Ginebra
«Fue el Sr Rubalcaba quien me llamó para que fuese negociador»
Un testigo protegido declaró a Ruz que le encargó negociar cuando aún no era ministro
MADRID- Meses antes de llegar al Ministerio del Interior, el ahora candidato socialista Alfredo Pérez Rubalcaba ya estaba moviendo los hilos del anterior proceso de paz con ETA. Según la declaración judicial de uno de los interlocutores designados por el Gobierno –prestada ante el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz el pasado 31 de enero en el marco de la investigación del «chivatazo»– fue precisamente Rubalcaba (presumiblemente cuando era portavoz socialista del Congreso y antes de que Zapatero le nombrara ministro de Interior en abril de 2006) quien le confió esa misión. De hecho, el testimonio del testigo protegido, al que ha tenido acceso LA RAZÓN, hace hincapié en que fue «el Sr. Rubalcaba, cuando aún no era ministro», quien le llamó para confiarle la condición de negociador. A preguntas del magistrado, explicó que «él le puso en contacto con el Centro Henry Dunant» (que sentó a cuatro de sus representantes en la mesa de negociación).
El negociador asegura que le dejaron claro que los contactos comenzarían «cuatro o cinco meses después y nunca antes de que el presidente hiciera público el comienzo del proceso con la organización terrorista».
Antes de que Zapatero anunciara formalmente, el 29 de junio de 2006, la negociación con ETA, representantes del Centro Henry Dunant se pusieron en contacto con él, añadió el interlocutor de ETA. La banda terrorista quería celebrar una reunión con el Gobierno, a instancias del huido «Josu Ternera», porque «estaban irritados» y amenazaban con mandar al traste el proceso negociador. Los intermediarios fueron «los del Centro» (Henry Dunant), que «vinieron a Madrid» para entrevistarse con el interlocutor del Gobierno diez o doce días antes de la reunión con la banda criminal. A la cita acudió, cuenta, «con el otro testigo protegido» y con instrucciones precisas del «ministro» de que fueran «a escuchar». Esa reunión con los terroristas se celebraría en Ginebra el 22 de junio de 2006, cuando Rubalcaba ya era flamante ministro de Interior en sustitución de José Antonio Alonso. Al día siguiente, por la mañana, reanudaron las conversaciones, esta vez en Montreaux, situada a 90 kilómetros de Ginebra.
«Desde el primer momento», cuenta el declarante, Rubalcaba les hizo saber «su deseo» de que «no tuvieran ninguna relación con la Seguridad del Estado, dado que ese vinculo «había perjudicado anteriores procesos». No obstante, el interlocutor reconoció a Ruz que durante todo el proceso había hablado con el secretario de Estado, pero también con mandos policiales. Pero el negociador hizo hincapié en que «nunca» recibió información relativa a detenciones de etarras, uno de los motivos del descontento terrorista con la marcha del proceso.
Gorburu, «la parte dura»
«¿A quién se referían los terroristas con el término "Gorburu"?», preguntó el juez. El testigo no lo tiene claro y contesta que podrían estar hablando «del presidente del Gobierno o del señor Rubalcaba, ya que "Gorburu"en euskera quiere decir "la parte dura"».
«Siempre era uno el que hablaba, que era "Josu Ternera"», recuerda de las conversaciones mantenidas uno de los emisarios del Gobierno. Su compañero fue más explícito y aseguró a Ruz que «aunque los temas se iban tratando según iban saliendo», el terrorista «realizó un índice al inicio de la reunión sobre los temas a tratar», dado que, insistió, «era él quien había convocado la reunión». En otro momento de su declaración, este último explica al instructor que los representantes de ETA le «entregaron una carta para dársela al presidente del Gobierno», pero no tuvo conocimiento «en ningún momento» de su contenido, ya que se la dieron cerrada. Según él, en la misiva no se hablaba de las detenciones del año 2006 ya que de cualquier manera ese tema no fue, «en ningún caso, objeto de la reunión».
Su compañero en la misma mesa por parte del Gobierno no es de la misma opinión ya que declaró al juez Ruz ese mismo día que en la carta dirigida a Zapatero «había una relación detallada de lo que a juicio de ETA eran la ruptura de las garantías». Se trataba, dijo, una carta «anodina». Eso sí, dejó claro que él, durante todo el proceso, «ni siquiera habló con el presidente del Gobierno».
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