Nueva York
Ozores por Ozores
A Emma Ozores le costará un poco más de lo normal subir al escenario estos días del teatro Arlequín, pues han pasado tan sólo cinco meses desde que la vida de su padre echara el telón
Y ella sabe que, en el fondo, no era cierto aquello que decía: «Me da igual cómo vaya a ser recordado. No lo sé, pero como no voy a estar, que piensen lo que quieran». Era más bien todo lo contrario: «En los últimos tiempos venía al teatro, cuando ya estaba muy malito, y salía al escenario a saludar, y le decía al público que le hacía mucha ilusión ir de vez en cuando para escuchar la risa de la gente». Así que quién mejor que su hija, y fiel compañera de profesión, para poner en escena su última pieza dramática, «Mírate en el espejo».
De murciélagos y palomas
Además de una interpelación directa al espectador, es una obra ozoriana cien por cien. «Se trata de ver las cosas desde el punto de vista de mi padre, es decir, con mucho sentido del humor», subraya Emma. Esto es tanto como agitar conceptos y diálogos tan distantes como originales y que el público no deje de reír un segundo: «Empezamos hablando con ellos, pues la obra arranca con los actores sorprendidos de que hayan llegado antes de hora, así que los protagonistas tienen que arreglar el teatro. Después se afronta el tema de los celos fundados, luego de los infundados... –continúa emocionada la actriz–. Pero es que ahí pasamos a cómo ven la vida los murciélagos, con diálogos desternillantes». La cosa no queda ahí, porque, en el mismo texto, Ozores mezcla los diálogos entre dos niños y la particular visión que éstos tienen de las cosas que les ocurren a los mayores, con la última peripecia de la paloma de la paz, afectada por una ráfaga de metralla. Cosas de ese genio que hablaba raro. Emma ha vuelto a elegir como «partenaire» a Mario Tardón, su compañero en «El último que apague la luz», la anterior obra de Antonio Ozores, que estuvo en cartel seis años, y que ahora va a vivir su primera gira americana, en las que se incluirá, entre otras ciudades, Nueva York y Washington. «Conocí a Mario en esa función y hubo mucha química entre los dos».
En el despacho y en escena
No es lo único que Emma tiene pensado hacer por la memoria de su padre, ya que ha decidido quedarse con la gestión del teatro Arlequín, a uno pasos de la Gran Vía madrileña: «Aunque sea mucho trabajo intento hacer lo que él quería». Así que la pequeña Ozores se pasa el día corriendo, subiendo y bajando del despacho al escenario. Además de mostrar las obras de su padre, quiere consagrar ese escenario a la comedia «de calidad». Ahora comparte cartel con la obra «Reyes que amaron como reinas», de Israel Reyes y Daniel Vega, en una producción de Clapso que ha sobrevivido, con buena salud, al verano escénico.
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