Miami
Borja Thyssen lamentó que su madre no le felicitara por Jesús Mariñas
Era un desenlace esperado, pero la esperanza es lo último que se pierde, ya se sabe. Ibiza y hasta el mundo entero aguardaban expectante el 32 cumpleaños de Borja Thyssen y al coincidir nuevamente en Ibiza con su madre, Carmen Cervera –que llegó la víspera a la isla acompañada de Manolo Segura y su esposa atracando su aparatoso «Mata Múa» como una evidencia de «aquí estoy yo»–, todos confiaban en el abrazo reconciliador entre madre e hijo como el que a otros niveles se dieron Vicky Martín Berrocal y Jacqueline de la Vega, al parecer, nuevas compañeras de infortunios. Tienen, o más bien arrastran, penas en el alma que no las mata el licor. Al menos esto es lo que se escuchó durante la cena del 30 aniversario de Guess. Acudió ElenaTablada, guapa como pocas veces se la ha visto, mientras su millonario novio escurría el bulto. El verano propicia las mudanzas y Elena parecía bastante relajada mientras Elizabeth Reyes, en forma, impactó con una tipazo que lució con unas mallas de lentejuelas negras.
Una buena forma de celebrar el aniversario de la firma, como Tita Cervera no lo hizo con ese incómodo y reivindicador hijo de sus entrañas. El velero de la baronesa casi rozaba de costado el de la madrina del heredero y todo hacía presagiar un salto aproximador tipo culebrón. Nos imaginábamos cómo sería el ansiado reencuentro: «Hijo de mi vida», aclamaría ella dejando atrás tanta incomprensión e inexplicable encono. Y él asumiría tal dolor que puede entender mejor que nadie conociendo los sacrificios maternos por hacerlo un hombre rico. Pero no se dio el caso y Borja contaba a sus amigos: «Ni si quiera me telefoneó». Un fallo de Tita, quizá con la intención de reprimir tal impulso que debería ser irrefrenable. Puede que sean tal para cual, árbol con la misma corteza. Otros mazazo el que recibió ayer Borja, al fallar un tribunal que él no es propietario de los cuadros –Giaquinto y Goya, nada menos– que reclama a su madre. Y es que según el auto «no ha acreditado» de manera que no admita duda «la titularidad de los cuadros» y «no ha tenido nunca la posesión pública, pacífica y notoria» de estos.
Ibiza se perdió algo tan afectivo como lo fue el descubrir a Tamara Falcó en el restaurante Sa Punta que, como el carísimo Lío, ofrece la mejor panorámica nocturna de Dal Vila. Estuvo en la fiesta de Guess, donde también acudió DJ Tiesto, nueva imagen de la firma. Posó junto a Mischa Burton. Tiesto ya tiene figura en el museo de Madame Tussauds, una muestra que nada tiene que ver en el madrileño museo de cera. La Burton no pudo con la niña Falcó a la que impartí –porque ella me lo pidió, que conste– una lección sobre asuntos familiares que compartí en mis tiempos como palmero de Julio Iglesias cuando formaba coro con Alfredo Fraile, Tonxo Navas y Jaime Peñafiel. Hablé durante casi dos horas, Tamara se pasmó. «Pues yo no sabía eso, de qué cosas me estoy enterando», dijo. Dejé claro que el cantante aún suspira por Isabel Preysler, avoqué como la casa de Miami de sus hermanos era conocida como El Convento y la complicidad que Preysler tenía con Carmen Martínez Bordiú cuando compartían pisos en San Francisco de Sales. Tamará cautivó.
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