Nueva York
Un caníbal en la gran ciudad
Un asesino caníbal es alguien al que mueve el deseo de comer carne humana. Es uno de los últimos tabúes freudianos que se respetan.
En Nueva York esta semana un policía con nombre latino, Gilberto Valle, que se llama como «El Monstruo de Machala», ha sido detenido por planear violar y comerse a mujeres. La particularidad de Valle es que estaba buscando un método para «atarlas a algún tipo de aparato y cocinarlas a fuego lento para mantenerlas con vida lo máximo posible». Este tipo de depredador poco estudiado y perseguido no está previsto en la Ley en nuestro país. Comerse a un ser humano no es delito en España, ni para nuestros fiscales ni para los jueces. Un caníbal al que puedas demostrarle que mató la pieza que se ha comido podrá ser condenado; pero si solamente hizo los honores de mesa, será exculpado.
Y sin embargo ha habido un matamendigos que se comía el corazón de sus víctimas y un «Robin de los bosques» que llevaba filetes de carne humana en su mochila, capturado por la Guardia Civil. Ha habido un novio condenado por morderle hasta arrancarle un pezón a su novia. En el país vecino todavía no se han apagado los ecos del japonés Issei Sagawa, que hizo filetes a su novia, en París, y se desprendió de los desperdicios en el Bois de Boulogne.
Ahora un neoyorquino, con apellido latino, preparaba un complot con el fin de secuestrar, violar y torturar a un grupo de mujeres para luego cocinarlas y comérselas. La Policía le sorprendió intercambiando correos electrónicos con un cómplice para encontrar víctimas.
El plan de Gilberto era un poco anticuado, porque pensaba utilizar cloroformo. Por suerte los agentes estaban vigilando en la ciberautopista y ahora las vecinas de Valle pueden estar tranquilas. Su cómplice y él ya están a buen recaudo en la cárcel. El fiscal presentará cargos contra los detenidos, y en especial contra Gilberto Valle, de 28 años, vecino de Queens. Cada vez que la Policía localiza a uno de estos artistas del disimulo y la dominación, examina a fondo su ordenador, o los diferentes aparatos de comunicación de que disponga, para buscar fotos y descripciones de posibles víctimas. En los archivos de Gilberto había datos de más de cien mujeres. A veces, el cine nos sorprende cuando nos devuelve anécdotas de la realidad transformadas en celuloide. En España tenemos una larga tradición de caníbales que vienen desde la sierra de Atapuerca, donde el muchacho de la Gran Dolina recibió en sus huesos la dentellada hambrienta de sus congéneres.
Comerse a otro ser humano ya no es cosa de un ser primitivo de mandíbula cuadrada y dientes puntiagudos, sino debilidad de pervertidos que se hacen la endodoncia y quieren cruzar el Rubicón de la esperanza mientras se las dan de imprescindibles en el mundo del trabajo o el emporio financiero. Capitanes de empresa a los que se les ha ido la mollera, autónomos enloquecidos, policías que vulneran la Ley y que saben que los políticos, hasta que se los coman por los pies, no entenderán la obligación de castigar el canibalismo.
En muy poco tiempo han aparecido caníbales urbanos en México, Alemania y España. Este nuevo caníbal de sonrisa blanca, con los dientes blanqueados.
✕
Accede a tu cuenta para comentar