–«Sonrisas y lágrimas», su segundo musical. ¿Canta bien?
–Incluso me han echado piropos, pero no me veo grabando un disco de boleros ni haciéndole la competencia a David Bisbal.
–¿Qué ha aprendido?
–Técnicas de resistencia para poder cantar todos los días.
–Capitán von Trapp: ¿en qué guerra le hubiera gustado estar?
–En ninguna. La guerra es lo peor que ha hecho y hace el hombre.
–No me diga que no se ve más apuesto con el uniforme...
–Pues la verdad es que me siento más guapete con el uniforme de gala.
–La familia Trapp. ¿Se imagina con siete hijos?
–No. Hoy sería un milagro sacarlos adelante.
–Si Blanca Portillo es Segismundo, ¿por qué usted no hace de Julie Andrews?
–Alguna vez haré de mujer, pero no me veo de novicia. Para hacer de María hay que tener un tono de voz que yo no tengo.
–La familia Trapp huye de los nazis. ¿Le tienta huir a alguna parte?
–Los cómicos tenemos difícil huir: nuestra herramienta es la palabra. Tendría que ir a un país de lengua castellana. Elijo quedarme.
–Un león del Congreso no tiene testículos. ¿Es el de la derecha o el de la izquierda?
–Creo que es el de la derecha.
–¿Y esto le parece una metáfora de...?
–De la falta de firmeza en sus principios de los políticos.
–Si el teatro fuera fatal, ¿se ve de croupier en Eurovegas?
–No. Nunca me ha gustado el mundo del juego.
–Dice Garci que cuando le dio el ictus «hablaba igual de mal que los actores españoles, que no se les entiende».
–La verdad es que a algunos no se les entiende.
–¿Necesita que le rescaten de...?
–Ya lo hizo mi mujer cuando se casó conmigo: me rescató de la soledad.
–«De mis soledades vengo, a mis soledades voy...» (Lope de Vega)