Carlos Manuel Sánchez realizó un experimento revelador en «El Semanal»: reunió las ideas de diez premios Nobel de Economía sobre las medidas aconsejables para salir de la crisis. ¡Eureka! Diez economistas tan sabios darán con la solución. El resultado, empero, evoca el célebre relato de Akutagawa sobre el juicio de un asesinato en el que todos los testimonios difieren… incluido el del propio muerto. Resumo las recomendaciones. Mirrlees: subir los impuestos sobre las transacciones financieras; Selten: obligar a que las acciones tengan una etiqueta que indique su riesgo, como los alimentos; Nash: crear un estándar monetario internacional, como el patrón oro pero basado en una cesta de valores y no en uno solo (algo parecido a lo que Hayek sugirió en «La desnacionalización del dinero»); Akerlof: prisión para los que lleven a una empresa a la quiebra; Myerson: regular más el sistema financiero y crear empleo con más gasto público en infraestructuras; Sharpe: no aumentar el gasto público; McFadden: impuesto a los mercados financieros; Scholes: no subir los impuestos y no regular más; Phelps: intervención del Estado para financiar a los emprendedores; Prescott: aplicar el modelo nórdico, concretamente danés, y recortar las ayudas a los parados, incrementar la flexibilidad del trabajo, y bajar los impuestos. En conclusión, lo que nos temíamos: Houston, o quizá más bien Fráncfort, tenemos, seguimos teniendo, un problema.