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Londres

Viggo Mortensen con perdón

El actor presentó ayer «Purgatorio», una obra de teatro sobre dos personajes en el más allá. Y habló del perdón del «más acá», «sin condiciones», incluso a ETA

del escenario ni del purgatorio. Así dijo sentirse el actor, ayer larazon

Ayer se presentaba una obra de teatro sobre el perdón mutuo de dos personajes que cometen actos terribles y se encuentran en un lugar inexistente para reconciliarse o destruirse. Una especie de «más allá laico» adonde las almas van antes de reencarnarse. Pero hablando de la condición humana se terminó hablando del mal más terrenal, el de ETA, Hitler o Videla. Y en lugar de hablar del peso de la historia se terminó invocando el perdón. Fue Viggo Mortensen, protagonista de «Purgatorio», una obra escrita por Ariel Dorfman que se estrena esta semana, el que lanzó una reflexión: «Se puede perdonar todo: a los nazis, a Videla, a Franco, a tus padres o a ETA». «Nunca va a ser un error perdonar al diablo mismo», afirmó.

Los matices quedaban difuminados, probablemente no era ni siquiera la intención del actor entrar en detalles de la política española, pero lo hizo. «Perdonar con condiciones no es perdonar. No se puede decir: ‘‘Perdonamos si...'' Se hace o no se hace», reflexionó Mortensen, que luego matizó: «Hay que buscar además la justicia. Es algo esencial, pero también se puede perdonar a la vez, son cosas distintas y no hay que tener vergüenza», comentó. Para el intérprete, nacido en Estados Unidos y criado en Argentina, «lo vemos muy claro con lo que pasa en Israel. Una venganza y otra venganza. Y todos dicen que quieren la paz, pero que primero... No, primero nada, hay que parar. Y después se habla de la justicia, del territorio, de todo lo que haya que hablarse. Hay que dar y recibir perdón». Su única compañera de reparto en la obra, Carme Elías, fue más escueta y redundó: «Para que haya perdón ayuda mucho que se haga justicia». Incluso Dorfman terció: «Condeno absolutamente el terrorismo, pero entender de dónde viene es parte del trabajo. Y creo que es muy interesante que se estrene en España esta obra ahora. Los perdones tienen que ser mutuos y simultáneos, y ese el verdadero proceso de reconciliación», añadió Dorfman.

Pero los derroteros del montaje son otros, y se basan en el intrincado texto que Ariel Dorfman lleva puliendo siete años, persiguiendo innumerables versiones, del inglés al castellano. «Ya ni siquiera es mío», decía ayer en tono de broma. Y para definir la trama, interrogó a los periodistas: «Pregúntense si hay algo que les han hecho que nunca han perdonado y por qué. Y pregúntense cómo se enfrentan a quienes les han hecho daño y a quienes ustedes han hecho daño».

Víctimas y verdugos
«Es difícil el perdón y la compasión verdadera», alega Dorfman, quien ha buscado con este montaje enfrentar a víctima y verdugo «en el más allá o en los albores de la conciencia» para entender «cómo superamos ese ciclo de odio y de rivalidad». «La obra revela un lento proceso de desenmascaramiento, de rasgar uno a uno los velos que nos separan de la verdad», señala este autor, que, al revés que Mortensen nació en Argentina pero se crió en EE UU. «Se trata de renunciar a lo que uno fue como primer paso para un profundo reconocimiento del otro».

Tanto los actores como el director de escena, Josep María Mestres, coincidieron en la dificultad del texto escrito por Dorfman, al que salvan la «naturalidad» y la «emoción» que imprimen los actores, quienes van desvelando sus miserias y «quitando las corazas» sobre las tablas del Teatro Español, según Mestres.

«No hay escapatoria, ni del purgatorio ni del escenario», afirmó Mortensen, que se valió de la famosa cita de Cortázar sobre el reloj. «Cuando te regalan un reloj, te regalan un pequeño infierno florido. Eso mismo es esta obra», apuntó el protagonista de «Un método peligroso», que explicó que el texto está lleno de trampas. «Hay constantes repeticiones inexactas que te hacen dudar de si lo que acabas de oír ya se dijo antes. Pensamos en llamar a Ariel y pedirle que eliminase algún párrafo, pero eso no lo puede hacer ningún actor. Hay que enfrentarse al proceso, aunque sea resbaladizo como la vida. Y las partes que eran más odiosas, son las que ahora nos encantan», apuntó el protagonista del montaje.

Lo ridículo y lo sublime
Sobre el texto, Carme Elías apuntaba que, cada vez que ambos se sentían cómodos, «se iba todo al carajo; es como la vida misma». De la historia de un hombre y una mujer «malhiriéndose y buscando salida a su purgatorio», ha descubierto muchas cosas pero «todas resbaladizas y peligrosas». La actriz catalana también quiso quitar el miedo a quienes piensen que van a ver algo tenebroso y difícil. «No hay que exagerar, es una obra pensada para ser vista y disfrutada. A lo mejor asusta por el contenido, pero hay momentos divertidos y abiertamente graciosos. Los seres humanos somos ridículos y sublimes al mismo tiempo. La obra es densa, aunque da regalos para los que vengan a verla», explicó.

El argumento se desarrolla como una especie de «thriller» en el que hay que descubrir qué actitud tomarán los personajes: si el indulto o el castigo. «Estamos nerviosos porque hay que hacerlo en el escenario y conseguir que venga alguien a verlo», dijo Mortensen riendo. Después del montaje, el actor no tiene planes profesionales. «¿El cine? No sé si seguiré en el teatro, o en la vida. ¡A ver si nos vemos mañana, che...!».

De alguna manera, la conversación volvió al principio. Al perdón colectivo, real, de las víctimas a los verdugos. Pero esta vez tuvo la culpa Dorfman, que contó que tuvo que exiliarse de Chile, donde residía, huyendo de la dictadura de Pinochet. «Estaba en París viviendo de prestado cuando recibí una revista chilena. Y leí en ella que uno de los militares más sanguinarios, el general Lee, afirmaba en una entrevista que lo que más le gustaba del mundo era escuchar los cuartetos de cuerda de Beethoven. Yo entonces estaba lleno de cólera. Y para mí, esas piezas son lo más sublime que se ha escrito nunca en música. Me enfadé terriblemente. Tiré la revista al suelo. No lo comprendía. ¿Cómo le podía gustar a ese tipo lo mismo que a mí?», escenificó Dorfman. «Pues luego pensé que así era más interesante. Eso le humanizaba, me permitía ver que también tendría un final, como todo el mundo. Y le hacía más comprensible».


El actor se enreda con ETA
La verdad es que el asunto no estaba en los planes de nadie, y arrancó de una reflexión sobre el perdón individual, pero Mortensen se enredó en el espinoso tema del terrorismo casi sin quererlo. Hablando sobre las sociedades, se lanzó: «Estamos en España... ETA». Así arrancó buscando un ejemplo, y lo que hizo fue alguna reflexión interesante y luego meter la pata en varios jardines sin mucho sentido. «ETA dice que perdón, pero que tienen que hacer esto y lo otro. No. O se le perdona, o no. ¿Perdonamos a los de ETA o no los perdonamos? –continuó–. Y ellos, ¿perdonan a los que les puedan haber hecho algo a ellos según dicen..? El Estado, lo que sea. ¿O no perdonan?», dijo divagando en exceso. Luego quiso quitarle hierro al asunto y comparó un asunto como el de la banda terrorista con la culpa que pueda llevar encima un sujeto individual: «Se puede perdonar siempre. Puede ser por algo que te hizo tu mujer, tu marido, tu padre... es un tema grande, el padre», añadió. Nadie pareció sobresaltarse, la rueda de prensa siguió en orden, y los participantes españoles, Mestres y Elías, en un discreto segundo plano. Mejor que cada uno haga lo que sabe hacer mejor.


Tres compañeras para un baile
«Purgatorio» se ha estrenado ya en inglés. Fue en 2008, en Londres. Desde 2007 había un proyecto para hacerla en castellano en el Teatro Español, pilotado por Mortensen y Dorfman, con Ariadna Gil de compañera de reparto. Pero un año después se anunció su reemplazo por Emma Suárez. Luego fue Mortensen el que disculpaba su participación y finalmente será Carme Elías. «Eso ya fue, como decimos en Argentina», dijo ayer el actor. «Y no me imagino hacer la obra con otra actriz que no sea Carme. He aprendido mucho de las tablas que ‘‘tenés''. Me da confianza tu naturalidad», afirmó. «Yo encuentro paz en los ojos de Viggo. Frente al vértigo del texto, con él se pueden correr riesgos, ir en la cuerda floja», dijo Elías por su parte con total complicidad.


-Cuándo: desde el 4 de noviembre al 18 de diciembre.
-Dónde: Naves del Español. Matadero Madrid.
-Cuánto: 22 euros.