Cataluña
Chayo Mohedano calla su embarazo por una exclusiva por Jesús Mariñas
La villa madrileña se prepara para vivir un nuevo pasmo estético con una antología de Cartier que la semana próxima abre el Museo Thyssen. Carlota Casiraghi amadrinará la colección bajo fuertes medidas de seguridad que no prodiga en sus correrías parisinas o más internacionales. Le viene de casta sacar provecho económico al título. No todo va a ser vapulear a Tamara Falcó y su hermana Ana –nuevamente emparejadas por fines comerciales en el Jarama– y a Carla Goyanes, que parece vivir más por la publicidad que por su matrimonio. El fin de semana lo apuró en Marbella. Está hasta en la sopa, y prueba de ello es que de todas las fotos que la realizaron, no han vendido ni «una estampita». Lo de Carlota de Mónaco tiene otro aire y presencia, su familia siempre está en pos del mejor postor como «tito Alberto» hizo en su nada rumbosa boda.
Lo comentaban los asistentes, yo diría circunspectos aunque festivos, que realzaron los premios «Mía» a la solidaridad, con su inolvidable directora Ketty Rico. Sobresalió Carme Chacón, en el ojo del huracán. Aún cojeaba como Inma Shara, que ha sido operada de la rótula. Entre los asistentes también se encontraban Rosa –que destacó por su enorme pelucón afro– y Chayo Mohedano. Esta última contó sus penas familiares pero bien se calló su estado de buena esperanza. Tomó el pelo miserablemente a tres amigos periodistas para no romper su exclusiva con «¡Hola!». Su pareja se mantuvo al margen, al igual que el rubiales de Raquel del Rosario a quien los relaciones públicas –pásmense– recomendaban no realizar preguntas «porque el lunes recibe un premio y será mejor que responda allí». Curiosa manera de entender el trabajo. En EE UU y en las alfombras rojas de París no incurren en semejante papanatismo de efecto boomerang. Algunos relaciones públicas perdieron los papeles como no lo hace Carme Chacón. Pero, ¿qué hace una chica como ella en un sitio como éste? «Y usted también recibe», le dije, en forma de saludo. Habló con convicción: «Serán los de Convergencia a los que no dejo de censurar...». Y yo le dejé caer: «Y también Bono en sus diarios». A lo que respondió: «No los he leído ni pienso hacerlo. Me parece una traición contar cosas íntimas que has vivido». Después hablamos de Cataluña: «Está buena Cataluña...», y ella contestó: «Y todo por culpa de un fracasado que se cree el mesías. Llegar a la descomposición territorial es el último grado y puede provocar daños irreparables», aseguró ante Elena Furiase, repintada a lo Verónica Lake, Marta Reyero. «Silvia superstar» casi émula de Libertad Leblanc venga a prodigar poses desfasadas. María Adánez flotaba en su «palabra de honor» rebordado de lentejuelas –dicen que está bien con Flotats– y Mar Flores rompió con un rayado pijama de Jesús Vázquez nada de fiesta como lo era el raso de Anabel Alonso. Irene Villa rebrilló con pedrerías y Elia Galera que presentó los premios junto a Juan Ramón Lucas sin el apoyo de Sandra Ibarra. Resultó un atardecer tan sombrío como solidario.
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