Este título es quizás lo que mejor define para mí lo que ha sido Pepín Martín Vázquez. Nunca tantos matadores de distintas épocas hemos coincidido tanto a la hora de nombrar nuestras predilecciones que con este torero.

Y lo curioso de todo esto es que, los de mi generación y otras anteriores, ni por asomo nos podemos imaginar lo que fue como torero, ya que el no verlo en activo a mí por lo menos me coarta hasta preguntarme, ¿quién soy yo para hablar de Pepin Martín Vázquez? Y ahora que estoy delante de este folio me pregunto , ¿quién soy yo para escribir de Pepín Martín Vázquez?

Así que me tendré que agarrar a esas imágenes del maestro toreando una becerra en la película «Currito de la Cruz» para exclamar que no me hace falta verlo más, que soy seguidor y partidario y admirador acérrimo de Pepín Martín Vázquez.

Gracias a su hija María del Valle tuve la suerte de conocerlo personalmente, y aún recuerdo mis nervios cuando en el salón de su casa de Eduardo Dato esperaba al Maestro y lo que me impresionó cuando lo vi entrar por la puerta con su batín de seda hasta el punto de no ser capaz de articular palabra, solo de pensar para mi: Este hombre es una figura del toreo.

Maestro que la Virgen de la Esperanza lo tenga en su gloria y muchas gracias por ser tan buen torero.