España

Cinismo necio

La Razón
La RazónLa Razón

«No queremos una derrota policial de la ETA». Lo dijo Arzallus, el mismo que afirmó en la época más sangrienta del terrorismo vasco que «los de ETA no son criminales, sino gudaris». En la última década anterior a su derrota electoral, con el Gobierno del PNV y el apoyito del comunista Madrazo, la «Ertzaintza» se dedicaba a poner multas, pero no a detener terroristas. Órdenes del siniestro Balza, consejero del Interior. Se escribe con mucho cuidado y temor de la actuación del PNV respecto a la ETA. «Tibieza», «excesiva prudencia», y todas esas tonterías que nacen de los complejos. El PNV ha sido durante décadas el aliado con corbata de los terroristas. Sin los asesinos, el PNV se convertiría –y se convertirá–, en una reunión divertida de falsificadores de la Historia, pero nada más. El informe publicado por el Departamento de Estado de EEUU, en el que se valora y se elogia la eficacia de la lucha antiterrorista del nuevo Gobierno vasco, ha molestado sobremanera a los nacionalistas del PNV. Ha dicho Eguíbar que no sabe en qué se basa dicho Departamento para afirmar tal cosa. Pues en él y en sus palabras y hechos de veinte años hacia acá, entre otras evidencias. Eguíbar, mano derecha de Arzallus, sabe perfectamente en qué se basa el Departamento de Estado de EEUU para emitir su informe favorable. El PNV ha sido la vergüenza de nuestra libertad, porque ha hecho pleno uso y abuso de ella y no la ha permitido en el territorio que gobernaba. Y no hay duda de que los terroristas han sido más libres en Vizcaya, Guipúzcoa y Álava que los ciudadanos decentes y pacíficos.

El PNV es un partido tronado de nacimiento. Lo parió un tonto. Antonio Burgos escribiría que un tonto con balcones a la calle, y Jaime Campmany que un tonto de la higa. El fundador fue un tonto chocholo, un elemental. Sus «pensamientos» producen risas y carcajadas, y sus hazañas bélicas inventadas carecen de interés literario. El desinterés histórico se da por descontado. El PNV tiene una historia plagada de vilezas y traiciones. Cuando la situación en la Guerra Civil se puso fea, el «Lendakari» Aguirre mantuvo a los «gudaris» en el frente mientras él negociaba la rendición. Unos morían y otros acumulaban fortunas mientras huían al sur de Francia o Inglaterra. Los del fusil luchaban por una Patria Vasca que no había existido jamás, y los de la corbata se alojaban en el «Hotel du Palais», o junto al golf de Chantako. Una guerra durísima para ellos. De los miles de millones de dólares y pesetas que desaparecieron en las provincias vascas nada les llegó a los soldados derrotados y rendidos. Y con esos millones vivieron un exilio dorado algunos, y un retorno a España esplendoroso otros. «Euskadi», como se inventó Arana, se convirtió en su finca. Y con la democracia, el complejo de inferioridad de UCD y la estúpida colaboración del PSOE, fueron fundamentales para que el PNV estableciera un sistema diferente al que la Constitución dotaba a las autonomías. Libertad antes que las ideologías, el PP y el PSE se unieron para quitar del poder a los nacionalistas. Y los resultados, unos años más tarde, no pueden ser más brillantes. El Gobierno de Pachi López lo hace para todos los vascos, no sólo para los suyos. Las víctimas del terrorismo han sido reconocidas y tratadas como merecen. Las ayudas a las familias de los criminales han desaparecido. Y la «Ertzaintza» se ha convertido, al fin, en una fuerza que persigue a los criminales y los detiene. No obstante, Eguíbar no sabe en qué se basan los americanos para decir que en las Vascongadas se ha iniciado el camino de la normalidad. Sólo el principio, pero ya es mucho. Son necios hasta vestidos de cínicos.