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Teatro

San Petersburgo

«Esto es intolerable» por Gonzalo Alonso

«La forza del destino» de Verdi. A.Rosalen, V.Urmana, L.Tézier, M.Giordani, M.Cornetti, V.Kowaljow, B.de Simone, etc. J.C.Auvray, dirección de escena. R.Palumbo, dirección musical. Coro y Orquesta del Liceo. Teatro del Liceo. Barcelona, 2 de octubre.

La Razón La Razón

Antes de asistir a una ópera suelo pensar los recuerdos que me trae. Los de "Forza del destino"son numerosos. La lista empieza por lo leído o escuchado, que no vivido: la muerte del gran barítono Leonardo Warren en pleno escenario del viejo Metropolitan mientras cantaba el aria "Morir, tremenda cosa", la impresionante grabación con Corelli, Tebaldi, Bastianini y Christoff que devoré hace años.... Y los vividos. La inolvidable representación en la Scala con Caballé y un jovencísimo José Carreras; la última que vi en el propio Liceo con Kabaivanska y Bergonzi, sin duda el mejor Don Alvaro de la postguerra o aquella también en Barcelona, en la que Juan Pons cantaba de bajo el padre Guardiano; la premier en el Met en la que Domingo se desfondó en el aria...Ha pasado mucho tiempo y muchas cosas. De entrada ahora hablamos de Josep Carreras y Joan Pons....

Por todo ello juzgar una nueva producción es fácil y a la vez difícil. Fácil por conocer de memoria la partitura, difícil porque tanto recuerdo hace cada día más difícil el disfrute. El Liceo inaugura temporada con un Verdi que, quién lo iba a decir en estos momentos, es un Verdi español. El compositor estrenó "Forza del destino"en San Petersburgo -el Real abrió su temporada con un autor ruso fallecido en esta misma ciudad- y llegó a venir a Madrid en 1883 para presentarla. Barcelona aún es capaz de programar los más reputados artistas del momento y el reparto para la obra se cuenta entre los mejores que pueda ofrecer un teatro actualmente. Violeta Urmana posee el sólido centro que exige Leonora, si bien resulte tirante el agudo y poco artista en lo escénico. Menos aún lo es Marcello Giordani, el tenor habitual del Met, que se arrodilla subiéndose antes los pantalones. Él sí tiene un agudo claro, brillante de tenor a la antigua usanza y defendió bastante bien ese aria que parece fácil y no lo es en absoluto. Ludovic Tézier compone un correcto Don Carlo, aunque la voz resulte un punto lírica. Más que aceptable el resto del reparto, con coro y orquesta mejorando, pero aún lejos del Real o de la del Palau de les Arts, a la cabeza en calidad de los conjuntos españoles. Renato Palumbo dirige con solvencia una versión íntegra a la que le sobran algunos minutos de música que aporta poco y alarga innecesariamente la representación.

Dedico el título de esta crítica a Arturo Reverter, para quien una de sus frases preferidas es "Esto es intolerable". Lo es que Jean-Claude Auvray coloque por capricho la obertura entre primer y segundo cuadro, porque no hay razón que lo justifique y, desde luego, ni Verdi lo quiso así ni lo hubiera admitido. La popular página está escrita como obertura y no como interludio y no sirve el argumento de que se trata de resaltar el paso del tiempo, porque éste también transcurre ampliamente entre otros cuadros, dentro de un libreto inexplicable que la escenografía tampoco ayuda a hacer comprender. Una silla es el único elemento en varias escenas y sirve tanto para localizar la entrada al monasterio del padre Guardian, como el interior del mismo o el lugar donde el prior deja pan a la ermitaña Leonora, cuya cueva simula por cierto el propio suelo del escenario y una tela en la que ella se envuelve tumbada. El minimalismo tiene sus límites y muchas veces los registas lo emplean con maximalismo en los costes. No creo que sea este el caso de la presente coproducción del Liceo con La Bastilla. Antes se reflejaban todos los pormenores escénicos y ahora, que los teatros gozan de maquinarias muy superiores, resulta que parece imposible poner en escena tanta variedad como existe en esta ópera verdiana. Nuestro mundo está plagado de contradicciones.

En plena crisi nacionalista, con elecciones a la vista y con el gobierno central aportando un 45% del presupuesto público del Liceo, resulta incomprensible que no lo rentabilize y que no enviase representante alguno a la apertura de temporada. Pobre Sánchez Camacho, ¡con lo que tiene que luchar! Gonzalo Alonso