Presentación
Cine español: los motivos de su estrellamiento
Vistas en perspectiva, las cifras del cine español que adelantó ayer LA RAZÓN daban pavor; si acercamos la lupa, las cosas no mejoran. La pérdida de un 34% de la recaudación y de un 6,7% de espectadores, según la empresa de medición de audiencias Rentrak, no sólo retrotrae a la industria a los niveles de 1996, sino que se traduce en muchos pequeños y grandes fiascos durante el ejercicio que se acaba de cerrar.
Sólo tres filmes superaron los seis millones de euros de recaudación, o lo que es lo mismo, el millón de espectadores: «Tres metros sobre el cielo», «Los ojos de Julia» y «Que se mueran los feos».
- Más de cien estrenos. Este balance no sería negativo para una industria cinematográfica mediana, pero nuestro país sigue empeñado en la producción masiva de filmes: el año anterior volvieron a estrenarse más de cien películas, una cifra difícil de asumir por la cartelera teniendo en cuenta que sólo existen 52 fines de semana al año para estrenar. Si bajamos el listón hasta los tres millones de euros de caja por título, sólo podremos incorporar otros tres a la lista, entre ellos «Celda 211», que vio la luz en 2009, pero recogió en los primeros meses el tirón de los Goya. La cifra de largometrajes que superan el millón de recaudación en salas no alcanza el 15%. Y si miramos hacia más abajo, la cifra es claramente desalentadora: tres de cuatro filmes no alcanzan el medio millón de taquilla. Los datos, siempre fríos, aportan más luz si se contextualizan, por eso es bueno recordar que, según señala la memoria del ICAA (Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales), el coste medio de una cinta nacional «oscila alrededor de los tres millones de euros; cifra que puede considerarse competitiva si va acompañada de un coste en promoción y marketing proprocional», escribía entonces el equipo de Ignasi Guardans, ex director del instituto. El drama se acentúa con esta nueva variable: si el coste medio es de tres millones, ese 75 por ciento no alcanzaría ni la sexta parte de su coste.
- Las subvenciones. Cuando cruzamos la recaudación con las ayudas vuelve a encenderse la luz roja: por segunda vez, el fondo de protección a la cinematografía, es decir, la bolsa que Cultura tiene destinada a las subvenciones, de 89,39 millones de euros este año, es mayor que la recaudación total en salas: 69,7. En 2008 ocurrió lo mismo, aunque entonces la diferencia era de apenas cuatro millones, ahora la brecha ha aumentado.
- Cine de autor e industrial. Teniendo en cuenta sólo esta ventana de explotación, la industria nacional es claramente deficitaria. Y lo es aún más si añadimos la inversión obligatoria de las televisiones, la aportación de las comunidades autónomas y las diversas líneas de crédito que otorga el Estado a los productores. Se puede entender que el cine se subvenciona en su calidad de séptimo arte, por eso se dan casos como el de «Alicia K», que obtuvo como ayuda a proyectos de largometraje 400.000 euros y que la taquilla apenas ha respaldado con 35.686 de caja; pero, sin embargo, obtuvo el premio del guión en el Festival de San Sebastián. En otros casos las ayudas están destinadas a fortalecer la industria, y es aquí donde han vuelto a fracasar. Grandes nombres de nuestra cinematografía, destinados a servir de atracción al público, han experimentado sonoros fracasos. Este es el caso de «Amador», de Fernando León de Aranoa, y «Habitación en Roma», de Julio Medem –que apenas superaron la barrera del millón de euros de recaudación–, «Nacidas para sufrir», de Miguel Albaladejo; «Luna caliente», de Vicente Aranda, o «Io, Don Giovanni», de Carlos Saura, que viajó por buena parte de los festivales del mundo, pero que en España apenas logró obtener 23.285 euros, es decir, menos de cuatro millones de pesetas.
- El divorcio entre los festivales y el público. Ese es otro de los aspectos que no acaba de rentabilizar nuestra industria. Este año ha habido cierta presencia de películas en las muestras internacionales, lo que ha propocionado no poca repercusión, que, con todo, no ha sido suficiente para llenar las salas, siquiera, el primer fin de semana. Así ha ocurrido, además de con la mencionada «Elisa K», con «Balada triste de trompeta», que obtuvo dos premios en Venecia; «Uncle Boonme...», coproducción española que se impuso en Cannes, pero que aquí recaudó 87.415 euros...
- Escaso poder de atracción del «star-system». Más allá del tirón de las caras de las televisión, las estrellas españolas no han ejercido de imán. El oscarizado Javier Bardem no supo ser profeta en su tierra con «Biutiful», que si bien alcanzó una de las cifras más altas de todos los estrenos, fue mucho menor a lo que se esperaba de la conjunción con Alejandro González Iñárritu: 2.740.666 euros. Tampoco le fue mejor a una de nuestras guapas oficiales, Elsa Pataky: poco más de cien mil personas hicieron cola para ver «Didi Hollywood».
n Ausencia de un filme locomotora. Las buenas cosechas de nuestra producción propia han pivotado por el efecto arrastre de un gran éxito. Al principio de la década pasada solían alternarse Almodóvar y Amenábar en estas tareas, y cómo no, también «El Torrente» de turno o algunos de los bombazos del cine de género como «El orfanato» o «Rec», que nos han hecho célebres fuera de nuestras fronteras. La prueba de que este hecho no ha existido es que ninguno de nuestros largometrajes aparece en el top ten de los más vistos.
En otras ocasiones ha cuajado un buen año al sumarse un racimo de filmes que superaron el millón de espectadores. Esto ocurrió, por ejemplo, en 2006, cuando al efecto «Alatriste» se sumó la buena acogida de «Volver», «El laberinto del fauno», «Los Borgia» y «El perfume». Ni siquiera sumando la ayuda de artistas internacionales invitados como Woody Allen o Alejandro González-Iñárritu hemos alcanzado ese objetivo en 2010.
- Superposición de estrenos: Cuando los medios de comunicación suelen preguntar a los productores a mediados de año por la famosa cuota de mercado, estos suelen contestar que hay que esperar a finales. Tradicionalmente tienen guardadas las mejores balas a partir de septiembre, pero es que Hollywood utiliza la misma táctica. Teniendo en cuenta que tocamos a dos estrenos de largos españoles por semana, parece inevitable que no solamente compitan con los foráneos, sino que, además, se contraprogramen a ellos mismos. Eso ha ocurrido recientemente con las cintas de Iciar Bollaín, «También la lluvia», y Borja Cobeaga, «No controles», ambas con ambición comercial, pero se dio también durante 2010. Por ejemplo, el mismo fin de semana que «Pan negro», la gran sorpresa en las nominaciones de los Goya, «Didi Hollywood» le retaba desde la sala vecina. Conclusión: ni a la cinta de Agustí Villaronga le han lucido sus premios, ni a la de Bigas Luna los abundantes reclamos mediáticos que contenía el filme. En el último tramo del ejercicio coincidieron algunas de las películas más esperadas, «Tres metros sobre el cielo», «Balada triste de trompeta», «Los ojos de Julia» y otras sorpresas, como «Entre lobos». La competencia para todos hubiera sido más fácil de haber realizado las «premieres» de forma mucho más escalonada.
- Sin noticias del 3D. En un país con un nivel de «piratería» del 77% habría que buscar alguna alternativa a la proyección tradicional. La industria norteamericana ha apostado sin tapujos por el cine en 3D, de hecho, como publicábamos ayer, los tres filmes más vistos en 2010 en nuestro país necesitaban de gafas para ser disfrutarlos: «Avatar», «Toy Story 3» y «Alicia en el país de las maravillas». Hollywood se plantea una salida como fórmula para frenar el sangrado continuo de espectadores que sufre desde hace tiempo. En España el año pasado, por primera vez en mucho tiempo, se descendió de los cien millones de entradas vendidas. El 3D supone además un incremento en el precio de la entrada, lo que supone cuadrar mejor el balance de la recaudación. Apostar por las tres dimensiones supone realizar un desembolso mucho mayor por película, lo que resulta excesivamente gravoso para un sector repleto de pymes como el español, así que, de momento, las iniciativas de este tipo son bastante escasas: apenas éxitos casi asegurados como la cuarta secuela de «Torrente», con la que Santiago Segura espera aumentar aún más su cuenta corriente.
El detalle: LOS DIEZ FIASCOS DE 2010
l 1. «Io, Don Giovanni», de Carlos Saura. 23. 285 euros.
l 2. Elisa K», de Jordi Cadena y Judith Colell, 35.686 euros.
l 3. «La mujer sin piano», de Javier Rebollo, 55.418 euros.
l 4. «Luna caliente», de Vicente Aranda, 74.529 euros
l 5. «La mosquitera», de Agustí Vila, 87,291 euros
l 6. El cónsul de Sodoma», de Sigfried Monleón, 315. 280 euros.
l 7. «Nacidas para sufrir», de M. Albaladejo. 396. 731 euros.
l 8. «Habitación en Roma», de J. Medem, 514.908 euros.
l 9. «Amador», de F. León de Aranoa. 626. 673 euros.
l 10. «Didi Hollywood», de Bigas Luna, 721. 373 euros.