Richmond
Cameron coloca a los chicos de Eton
Los cinco alumnos del elitista Eton College que se presentaron a las elecciones británicas por el partido conservador lograron su escaño. David Cameron también estudió en esa escuela. Ellos mandan y seguirán mandando
David Cameron se ha convertido en el decimonoveno primer ministro de Reino Unido educado en Eton. El elitista colegio fundado hace 500 años a la orilla del Támesis obliga a sus alumnos a llevar un uniforme de chaqué negro y cuesta cerca 23.688 libras al año. No es el cologio más caro de las islas ni tampoco donde se registran las mejores notas en los exámenes, pero es un hervidero de jóvenes promesas. ¿La clave? Desde los 13 años, los estudiantes escuchan constantemente que serán ellos los que lleven las riendas del país. Este año la impronta se cumple más que nunca. Los cinco «etonianos» que se presentaban a las elecciones por el partido conservador han ganado su escaño. En total, serán 19 los diputados «tories» provenientes de la reputada escuela los que se sienten el próximo 18 de mayo en la nueva Cámara de los Comunes.Este escenario supone un auténtico éxito para la institución, pero, al mismo tiempo, un quebradero de cabeza para el «premier». Desde que tomó las riendas del partido en 2005, Cameron se ha guiado por dos premisas: primero, modernizar a la formación para alejarla de la etiqueta de «Nasty Party» (partido malvado) que se ganó tras los años más duros de la Dama de Hierro, es decir de Margaret Thatcher; segundo: demostrar que, a pesar de sus orígenes de cucharilla de plata y su estilo de vida «posh», tiene los pies en la tierra y sabe cuáles son los problemas de la sociedad británica. El hecho de que ahora el partido cuente con un número tan elevado de antiguos colegas de aula es algo que no le ayuda a mejorar ni en un aspecto ni en otro. Pero es inevitable. Cameron es cien por cien Eton College. Y es que la primera idea que a uno le viene a la mente cuando le dicen la palabra «etoniano» es la siguiente: hombre, de raza blanca, con abuelos pertenecientes a la aristocracia, seguramente con estudios posteriores en Oxford, actualmente con una buena posición social, casado con una mujer con no menos dinero, con al menos dos coches de marca y mansión en Notting Hill.Ticky Hedley-Dent, de la exclusiva revista «Tatler», asegura que el distintivo de un «etoniano» es «rebosar confianza sin parecer arrogante o engreído». «Se les puede detectar fácilmente porque van a un lugar con un objetivo determinado y no paran hasta conseguirlo, sin importarles lo que piensen los demás», dice. «Son inteligentes y caballerosos, ¿qué puede haber mejor que eso?».La explicación retrata perfectamente a los cinco nuevos parlamentarios conservadores procedentes del histórico centro. Jesse Norman es consejero de varios políticos y responsable de sus discursos. Jacob Rees-Mogg, con aspecto de «tory» de toda la vida, es hijo de William Rees-Mogg, el antiguo editor del periódico «The Times». Joseph Johnson es columnista de «Financial Times» y hermano menor del actual y excéntrico alcalde de Londres, Boris Jonhson. Su familia siempre ha estado muy bien posicionada y el contacto con los Cameron viene de lejos. Rory Stewart, diplomático cuando cumplió la treintena, ya destacó en Oxford, donde fue elegido como tutor de verano de los príncipes William y Harry, que también pasaron por sus aulas.
Ideas de oroTodos cuentan con una jugosa agenda telefónica y buenos contactos en todos los estamentos. Pero por encima de todos estos «etonianos», hay uno que les ha robado todo el protagonismo: Zac Goldsmith. El ahora diputado conservador por Richmond, circunscripción no menos «pija» situada al suroeste de Londres, ya tenía encandilados a los analistas ingleses desde hace tiempo. Ahora que es parlamentario, sus pasos se siguen más de cerca si cabe porque no son pocos los que ve en él a otro futuro primer ministro. Al tiempo.Su fama e influencia es mucho anterior a que David Cameron le eligiera su «hombre verde» de confianza. Su año clave fue 1997. Después de la muerte de su padre, James –un multimillonario tiburón financiero–, asumió la dirección de la revista «The Ecologist», que su tío había fundado en 1970. La modernizó, la liberó de su discurso académico y la convirtió en referente. Por aquel entonces, Zac Goldsmith sólo tenía 22 años. El motivo de tanta precocidad se debe a que nunca fue a la universidad. La fase estudiantil terminó el mismo día en el que el selecto Eton le expulsó tras encontrar marihuana en su habitación. Siempre negó que la sustancia fuera suya, pero nunca llegó hasta el final para demostrarlo. Quizá el ejemplo de su padre le tranquilizaba. Su progenitor, descendiente de familia judía de altísimo nivel social, tampoco acabó el último ciclo de Eton College. Decidió abandonarlo cuando, después de haber ganado 8.000 libras en una apuesta, pensó que ya era demasiado rico para seguir allí. De ahí se entiende la pasión por el juego de Zac. Pasión que, por otra parte, no dejó de rentabilizar. Además de la calderilla que gana de vez en cuando con las partidas de póquer, puso en marcha junto con su hermano «The Sportsman», un periódico dedicado a toda clase de apuestas, pero que no tuvo el éxito esperado. Quizá el fracaso de esta publicación sea el único punto negro en su larga lista de trofeos, entre los que se incluye el Premio Beacon al Filántropo del Año (2003) o el Premio Mundial al Liderazgo Ambiental Internacional (2004).
«¡Zac, zac, zac!»Los que le conocen aseguran que su compromiso contra el cambio climático no es sólo de boquilla. Compra exclusivamente en mercados locales para colaborar con los pequeños productores, fuma cigarrillos orgánicos liados por él mismo y, cuando vivía en Devon con su mujer y sus tres hijos (ahora está divorciado y vive en Richmond), se desplazaba hasta Londres en tren para evitar el coche. Todo un gentleman.Los analistas no se ponen muy de acuerdo a la hora de valorar su fortuna. Unos dicen que ronda los 30 millones de euros. Otros, los 450. De lo que no hay duda es de que la cifra es alta y sube cada día que a este ecologista convencido de sólo 35 años se le pasa una idea por la cabeza. Su rival electoral, Susan Kramer, candidata por el partido Liberal-Demócrata llegó a acusarle de haber querido «comprar el escaño» invirtiendo parte de su dinero en la campaña, pero cuando ganó por una apabullante mayoría no tuvo más remedio que aceptar el resultado y aplaudir mientras el colegio electoral aclamaba a su líder con cánticos de «¡Zac, Zac, Zac!».Al fin y al cabo, estaba claro que tenía que terminar en política. Sus dos abuelos habían pasado ya antes por la Cámara de los Comunes y su padre también dejó su impronta como líder rebelde del Partido Referéndum, cuyo objetivo era agrupar a los euroescépticos de principios de los 90.Es un hecho que el nuevo primer ministro está muy bien rodeado. Aunque eso no significa que haya podido colocar a todas sus jóvenes promesas. Los llamados «tatler tories» cosecharon un escaso éxito en las urnas. El término fue utilizado en campaña para referirse al grupo de conservadores menores de 40 años que fue fotografiado con todo el glamour para la selecta publicación enfocada en la alta sociedad británica. Su sofisticado estilismo y sus poses medidas milimétricamente fueron de lo más comentado. Se presentaban para circunscripciones que se daban prácticamente ganadas, pero finalmente sólo ocho de los diez candidatos consiguieron escaño poniendo en tela de juicio la denominada «Lista-A». Al igual que sus compañeros, eran guapos, ricos y jóvenes. Pero a ellos les faltaba lo esencial: el «efecto Eton».
Ganan los «Oxbridge»El número de diputados pertenecientes a las minorías étnicas casi se ha duplicado estas elecciones. Han pasado de 14 a 27 escaños, superando así todas las expectativas. Además, los comicios también han dejado una larga lista de «primeras». La candidata laborista Shabana Mahmood se ha convertido en la primera mujer musulmana por la circunscripción de Birmingham Ladywood. Helen Grant, en la primera mujer negra escogida para representar a los conservadores en la circunscripción de Westminster. Chi Onwurah ha pasado a ser la primera mujer africana en ganar un escaño en el Parlamento, por Newcastle Central. Y Priti Patel, la primera «tory» asiática por Witham en Essex. Con todo, y a pesar de procedencias y sexos, tan sólo el 21,5 por ciento de los 650 asientos tienen representación femenina.A pesar de que las cotas de diversidad son históricas, la nueva clase política británica se caracteriza por ser altamente elitista. La nueva radiografía de la Cámara baja muestra que uno de cada cuatro diputados ha estudiado en lo que se denomina como «Oxbridge», un término para referirse a los que han ido a Oxford o Cambridge. Tres cuartas partes de los «tories» han finalizado sus carreras en las reputadas universidades, comparados con el 17 por ciento de los Laboristas y el 26 por ciento de los Liberal-Demócratas.
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