él a emancipar a los esclavos si las fuerzas confederadas eran derrotadas y se retiraban. Sucedió y ahora Lincoln iba a cumplir.

Ninguno de los miembros del gabinete se opuso, aunque el coste para los republicanos fue elevado. En las elecciones al Congreso de octubre y noviembre los demócratas incidieron en la supuesta inconstitucionalidad y necedad de la Proclama de Emancipación y así barrieron en Nueva York, Pennsylvania, Ohio, Indiana e Illinois, todos ellos estados que habían sido favorables a Lincoln en 1860. Sin embargo, Lincoln no dudó ni un momento de la justicia de su decisión. El 28 de septiembre de 1862 mantuvo una entrevista con la cuáquera Eliza Gurney. Al concluir la entrevista, la mujer se puso de rodillas y pronunció una oración para solicitar que Dios concediera luz al presidente. Lincoln resumiría la entrevista con la siguiente anotación: «Ciertamente estamos pasando a través de una gran prueba –de una prueba de fuego. En la posición de enorme responsabilidad en la que me hallo, siendo un humilde instrumento en las manos de nuestro Padre celestial, como lo soy yo y como lo somos todos, para llevar a cabo Sus grandes propósitos, he deseado que todas mis palabras y actos sean de acuerdo con Su voluntad y, para que así sea, he buscado Su ayuda–, pero si después de entregarme a hacer lo mejor según la luz que Él me otorga encuentro que mis esfuerzos fracasan, tengo que creer que por algún propósito desconocido para mí, así lo desea El. Si por mí hubiera sido, esta guerra nunca habría comenzado; si todo hubiera sucedido según mis deseos, esta guerra ya habría concluido, pero nos encontramos con el hecho de que continúa y tenemos que creer que Él lo permite por algún sabio propósito Suyo, misterioso y desconocido para nosotros; y aunque con nuestros entendimientos limitados no podamos comprenderlo, no podemos sino creer que Aquel que hizo el mundo todavía sigue gobernándolo».

Pocas veces los caminos del Señor y de los políticos pudieron coincidir tanto.