Hollywood

Por la causa

La Razón
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A primera vista el espectáculo parecía edificante: la Fundación Mandela, una cena para ayudar a los niños del Tercer Mundo, el incomparable marco del palacio presidencial de Suráfrica, Naomi Campbell y Mia Farrow danzando por allí entre fotógrafos para maquillar con un poco de humanismo sus caretos operados, porque en la pasarela de Milán y en los platós de Hollywood les han dicho que las buenas causas venden mucho. Hasta ahí todo bien. Todo previsible. Pero de repente la peli de terror. Un gobernante de Liberia adornado con el beatífico aura de los crímenes contra la Humanidad entrando en escena con una colección de diamantes de sangre en el bolsillo para regalárselos a la primera maciza que se le ponga a tiro, o sea, aprovechando el filantrópico evento para promocionarse y de paso ligar. «Haz el bien y no mires a quién». De repente, sí, la astracanada siniestra. Naomi donando a la Fundación Mandela unas piedras sucias a las que no dio valor. ¿Para qué las donaba entonces? ¿Para burlarse de esa institución? De repente la Farrow demostrando lo que es una amiga y hablando de «una piedra gorda» que no le regalaron a ella. De repente el Tribunal de la Haya y esas dos dando vueltas alrededor del tal Taylor, al que le interesaba tanto la causa infantil africana que reclutaba niños soldado. Vivimos en un mundo tan imperfecto que, pese a todo eso, la presencia de las Naomis y las Mias en esas cenas pone a esos niños en el mapa, y hace que mañana una cooperante de Badajoz decida irse un verano a curarles las heridas.