Santander
La sonrisa del «etrusco» Alterio
Hace ya dos décadas, José Luis Sampedro conmovió a miles de lectores con una novela que rebosaba humanidad. Los últimos días del cascarrabias Salvatore llegan ahora a escena.
Tras años dedicado a la economía –ocupó varios cargos públicos, trabajó en el Banco de España y fue senador–, José Luis Sampedro encontró un refugio tardío, pero con éxito, en la literatura. Y lo hizo, sobre todo, gracias a «La sonrisa etrusca», una novela entrañable que devoraron miles de españoles. La historia del agreste Salvatore fue un éxito de ventas en 1985: Bruno, como apodan al protagonista, es un viejo del campo que se enfrenta a la perspectiva de la muerte en la ciudad. Hortensia, un amor tardío, y su nieto le ayudarán a contemplar el mundo desde nuevas perspectivas, diferentes al odio y el rencor acumulados durante una vida en la que tuvo que luchar contra el fascismo, con Cantanotte convertido en su némesis.
José Carlos Plaza dirige ahora «La sonrisa etrusca», la primera versión escénica de la novela de Sampedro, con adaptación de Pablo de las Heras. Tras el estreno nacional en Santander, llega hoy a Madrid, protagonizada por Héctor Alterio y Julieta Serrano. Cuenta Alterio de Bruno que es «cascarrabias pero entrañable, porque tiene sus razones». Y explica, viajando a su infancia, que «para un actor es divertido hacerse con un personaje así. Cuando era pequeño, con siete u ocho años, y jugábamos a ladrones y policías, siempre elegía lo que era distinto a mí. Yo, apocado, enfermizo y tímido, buscaba al ladrón, al malevo. Eso me divertía más. En los carnavales cambiaba completamente: con el disfraz ya era atrevido, gracioso, contaba cosas... Eso me posibilitaba poder ser lo que no era. Incluso arremetía con las chicas, cosa que me espantaba».
Como la novela, la obra es «muy esperanzadora y positiva, tiene un humor latente». Es, explica el actor hispanoargentino, «un canto al amor, a la vida». Y sigue: «Fíjate que es un personaje en estado terminal. Y en esa situación, se ofrece a iniciar un romance, que no llega a concretar, porque lo que el llama la "rusca", el bicho que le anda por dentro, cuando baja por su cuerpo le deja inutilizado sexualmente. Esto lo manifiesta, no digo con humor, pero no de mala manera. Y ella lo acepta y se ríe. Todo eso lo hace entrañable».
Aceptar la vejez
Y es que, añade Julieta Serrano, «el sexo es importante, pero hay algo más». Al menos para Hortensia, su personaje. Cuenta Serrano que «es una persona sencilla que tiene mucha alegría. Ha vivido una vida complicada. Ya es mayor, y ve poco a su hija y su nieta. Ella tiene una vida solitaria, pero lo ha aceptado con armonía, con paz. Vive tranquilamente su vida: no espera una situación como la que surge de pronto, pero sabe vivirla. No es una persona amargada por la vejez ni por lo que ha vivido, algo que es importante cuando uno se hace mayor: que los sueños que se quiebran no te encierren».
Alterio cree que «el espectador, al tener una novela como antecedente, viene preparado de otra manera. Nos pasa a todos: leemos algo ya tenemos nuestras propias imágenes, las caras, las vestimentas...». Pero hay algo que será fácil de interpretar entre los mensajes del texto, según Serrano: «La propuesta del autor es que el resentimiento, el odio y la amargura no llevan a ningún lado. Lo único que hacen es separarte de la gente». Y, el actor lo corrobora: «Cuando Cantanotte, que es el opuesto ideológico de Salvatore, muere antes que él, de pronto éste queda huérfano de odio. ¿A quién odio ahora?, se pregunta. Su ideal siempre fue durar, al menos, un poco más que Cantanotte». Junto a Alterio y Serrano, completan el reparto Nacho Castro, Olga Rodríguez, Israel Frías (Bruno en su juventud), Carlos Martínez Abarca, Cristina Arranz y Sonia Gómez Silva.
En el trabajo de José Carlos Plaza y del adaptador, Pablo de las Heras, cuenta Serrano, «hay un gran entusiasmo hacia la novela, y ha sido muy fiel a su sentido. Han hecho una síntesis muy complicada, porque va de adelante a atrás y recupera personajes del pasado». Algo que Plaza ha traducido a una concepción estética sencilla, que juega con proyecciones y música. «Es un espacio pensado para que todo transcurra de manera diáfana y los personajes del pasado no tengan que cambiar de objetos ni decorados. Realmente es una puesta en escena muy cinematográfica», añade la actriz.
El detalle
SAMPEDRO, UN AUTOR ATENTO AL DETALLE
José Luis Sampedro estuvo en la primera lectura que hicieron los actores del texto. «Me pareció una persona muy entrañable», recuerda Héctor Alterio, «y muy celoso de lo que oía. Mientras nosotros leíamos, estuvo todo el tiempo siguiendo con la mirada el texto y cada detalle. Hizo una especie de presentación, como autor, agradeciendo». Julieta Serrano aporta su recuerdo de aquel día: «Parece que está muy ilusionado». El novelista recibió el pasado miércoles la Orden de las Artes y las Letras del Ministerio de Cultura.
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