Argentina
Concha Velasco: «No me significaría políticamente otra vez»
La artista hace balance de su vida y su carrera en La Latina con una nueva obra: «Concha (yo lo que quiero es bailar)»
La Velasco conserva la misma carcajada de siempre, pero esta Concha parece mucho más mística que nunca. Viene a instalarse en La Latina para cantar sus mayores éxitos y contar sus grandes fracasos, aunque no quiere saber nada de balances: «Trato de quitarme el rencor para seguir adelante y estoy preparándome para morir porque siempre me ha dado mucho miedo. Sé que con buena salud me quedan diez años y eso es lo único que me preocupa», asegura la artista, a punto de cumplir 73. Cierto es que entre su idea inicial y el resultado del espectáculo no tienen nada que ver: «Yo quería hacer una cosa muy triste: contar cosas mías personales con una botella de vino blanco, frío y seco que es lo que piden las mujeres fracasadas en las barras de los bares», comenta. Pero «Concha (yo lo que quiero es bailar)», gracias a la aportación de José María Pou, su director, «cuenta lo mismo, pero de forma divertida, es decir, sin echar la culpa a los demás de los fracasos, porque eso es facilón y lo hacemos todo el tiempo».
«Mamá quiero ser artista», «La chica Yeyé», «Carmen, Carmen»… son muchos los triunfos de la actriz, que se repasan con canciones y también con el relato de lo que pasó entre bambalinas, pero quizá su mayor mérito es haber conseguido que en cada casa sea un miembro más de la familia gracias a un hábil equilibrio entre el personaje, el público y la mujer. Para la mayoría, Velasco será la eterna «Chica Yeyé» a pesar de que asegura que hubo momentos en su vida que dicha canción le ha sentado «como una patada, porque creo que tengo una carrera mucho mayor que ese éxito. Fue una caricatura que hicimos Algueró, Guijarro y yo, y que ni siquiera sale mucho rato en ‘‘Historias de la radio''. Ahora estoy encantada, lo que me gustaría es que mi nieto la cantara, pero él prefiere los temas de su madre, que es más de jazz», comenta.
Una actriz jubilada
La actriz acaba de pedir la jubilación hace unas semanas y se la han concedido «después de más de 50 años cotizando». Pero lejos de lo que pueda pensarse, esta obra no se trata de una despedida: «He contado lo que he querido contar de mí antes de que lo hicieran otros. Solamente hay una persona que lo sabe todo: un sacerdote al que me confesé antes de bautizar a mi hijo Manuel. Después me dijeron que lo dejó y se casó, y a veces me pregunto si fue por mi culpa».
Esta nueva Velasco es abiertamente religiosa: «Se ha acentuado mucho mi parte espiritual porque ahora soy más valiente. Uno se deja llevar de las modas, lo que piensen los demás, y ahora sólo tengo miedo a que le pase algo a mis hijos», confiesa seria. Y mucho menos política: «He sido una persona muy comprometida. En este momento de mi vida no volvería a significarme políticamente porque soy de las que se siente defraudada por lo que ha ocurrido en España en los últimos diez años».
Convertirse en abuela le ha cambiado la vida: «Me he dado cuenta de que no soy una persona tierna y estoy intentando encontrar la ternura dentro de mí mediante ejercicios espirituales». Lleva semanas buscando entradas para llevar a su nieto a ver «El rey león» y por fin lo ha conseguido. Por el contrario, sí presume de que «tengo un gran sentido del humor; soy de las que puede sacar el punto divertido hasta en un velatorio, es algo que heredamos todos de mi madre». Los más curiosos descubrirán en La Latina también sus secretos de camerino: «Homenajeo a Celia Gámez, de ella aprendí la disciplina, el respeto al público… La quise tanto como ella a mí, aunque salí de su compañía ya para ser protagonista. Acabó viviendo en Argentina sin casi dinero. Por razones políticas, como suele ocurrir en este país, se la ningunea. Fue la gran creadora de la comedia musical española antes de la Guerra Civil con títulos como ‘‘Las leandras''».
También se derrite por Tony Leblanc, todavía recuerda cuando aún no tenía 20 años, la contrató para su compañía: «Gracias a él aprendí a ser generosa y poner luego por delante en el cartel a otras artistas como Mary Carrillo o Nati Mistral».
Y, así, la dejamos, con la misma sonrisa con que nos recibió y una vitalidad que apabulla. Diga lo que diga su cartilla de la seguridad social o su carné de pensionista, existen pocas almas más jóvenes que la de Concha Velasco.
CON Y CONTRA MARSÓ
En su nueva aventura teatral también rememora algunos de sus mejores y peores momentos con su ex marido, Paco Marsó: «Cuento cosas que el público no sabe. La gente cree que lo sabe todo de mí, pero no es así. No hay nadie que se pueda sentir ofendido, porque hay dos personas muy importantes en mi vida (entre ellas, Marsó, en la imagen a la dcha.), que ya están muertas y a ellos sólo me refiero con ironía, sin profundizar, porque si lo hiciera, todavía tendría que contar muchas cosas». Y es que si algo caracterizó la vida de Marsó fueron sus altibajos, tanto profesionales como personales. Cosechó triunfos del mismo modo que sufrió problemas económicos. Y, junto a su última ex pareja, la cubana Diosi Ledesma, recorrió los platós de televisión, rodeado de polémicas, para develar sus intimidades. Quizá por ello, Velasco asegura que en ningún momento hablará de su vida privada: «No pienso hacerlo, aunque me haga falta. Si es así, viviremos de la pensión».
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