La Habana
El último cante de Morente
Fue la última gran voz del flamenco. Un documental, dirigido por Ruiz Barrachina, da cuenta de su arte. Ayer se presentó fuera de concurso en Málaga. Y arrancó las lágrimas de Estrella, su hija
Pocos días antes de su muerte, Enrique Morente se encerró en el Museo Reina Sofía por la noche, se tumbó en el suelo delante del «Guernika» y dejó que Emilio R. Barrachina le grabara mientras disertaba sobre el cuadro de Picasso. Músico y director terminaban el rodaje de lo que sería el último gran trabajo del maestro del flamenco basado en las composiciones del músico sobre los poemas del pintor. Pero eso no lo sospechaban todavía. La muerte le sobrevino a Morente inmerso en multitud de proyectos porque, como explicó ayer su hija Estrella con un nudo en la garganta, «mi padre estaba muy vivo. La noche antes de su ingreso estuvo trabajando. Esta película es la mejor muestra de cómo se encontraba. Sus ganas de riesgo no eran las de una persona que va a morir», aseguró la cantaora durante la presentación del documental «Morente» en el Festival de Málaga.
Mano a mano
«Se trata de la presentación más difícil que he hecho en mi vida. Sabía que iba a echar al maestro en falta», confesó Barrachina, que firma una película hecha mano a mano con el artista. «Fue un deseo expreso suyo que se presentara aquí, en la tierra de Picasso», añadió. El documental, que llega a los cines el próximo viernes, parte del disco de Morente sobre los textos del pintor y, dice Barrachina, «es una propuesta arriesgada como lo era el maestro. La estructura, diseñada por él, se divide en cuatro partes que coinciden con los cuatro elementos. La primera, la tierra, es el proceso creativo, donde se muestran los ensayos, instrucciones y preparativos. La segunda es el aire, para él, su familia y el barrio granadino de Albaicín, una parte que tras su partida adquiere un significado especial. Después está el agua, que es el directo, como el concierto de Buitrago de Lozoya. Por último, el fuego, la parte creativa, la fusión y los textos de Picasso», desglosó el director.
El barbero de Picasso
Si en esta atípica estructura narrativa hay un hilo conductor es la amistad entre Eugenio Arias Herranz, un barbero, y Picasso, exiliados ambos en el pueblo francés de Vallauris. Quien quisiera ver al pintor pasaba antes el filtro de quien fue mucho más que su peluquero. Las imágenes de los dos amigos se intercalan entre la parte musical, mayoritaria en el metraje. «No se trata de un documental clásico con entrevistas al uso, sino de una especie de videoclip de gran formato donde se mezclan partes dramatizadas, conciertos, reuniones, imágenes de archivo, en un ‘‘totum revolotum'' que va conduciendo el propio barbero y donde se mezcla la realidad y la fantasía. No hay que ser un experto en flamenco para disfrutar de él», reveló Barrachina. Junto al concierto de Buitrago de Lozoya (donde nació el barbero de Picasso) celebrado en junio de 2010, la película recoge otro de los grandes directos del maestro, el concierto del Liceo de Barcelona en septiembre de ese mismo año, considerado por la crítica como uno de los mejores de su carrera. Tampoco existe una voz en «off» «porque –asegura el director– Morente quería narrarlo él mismo. A mí me pareció bien. Incluso le insistí en que todo lo que pudiera contar con un gesto no lo hiciera con palabras». Ni el hecho de que Estrella todavía no haya visto la película («no hemos podido porque es Morente el que está ahí», dijo su esposo, el torero Javier Conde), ni la emoción que comía su potente voz pudieron evitar sus palabras llenas de admiración: «Mi padre era un Picasso, un Goya, un Mozart sin pretender serlo. No se puede hablar de los límites de su creatividad porque se salía de ellos. Siempre trabajaba en varios proyectos a la vez, y he tenido la suerte de que mi nuevo disco lo hiciera alguien como él», dijo la cantaora. El mayor deseo de la familia es que de lo que se hable en lo sucesivo sea de su obra, «por eso lo llevamos de forma discreta, aunque el proceso judicial por la muerte de mi padre sigue su curso», añadió.
En ese sentido, el director pidió que la película «no se convierta en un homenaje o un obituario. Es, simplemente, el último trabajo de un maestro. Junto a su nombre, sólo caben dos: Paco de Lucía y Camarón», aseveró el realizador, quien tampoco asimila su fallecimiento: «Estuvimos rodando hasta el último momento, incluso teníamos la sala reservada para el montaje el día que murió». Su buena relación profesional durante la realización de este documental, que pasará por los festivales de Shanghai, La Habana y Montreal, provocó que ya estuvieran en marcha con otro proyecto: «Estábamos trabajando en otro documental sobre los cantes tradicionales que tienen su origen en minas donde, desgraciadamente, se sufren muchas injusticias de carácter social», se lamentó Barrachina. De vuelta al cante jondo, Estrella pronunció unas palabras más sobre su padre hasta que el llanto se lo permitió: «Su lección más importante fue enseñarnos a mis hermanos y a mí la bondad, el respeto y la curiosidad por la vida. Nada más puedo decir». Y nada menos sobre un maestro que se fue prematuramente, pero que, al menos, nos permitió ver su último cante.
El detalle
REGRESO A LO GRANDE
Hace unos días dejaba oír su voz en el Palacio de la Música Catalana. Mejor o peor, la artista tenía que seguir con sus conciertos, con su trabajo de cada día, aunque la procesión por la pérdida del padre la llevara por dentro. El lleno fue absoluto y el público estaba entregado, como siempre, aunque esta vez se notaba que se encontraba un poquito más cerca de la artista. Estrella se emocionó y emocionó al público, que la arropó durante toda su actuación. También notó el cariño cuando acudió la semana pasada a la inauguración del Museo Carmen Thyssen de Málaga. Todos se arremolinaban y querían verla, tocarla, con la mirada un punto triste y la melena suelta. Estrella, que en la foto superior llora mientras habla del documental sobre su padre, iba del brazo de su marido, que ha sido su asidero en tiempos duros.