Hollywood
Mamet un búfalo en una cristalería
Una tienda de «viejo», tres perdedores, una moneda que quieren recuperar, un chanchullo y un dilema. Es «American Buffalo», o David Mamet en estado puro, según la visión de Julio Manrique y el Teatre Lliure
El destino, como las monedas, tiene dos caras. Para algunos, como narró Woody Allen, la moneda cae siempre a su favor. Para otros, parece que el dólar estuviese marcado en su contra, como el de aquel archi-enemigo desfigurado de Batman llamado Dos Caras. Don, Teach y Bob perdieron su dólar, si es que alguna vez lo tuvieron, hace años. Son los típicos «losers» de la América marginal abocados a una existencia vil. Hasta que el dólar del triunfo se les presenta un día, tan redondo y brillante como literal. Sin sospechar su valor, Don lo acaba de malvender a un cliente de su tienda de «viejo». ¿Será ese «búfalo», como llaman a la moneda de la que se ha desecho sin pensar demasiado, más valioso de lo que creían? A Teach, el compinche con menos escrúpulos, se lo parece, y empujará a Don a acariciar un plan poco legítimo para conseguirlo de nuevo, arrastrando de paso en su caída libre al tercero en discordia, Bob, el cachorro en esta historia de lobo bueno y lobo malo. Las puertas de Broadway se le abrieron de par en par en 1975 a un entonces jovenzuelo David Mamet con «El búfalo americano», su primer éxito años antes de «Oleanna», «Glengarry Glen Ross» o «El matrimonio de Boston», y mucho antes de convertirse en guionista con etiqueta de prestigio para Hollywood.
El «Búfalo» tuvo película, con Dustin Hoffman, y multitud de versiones teatrales. La primera la protagonizó William H. Macy, y por otras han pasado Robert Duvall y Al Pacino. En Madrid se han visto dos, a cargo ambas de Fermín Cabal, la última en 2005 (Cabal firmó la versión y la dirigió Paco Carrillo), y una en Cataluña, en 1993, dirigida por Jordi Mesalles. Don, Teach y Bob son, respectivamente, Ivan Benet, Marc Rodríguez y Pol López en esta nueva producción del Teatre Lliure estrenada en 2010 en Barcelona y que dirige Julio Manrique, joven director vinculado a la casa y muy «mametiano»: ha dirigido también «Els boscos» («El bosque») y un «Jardín de los cerezos» de Chéjov con adaptación firmada por el autor neoyorquino.
Manrique ha convertido la tienda de Don, donde transcurre la acción, en un colmado caótico y denso repleto de objetos. Una tienda que podría encontrarse en el Rastro o en Barcelona, si no fuera por los gorros de cowboy y la música de Johnny Cash que suena. «Es imposible luchar con lo americana que es la obra, y hemos optado por jugar con eso y por hacerlo desde el género con cierta ironía», cuenta el director. «Los personajes incorporan a su discurso una determinada mitología americana del éxito y el fracaso –prosigue Manrique, entrando así en el gran tema de la obra, o uno de ellos al menos–. Don y Teach ven el mundo desde esa perspectiva, y la obra muestra cómo ese modelo tiene grietas, se erosiona». Y es que, cuenta Manrique, a los personajes «el fracaso les enseña alguna cosa a nivel ético o moral».
Sin «ideas geniales»
Más allá de la elección estética, materializada en la escenografía de Lluc Castells e Irene Martínez, asegura Manrique que su labor ha sido más «de detective privado» que de regista. Se explica: «Los textos de Mamet son partituras muy precisas, que marcan mucho, están blindados contra arrebatos creativos». O, dicho por el propio Mamet: «Mis obras, en realidad no requieren, ni tampoco aguantan, mucha inventiva». Lo cual no significa que no haya trabajo tras la puesta en escena: «No valen las ideas geniales. La obra habla de los peligros del capitalismo, pero que la escenografía fuera un símbolo del dólar o algo así no serviría. Tienes que buscar los detalles en el texto de Mamet. Ahí está el trabajo». Y así, indagando, releyendo y familiarizándose con cada frase, ha llegado a la conclusión de que, dicho con admiración y cariño, «Mamet es un cabronazo que escribe muy bien», y asegura que ha descubierto «sus silencios, que tanto peso tienen, y he confirmado los mundos dramáticos que le gusta crear».
Chorizos patosos
Convertidos en presencias tragicómicas por su propia naturaleza de perdedores, Don, Teach y Bob arrancarán risas en algunos momentos al respetable: «Los tres chorizos son patosos, tienen muchas ínfulas», ríe el director. Sin olvidar que «la estructura de la obra es de tragedia, en el sentido de que hay un héroe trágico, que es el que más escucha a todos, Don. Y escucha, claro, las frases del diablo de turno, Teach. Pero acaba tomando una decisión equivocada». Y todo, no ya por un puñado, sino por un viejo dólar, un «búfalo» americano.
Un manual «anti Stanislavski»
La obra coincide con la publicación en español, en una nueva edición a cargo de la editorial Alba, de «Verdadero y falso. Herejía y sentido común para el actor», un manual escrito por Mamet en 1997 en el que derrumba sin condescendencia el famoso método actoral de Stanislavski, al que denomina «esencialmente un amateur»: «El actor no necesita "convertirse"en el personaje. De hecho, esa frase no significa nada. No hay personaje. Sólo hay frases en una hoja», sentencia Mamet. «Para mí el libro es una pequeña biblia, o lo fue en su día», cuenta Julio Manrique. Y matiza: «Mamet respeta a Stanislavski, pero se carga a todos sus discípulos y critica los excesos del famoso método».
Dónde: Teatro de La Abadía. Madrid.
Cuándo: del 10 al 20 de marzo, de martes a domingo.
Cuánto: 20 euros. Tel. 91 448 11 81.