Zaragoza
La puerta grande se abre para Padilla
Dos orejas del gaditano y una de Fortes en ZaragozaZaragoza. Novena de la Feria del Pilar. Se lidiaron toros de Antonio Bañuelos, desiguales de hechuras y con generosas caras. El 1º, bueno, toma la muleta muy por abajo y con temple, pero algo parado; el 2º y 4º, malos y con mucho peligro; el 3º, de buena clase punto tardo; el 5º, deslucido y rajado, y el 6º, manejable, rajado pero tomaba bien la muleta. Más de media entrada. Juan José Padilla, de azul marino y oro, buena estocada (dos orejas); estocada desprendida, dos descabellos (saludos).Serafín Marín, de azul cielo y oro, estocada baja, descabello (saludos); pinchazo, media, descabello (silencio).Jiménez Fortes, de berenjena y oro, estocada buena (oreja); estocada, aviso, dos descabellos (vuelta al ruedo).
Volvía Padilla a pisar la arena de Zaragoza. Borrados los lamentos y tras la explosión de emociones del día anterior. Y cumplió su misión, de tenerla, al quitarle el toro a cuerpo limpio a Serafín Marín, feo le había cogido ese segundo por la espalda al torero catalán. Padilla no dudó, como tampoco Serafín en brindarle la muerte del quinto, que fue otra joya. El lote malo malísimo se llevó Marín. En cambio Padilla acabó por saldar sus cuentas y se abrió la Puerta Grande al sumar ya dos orejas de su primero, que fue toro bueno, un Bañuelos que cogió el engaño por abajo y con transmisión. Muy serio Padilla anduvo con el toro hasta que perdió gas y consintió en las cercanías. Hundió un buen espadazo y le concedieron los dos trofeos. El cuarto nos lo hizo pasar mal. Orientado y sabiendo más de la cuenta pidió los papeles a Padilla. Muy digno el gaditano.
Serafín Marín toreó por sustitución de El Cordobés. Buena decisión. Hacía algo más de un año, aquella fatídica tarde del 7 de octubre, la trágica cornada de Padilla, estaba el diestro en el tendido. Conmocionado y con el alma herida, como todos, sólo que él toreaba el día después. Largo fue el brindis que le hizo a Padilla ayer. Quizá había mucho que decir aunque la admiración no siempre encuentre las palabras exactas. Otra cosa era lo que le esperaba después. Compitieron a malos sus toros. El quinto por rajado y cerrado en tablas. Imposible la faena y difícil meter la mano con la espada. El segundo en cambio era de ideas claras. Pero ni una buena. Orientadísimo. Serafín sorteó con valentía los agresivos envites del toro y puso fin con solvencia y dignidad. Ni un pase a gusto pudo dar el torero catalán.
Con Jiménez Fortes pasamos miedo. En el toro de Serafín hizo un quite por chicuelinas sin apenas dar salida con el capote y cada lance era un milagro que el toro pasase en balde. Algo así ocurrió después en el tercero, ya su toro. Dio un farol de rodillas con el capote y se dejó el animal encima. Por suerte, el mismo capote le hizo el quite de salvación cuando el toro arrancó de nuevo. Se dejó el toro después, punto tardo y apagado, pero tomaba bien la muleta. Toreó limpio Fortes y poderoso por la derecha y cuando al toro le costaba ir, intentó continuar con circulares. Se tiró a matar de verdad. Sin fisuras. En uno y otro toro. El sexto era un Bañuelos cuesta arriba, manejable en el engaño, aunque rajado. Fortes puso ganas y empeño y la faena gustó sin conquistar. El acero enfrió.
Padilla había superado la hiriente huella del pasado. Y somos muchos los que nos alegramos. Infernal aquella noche en el Miguel Servet.
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