Cádiz
«La reina de Gibraltar»
Carteles con el aniversario de Isabel II reciben al visitante tras la reclamación española sobre el Peñón
GIBRALTAR- «Gibraltar español». En «broma» y de modo formal, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, ha reclamado la soberanía española. Sobre el terreno, apenas una extensión de 1,2 kilómetros separa dos mundos tan distintos que podrían rozar el anacronismo: Gibraltar y La Línea de la Concepción. Mientras que este municipio de Cádiz, perteneciente al deprimido Campo de Gibraltar, tiene un paro del 34,3%, la colonia británica apenas roza el 3,3%, con un sueldo medio por habitante de 2.100 euros. Parece evidente por qué los gibraltareños no quieren terminar con esa frontera y hablar de soberanía compartida. «Sólo hay que cruzarla para ver cómo viven los españoles», opina Kaira, con su acento andaluz, llanita que trabaja en un bufete de abogados. «Nosotros no queremos vivir así». Mario, su padre, lo resume: «No vamos a cambiar oro por lata».
Sin embargo, esta división de territorios es la que fomenta su dependencia económica. Si el Peñón importa 300 millones al año en bienes y servicios, puesto que carece de industria, la determinante diferencia económica favorece un contrabando que va a más. Al estraperlo de tabaco, practicado desde los años 40, ahora se suma el de la Viagra, ya que sale más barata. «Cuesta 10 euros en España, y en el Peñón la mitad», informa Juan José Uceda, de la Asociación de Trabajadores Españoles en Gibraltar. «Nadie le pone impedimentos porque es un buen negocio de puertas afuera».
«Nunca había llegado a ver algo así», comenta David Morales, profesor de flamenco en el Instituto Cervantes. «Señoras de 65 años montando en bicicleta para pasar las mercancías, sobre todo, tabaco». Según el bailaor, estos «trabajadores» están compinchados con algunos policías que desvían la vista y, en alguna ocasión, se llevan un porcentaje. Este negocio –un cartón de la marca Marlboro que, tras la verja cuesta alrededor de 40 euros, en Gibraltar supone apenas 27– beneficia a ambas partes, ya que «familias enteras viven sólo de ello».
Así las cosas, el actual ministro de Gibraltar, Fabián Picardo, señaló recientemente que «el modelo de cosoberanía entre Gran Bretaña y España está muerto». Con una renta per cápita superior incluso a la inglesa –45.300 euros– exentos de pagar el IVA y un sistema de impuestos de lo más generoso –si en España se aplica un 30% de impuestos a las sociedades por sus beneficios, al Peñón apenas un 10%–, Gibraltar además disfruta de un monopolio de empresas de juego on line, debido a sus bajos impuestos. «Es como Las Vegas por internet», afirma Alejandro Sánchez, ex alcalde de La Línea. «La empresa que menos factura ingresa unos 500.000 euros a la hora. Moratinos le dio al Peñón 60.000 líneas telefónicas. Cables que pasan por La Línea y nos les cobramos ningún impuesto». No obstante, es posible que este imperio internáutico llegue a su fin, ya que, según ha comprobado este periódico, Inglaterra tiene previsto aplicar una considerable subida de tasas a estas empresas para terminar con el monopolio.
Reacción en La Línea
Desde La Línea de la Concepción, temen que el Gobierno de Picardo adopte medidas con «cierto carácter represivo» hacia el municipio. Por el momento, el actual ministro de Trabajo está generando reacciones adversas entre los vecinos. «Es muy antiespañol», informa Uceda. «Las declaraciones que hace nos están asustando, tenemos pensado presentarnos en la frontera para iniciar una protesta». El delegado de la ASTEC teme por las 4.000 personas que cada mañana se dirigen a Gibraltar. «Muchas personas me han comentado que últimamente les tratan de un modo despectivo en sus trabajos. Por el momento, han echado recientemente a 12 empleadas de la limpieza sin un motivo justificado». Unida a la controversia suscitada por las declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores español, existe un concepto agrio de los gibraltareños respecto a España por la verja que Franco levantó como respuesta a la aprobación de la Constitución del Peñón. «Familias enteras se destrozaron, sólo podían verse a través de la verja. España tiene que enamorar a Gibraltar para que aceptemos su soberanía», opina María. Que vive con su marido en la exclusiva urbanización gaditana de Sotogrande.
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