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Reino Unido

Benicàssim se seca

Un vistazo al escenario verde de Benicàssim el pasado sábado podía llevar a engaño. Sí, se trató, con diferencia, de la noche más multitudinaria en un FIB que hasta entonces había ofrecido un aspecto más bien fantasmagórico.

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Pero si la meta era alcanzar el poder de convocatoria que lograron The Killers el pasado año, la organización se ha quedado a medio camino. Las cifras oficiales hablan de 127.000 asistentes, es decir, 73.000 menos que en 2009. No todo lo justifica la crisis: la ausencia de reclamos para el público ha sido evidente. Algunos «fibers» encontraron esta tranquilidad reparadora. Otros, los más «hooligans», notaron la falta de acción. Sin embargo el nuevo director del festival, el promotor británico Vince Power, sí achaca la caída de la asistencia a la crisis, además de mencionar «el elevado gasto de contratación de grupos, que se refleja en un incremento del precio de las entradas», explicó. Así, fue The Prodigy quien despertó el sábado al festival de su letargo a base de puñetazos. No en vano, eran la máxima atracción del día. «Smack my Bitch Up», «Breath» y «Firestarter» no han perdido potencia y continúan siendo un bofetón sonoro. De hecho, la afluencia de 35.000 espectadores que tuvo el festival el sábado fue, en parte, gracias a este grupo, que superó las expectativas de la organización, según reconoció. Con todo, la banda de Essex no pudo evitar dar la impresión de que pocas novedades puede aportar a la escena musical, incluso en un territorio tan vedado como el techno punk. También recurrió a la nostalgia Ian Brown, que se metió a los asistentes en el bolsillo con uno de los himnos de su antigua banda, The Stones Roses: «I Wanna Be a Dog». Eso sí, si alguien buscaba la excelencia vocal en Brown se equivocó de escenario. Su fuerte es otro. La actitud chulesca y desafiante es lo que la estrella ofrece. Y era lo que los fans perseguían.Lily Allen, la decepciónAntes que ellos animó la noche el ska de The Specials, alcanzando el momento más celebrado con «A Message to You Rudy», coreada incluso por aquellos que desconocían a la formación británica. Y cercano ya al fin de fiesta, los Klaxons sorprendieron sonando más pop que electrónicos. No les faltó poder de convocatoria.Si hablamos de la baja asistencia, una de las grandes esperanzas de la organización estuvo en la actuación ayer de Gorillaz, y es que la banda virtual creada por Damon Albarn (líder de Blur), una coctelera en la que cabe desde la electrónica al hip hop, se estrenaba ayer en nuestro país. También hubo tiempo para una corriente nada habitual en el FIB, el rap, que llegó al Escenario Verde con Dizzee Rascal, y para profesionales del «indie» como Echo & The Bunnymen. Entre todos intentarán llenar el hueco dejado por el reclamo más comercial del festival: Lily Allen, quien ha cancelado su actuación por motivos médicos y que deja, por segundo año consecutivo y por similares razones, a miles de «fibers» descorazonados.Otra de las críticas que su director ha querido justificar es la de que la programación está demasiado centrada en los grupos de mayor éxito en Reino Unido, lo que explicaría una mayor afluencia de público procedente de este país: «La razón de que haya tantos asistentes británicos es el carácter multicultural del FIB. Se ha hablado mucho de que esto es un festival para ingleses, pero no es verdad, no está enfocado a nadie en especial. Si tienen dinero para pagar la entrada nos da igual de dónde sean», explicó Power. El FIB, según ha dicho, quiere seguir con la línea de programación que ha mantenido durante sus dieciséis años de historia, y seguirá apostando por una «fuerte presencia» de la electrónica durante la madrugada. No obstante, habrá «cambios el próximo año, porque este encuentro no puede quedarse quieto», anunció Power.