Moscú
Grandes expectativas por Ramón TAMAMES
Puede resultar una sorpresa, para muchos, saber que en las ingentes acumulaciones de hielo, tanto en el área del Círculo Polar Ártico, como en altas mesetas del resto del mundo, están contenidas grandes cantidades de gas natural. En forma de hidratos de metano, resultado de la descomposición de biomasa de tiempos geológicamente muy antiguos, y que en la actualidad se manifiestan en un gas encapsulado a 50 atmósferas o más, con 160 veces la densidad del metano a temperatura ambiente.
Claro es que la explotación de esos recursos, como siempre sucede –no olvidemos los problemas del petróleo «off shore»—, requerirá de técnicas de extracción altamente sofisticadas; para eludir, o al menos reducir, el impacto en el entorno. Consiguiendo, al tiempo, una rentabilidad conveniente.
En cualquier caso, el gas metano congelado en el permafrost siberiano, de Alaska, de Canadá, y en los espacios glaciares de China, ya está siendo estudiado a fondo por los gobiernos de Moscú, Washington DC, Ottawa y Pekín, respectivamente. Para viabilizar la incorporación de ese nuevo input al mix energético; en condiciones de emisión de gases de efecto invernadero que resulten tolerables.
Desde luego, las expectativas son grandes: en EEUU se ha calculado que sólo en Alaska las reservas se sitúan entre 4 y 7 billones (de doce ceros) de metros cúbicos de gas. Por su parte, China ha descubierto vastas reservas del combustible en cuestión en la Región Autónoma del Tíbet y en la provincia de Qinghai; llegándose a cifrar, preliminarmente, ese potencial, en 35.000 millones TEP (toneladas de equivalente a petróleo), con los que podría abastecerse el consumo del país más poblado del planeta durante 90 años. En ese sentido, según el gobernador provincial de Qinghai, Luo Huining, ya van a ser autorizadas varias compañías para que empiecen a aprovechar esa fuente de energía, que en sus propias palabras resulta «limpia y emergente».
¿Cuentos chinos o realidades futuras? En definitiva, como decía Goethe, «Aller anfang ist schwer»; o séase, todo comienzo es difícil.