Barcelona
«No somos niños pero esta tarde lloraremos»
Toreros de la tierra, alumnos, profesores de la Escuela Taurina de Cataluña... La familia del mundo del toro atisba su futuro tras el cese de la plaza si el Constitucional no lo impide
El pasado domingo, Antonio Arrébola cumplió su sueño. Salió por la puerta grande de La Monumental de Barcelona. Su plaza. La de casa. La misma que hoy echa el cierre, salvo milagroso indulto, con sus ídolos Juan Mora, José Tomás y Serafín Marín sobre el albero. Arrébola, que así se anuncia en los carteles este joven de 18 años, cortó dos orejas en la novillada final de la Escuela Taurina de Cataluña. Era su cuarto paseíllo vestido de luces desde su debut sin picadores el pasado marzo. Cuatro tardes para acercarse un poco más a esa visión que le asaltó con apenas ocho años. Un imberbe chiquillo al que su abuelo puso delante del televisor para ver la Feria de Abril. Ponce, Morante y Juli en cartel. Todos a hombros. Tarde triunfal. Y un adepto reclutado para la causa. «Quiero ser torero», se dijo Arrébola, nacido en Tarrasa y criado en Sabadell.
Poco a poco, aprendió junto a José Domínguez –formador de un maestro consagrado como Finito de Córdoba– a torear de salón. Su afición no menguaba y se informó por internet de la Escuela Taurina de Cataluña. Ahora, la visita tres horas dos veces por semana para sus clases. Y a pesar de la prohibición, lo seguirá haciendo también el próximo año gracias, en buena medida, a José Tomás. A través de su fundación, el de Galapagar subvencionará la formación de los futuros toreros durante un año. El enésimo gesto del mito. «Este invierno por fin podremos torear vacas», suspira Arrébola, lleno de satisfacción. No es para menos. «Llevamos dos años muy duros, no hemos podido torear más que de salón, porque no teníamos recursos para pagar becerras», se lamenta.
En este sentido, el joven novillero lo tiene claro. Si no hay Escuela, adiós a Cataluña. «Tendría que estudiarlo, pero tengo familia en Sevilla y creo que iría con ellos, mi vida es el toro y aquí no habría opción», planea seguro de sí mismo al tiempo que se duele de una herida mayor que cualquier cornada: «Nos afecta mucho lo sucedido, porque nos han pegado un puyazo bueno, quería debutar como torero o ¿quién sabe? tomar la alternativa y ahora será imposible».
Uno de sus profesores, Manuel Salmerón, –al alimón subdirector de la Escuela Taurina de Cataluña–, es rotundo de cara al futuro. «La Escuela va a continuar, nosotros tenemos un acuerdo con el centro francés de tauromaquia; allí estamos fuertes, hemos dado 30 novilladas sin caballos este año», enumera. Los chavales se codean con el resto de las escuelas, incluso ganan premios como el Nimeño II, conquistado por Abel Robles. Actualmente, en el centro catalán hay seis alumnos toreando y otros siete, más pequeños, recibiendo clases.
Pero sin La Monumental nada será lo mismo. «¿Qué vamos a hacer los domingos sin toros? ¿Qué va a hacer el aficionado sin ocupar su abono? Salidas a Zaragoza, Castellón, Valencia, Nimes... pero sin la ilusión de ir a las cinco a la plaza, será una tristeza muy grande; esta tarde lloraremos más de uno y todos personas bien adultas», reconoce Salmerón entre la indignación y la decepción.
Sin duda, «es un tema totalmente político». «Piensan que los toros son un símbolo español y están equivocados, también es un icono catalán, porque en Cardona hay toros desde hace 600 años», avisa al tiempo que advierte de que «los animales padecen más en los ‘‘correbous'', cada día en un pueblo, otro y otro más, siempre con las astas encendidas en fuego tres horas por las calles y protegido políticamente, pues en la comarca del Bajo Ebro están blindados», zanja.
Otro de los espejos para estos aprendices de torero es el diestro Enrique Patón. «Iré a la plaza, pero no lloraré por las esquinas, porque algunos encima sacarán pecho y esto sólo es la crónica de una muerte anunciada, un enfermo agonizante al que se le ha acelerado la defunción», asegura un pedazo muy vivo de la historia de La Monumental pereciente sin dar coba a que, a punto estuvo él de dar la suya, corneado en la femoral en 1975.
DIEZ FIGURAS, DIEZ
Santiago Martín
«El Viti»
«En Barcelona toreé con Gaona, Arruza, Armillita, Silveti... Cuando fui a México no paraban de preguntarme si esta prohibición era real. No lo concebían. Era una plaza básica de la temporada. Espero que recapaciten, conozco al pueblo catalán y volverá el raciocinio».
Curro
Vázquez
«Es una ciudad extraordinaria con una afición magnífica. Fui desde novillero con ilusión. Viví mis éxitos y los de otros, como Chamaco, Arruza, Ordóñez y Morante, Tomás o Cayetano en los últimos tiempos. Es un fin de semana trágico, sólo espero que se vean dos grandes tardes de toros».
Joaquín
Bernadó
«Tras 250 paseíllos, puedo decir que es el mejor coso del mundo, pero llegaron estos políticos y todo cambió. Me marca mucho. Viví tantas emociones... Como esa pugna inolvidable con Chamaco: 22 tardes cada uno en un solo año. Si lo viera hoy Pedro Balañá, no lo habría permitido».
Pepín
Liria
«Le debo mucho a Barcelona. Un triunfo de novillero en el Domingo de Ramos me abrió la puerta para San Isidro en 1993. Desde ahí, me di a conocer. La Fiesta está por encima de la gente que sólo prohíbe. Nada se asemeja a ella, porque ningún artista entrega su vida por crear».
Dámaso
González
«Me llevaron seis veces a hombros hasta el hotel. Se paraban las calles. Da pena que, con una plaza preciosa, esa afición tenga que irse a Pamplona o Francia. El Gobierno debería tener más personalidad. Los abuelos de los hoy ‘‘antis'' eran antes presidentes de peñas taurinas».
Raúl Gracia
«El Tato»
«Perdemos un escenario perfecto con una afición muy entregada. Me queda el sabor agridulce de que en mi última tarde salí corneado grave en la axila. Sin embargo, la cornada que más duele es la que nos están dando los políticos. Nos sentimos usados como arma arrojadiza contra España».
Julio
Aparicio
«Era uno de los lugares de mayor rivalidad entre las figuras. Aunque les duela, Cataluña es España. Allí, tanto mi hijo como yo hemos triunfado muchas veces. No tiene nombre que se permita. Lo hicieron con Las Arenas, con Lloret de Mar, Gerona, Tarragona y ahora aquí».
Pedro Gutiérrez
«Niño de la Capea»
«Sigo confiando en la Justicia, lo que se está haciendo no es ni legal ni moral. Sería prueba del desmembramiento de España. Además, si los toros son Cultura y BIC, ¿cómo se van a vetar? Barcelona era un puerto obligado para el torero; si te arrimabas, atabas un buen número de contratos».
Roberto
Domínguez
«Aunque ya en mi época no era lo que oí sobre Barcelona, perder esta plaza imponente y obligar al destierro a la afición, no muy numerosa en los últimos años pero muy fiel, exigente y entendida, es una lástima. Su final es la consecuencia del abandono que, poco a poco, se ha vivido».
Francisco
Ruiz Miguel
«Le debo mucho a la familia Balañá. Toreé en Las Arenas y tomé la alternativa en La Monumental. Fue talismán en mi carrera. En casa, hoy miro al toro del doctorado y me da vergüenza haberla tomado allí, porque adoro esa plaza y esa afición que se maltrata. Me da asco que sólo sea por política».
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