Feria de San Fermín
Final casi feliz
Algemesí (Valencia), novena de feria, novillos de Jandilla, muy bien presentados, serios y con cuajo. Faltos de fuerza pero de buen juego en general.Javier Jiménez, de azul rey y oro, estocada entera, dos descabellos (oreja); entera (oreja). Fernando Adrián, de rosa y oro, pinchazo, entera, descabello, aviso (silencio); pinchazo, entera (dos orejas).Entrada: casi lleno.
Concluyó la feria y lo hizo en tono festivo. Hubo final casi feliz, porque si las peñas y muchos de los asistentes a este festejo de remate se lo pasaron de miedo, sin cesar de cantar, bailar, comer, beber y etcétera, los aficionados que se dieron cita en el peculiar palenque algemesinense echaron en falta más seriedad en los actuantes, que estuvieron muy de cara al tendido y no terminaron de aprovechar las muchas posibilidades que brindó la novillada de Jandilla.
Un encierro, para no desentonar con lo que ha sido el común denominador de este serial, muy bien presentado, con novillos serios, con cuajo, muy hechos. Y además, de buen juego también en conjunto, siendo la falta de fuerza su principal defecto y lo que hizo que alguno se apagara pronto.
Como el que abrió plaza, con el que Javier Jiménez tiró de oficio desde que se abrió de capa, dejando una faena de más a menos, ya que a su oponente le faltó energía para aguantar el tramo final de su lidia, y en la que destacó su toreo en redondo, adelantando la muleta y llevando muy toreado al de Jandilla. Tampoco estuvo sobrado de motor el tercero, al que le costaba muchísimo seguir la muleta. A base de paciencia le pudo ir robando algún muletazo pero a la mínima exigencia el astado se iba al suelo, por lo que el novillero de Espartinas tuvo que echar mano de efectismos para calentar a la gente.
El primer novillo que correspondió a Fernando Adrián tuvo un punto de genio y cierta violencia en sus embestidas. Esperó en banderillas e hizo hilo apretando hacia adentro. El madrileño acertó a llevarle metido en el engaño y sin mostrar dudas, aunque su trasteo acabó desdibujado. Con el cuarto, bravo y codicioso, no se acopló. Se empeñó en acortar las distancias y acabó ahogando las embestidas del animal, que acabó desengañado y más aplomado, intentando Adrián amarrar el premio con desplantes y alardes que no mejoraron una faena larga y deslavazada premiada con generosidad y exceso.
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