Cibeles Fashion Week
Imanol Arias anuncia el final de «Cuéntame» por Jesús MARIÑAS
Aburrimiento y desbandada aparte, dos pifias animadoras sobrevuelan una Pasarela Cibeles que poco aportará a la moda salvo la espectacularidad de Hannibal Laguna. Ya forma parte de «los grandes», tras la muerte de Jesús del Pozo. Aún no entienden la injustificable ausencia de Ana Belén, su musa de años, durante el desfile póstumo de quien dominó los volúmenes. Extrañó casi tanto como los comentarios de la estupenda Cristina Garmendia ante la colorista muestra de Ágatha Ruiz de la Prada. Ofreció la mejor «primera fila» tras una anticuada colección de Andrés Sardá, que no tiene óptima continuadora en su hija.
Cibeles debería crear un trofeo para los que mejor clientela sientan en el estrado; la barcelonesa se llevaría la palma. Cantidad y calidad entre el público de Ágatha: hasta la exquisita Garmendia pensando ya en dos meses de retiro que se tomará cuando deje el cargo: «Yo nunca pensé en repetir», confesó ante Isabel Silva Ramos, Olivia Herbosch, Antonio Camuñas y el juez Gómez de Liaño, cuya esposa lucía una falda roja cubierta de corazones metalizados. Modelos también juveniles los pantalones de Leonor March o la casi mini de Belén Domecq, cada día más estilosa. También estaba la siempre ufana María Flores, ocasionalmente emparejada al bullicioso Luis Galliussi. Escondía emociones y deslumbre bajo gafas oscuras como Mar García Vaquero, que compartía confidencias con Josemi Rodríguez-Sieiro. Jugaba al anonimato ya imposible; mejor resultaba en los tiempos en que todo se le dio a García Cereceda, que anticipó su actual entrega a Felipe González. Comparten la pasión tangerina.
En blanquinegro contrastó Irene Meritxell, novia de Imanol Arias, que no dejó de cogerle las manos. El actor ganó kilos y me contó ufano que pronto acaba «Cuéntame». Ya les toca. Pero intuí mar de fondo televisivo: «Han cambiado muchas cosas en la producción, ya nada es como era: mejor dejarlo en el mejor momento. Ya hemos grabado diez de los 17 capítulos de esta última etapa», adelantó, mientras otros se refocilaban con el patinazo doble del programa que «Divinity» hace con Cibeles. En su programa debutador, pusieron la colección de Del Pozo diciendo que pertenecía a Adolfo Domínguez, incluso señalando que «retomaba los pañuelos aldeanos» como cubrecabezas cuando eso era de Jesús. ¡Qué horror...! Hay más: al comentar lo de los Lucchino, afirmaron que eran hermanos cuando se trata de un matrimonio hecho o deshecho tras treinta años juntos. «¡Lo que hay que oír!», lamentaban mientras Boris Izaguirre se exhibía pantalón corto sobre piernas blancas. Su libro sobre «Dos monstruos juntos» hace malpensar en Alaska y Vaquerizo, que compartieron con él lo de David Delfín, repleto de esos niñatos que tanto le gustan.
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