Cine
«Happy Feet 2»: Aquel helado ritmillo
Dirección y guión: William Monahan, según la novela de Ken Bruen. Intérpretes: Colin Farrell, Keira Knightley, Ray Winstone, David Thewlis. Duración: 103 min. USA/GB, 2011. Thriller.
De dos en dos. Debajo, miren, se toparán con la crítica de «Vicky el vikingo», otro filme para todos los públicos que también repite experiencia cinematográfica, lo mismo que «Happy Feet», aunque en este caso hablemos de una cinta de mayor ambición, y que produce Warner y los estudios no escatiman medios técnicos ni dólares para devolver a la gran pantalla las excéntricas y tan rentables aventuras de los pingüinos cantantes y bailones que ahora están muy pendientes de los problemas que arrastra Erik, el pequeño hijo del Maestro del Tap. El chico no quiere nunca mover el esqueleto y prefiere admirar las acrobacias aéreas del Poderoso Sven, un congénere con el pico colorado que puede volar y esconde un secreto con miga. Un nuevo canto a la amistad, la familia y el respeto por los diferentes, que mejora la primera película, preñado de poderosas escenas coreografiadas al milímetro, unos curiosos Krill (divertidos crustáceos parecidos a las gambas) que protagonizan algún momento ligeramente confuso (de hecho, los guionistas han esparcido varios, gags un poco subidos de tono para que el público adulto no mire el reloj mientras se proyecta el filme), la imponente presencia de unos solidarios elefantes marinos... Otra gran, tremenda borrachera de colores y música (hay flamenco,rap, pop, hasta clásica y números de claqué), con cierto regusto a la memorable «Buscando a Nemo»; la obsesión inevitable por Pixar: incluso un cortometraje ampuloso protagonizado por Silvestre y el odioso Piolín precede a la película... No, pocos seguidores de esta, preveemos ya, saga de larguísima vida van a sentirse defraudados. Y que duerman tranquilos: mientras las cuentas cuadren y sigan sumando ceros, «Happy Feet» nos va a dejar helados como carámbanos unos cuantos años más.
Lo mejor:
sus espectaculares y abundantes números musicales y los crustáceos Krill, todo un hallazgo
Lo peor:
es tal borrachera de música y color que al final no te acuerdas ni de la historia que te están contando
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