Cataluña
El chupete por Alfonso Ussía
Creo que el perfil bajo, la casi ignorancia, el pasotismo que ha adoptado Rajoy ante los histerismos independentistas de Mas, han causado un gran efecto de humillación en Artur el Pilós. Se cuenta de Sir Andrew Finch-Grover. Era Sir Andrew un potentado. Matrimonió con una jovencísima belleza. Ésta se lio con un apuesto corredor de seguros, tan guapo como mal educado. De hecho, el asegurador vivía del dinero que le daba su amante, el cual provenía integramente de la cuenta corriente de Sir Andrew. El hombre se había metido en gastos superiores a sus posibilidades y tuvo que aceptar su condición de chulo. Sir Andrew era hombre de muy limitadas pasiones y toleraba el lío de su mujer porque nada le aburría más que una discusión. Y una tarde, el chulo se presentó ante el noble patricio cornudo. «Su mujer no me da el dinero que necesito, y como comprenderá, no estoy dispuesto a seguir con ella en esas condiciones». Sir Andrew extendió un generoso cheque al chulo, porque sabía que sin el chulo su esposa se pondría insoportable. Narra el episodio Salomón Cartwrigth, en su breve novela titulada «Cuando ella emputeció». Tengo para mí que Rajoy se está comportando con Mas como Sir Andrew con el chulo, pero con mayor afecto, si ello es posible. «Presidente, que Mas va a hacer unas declaraciones durísimas»; «de acuerdo, que las haga y después que le den el chupete». Y eso resulta desconsolador para quien se cree el centro del problema y el adalid de la provocación.
Ante un reto tan grave como la deriva independentista elegida por Mas, el Presidente del Gobierno de España tiene dos opciones de reacción. Enfrentarse con dureza a quien ha iniciado tan peligroso e ilegal camino, o hacerse el sueco. Oficialmente, como Rajoy afirma, nadie le ha hablado hasta la fecha ni de consultas ni de refrendos al margen de las leyes, y por ello, todo lo que dice Mas le llega a través de los medios de comunicación. No hay motivos suficientes para responder con contundencia a una actitud que todavía no ha superado el primer andamio del aire. Entre tormenta y calma, Rajoy es más partidario de la segunda. Y nada desasosiega más a un personaje tormentoso que cerciorarse del pobre efecto que causan sus rayos, sus relámpagos y sus lluvias torrenciales. Se quiebra el cielo en Cataluña con una tormenta espectacular, y Rajoy la recibe tomando el sol, fumándose un puro y llamando al perro para darle una galletita. Muy lacerante para quien provoca. Recuerdo una anécdota de Antonio Ozores fronteriza con la genialidad. Antonio se había enamorado de una guapísima bailarina, que era a su vez la prometida de un campeón de halterofilia. Paseaban por la Gran Vía cuando ella, asustada, le comentó a Antonio: «Ahí está mi novio. Y es capaz de matarnos a los dos». En efecto, ahí estaba el novio, con todos los músculos preparados para hacer papilla a la feliz pareja. Afortunadamente no llegó la sangre al río. Antonio le saludó cordialmente y el halterofílico empitonado se limitó a insultar a la pobre chica. «Eres una zorra, y una desleal, y una»… Fue cuando Antonio Ozores adoptó una racial compostura: «No tolero que se trate tan groseramente a una mujer delante de mí. Así que me voy». Y se fue. El fortachón quedó mudo, perplejo y sin capacidad de reacción. Como Mas, más o menos.
Cuando el Presidente de la Generalidad de Cataluña se atreva a llevar a cabo lo que promete, incumplirá con las leyes y con la Constitución, y Rajoy tendrá margen de maniobra para responderle adecuadamente, como es de esperar. Pero mientras sólo se divierta soltando gansadas mientras cena con el conde de Godó, lo más adecuado es la respuesta del escaso aprecio, de la consoladora distancia. Ello enfurece sobremanera al faltón, porque una buena parte del personal se ríe a sus espaldas. La táctica de Sir Andrew nunca falla. «Presidente, que ha dicho Mas que Oriol Pujol le ha ordenado que en el año 2014 convoque el referéndum. Y otra galletita para el perro». «Muy bien, me parece muy bien. Que le den el chupete».
Y en ésas estamos por ahora.
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